La expresión “la policía no trabaja de noche” que la hacemos extensiva a otras dos instituciones de la seguridad nacional, es propia de un escrito el 22 de marzo del inmenso periodista Ramón Emilio Colombo, en el contexto de las lamentables muertes de tres hermanos mientras se celebraba el histórico triunfo del país en el Clásico Mundial de Beisbol.
No dudo que alguien pudiese considerarla como exagerada, pero refleja una realidad que las autoridades han de ponderar detenidamente en el nuevo plan-otro más- de seguridad ciudadana.
Quienes hemos servido como instructores en las instituciones de seguridad nacional conocemos del rigor con el cual se prepara un oficial militar o policial; es ampliamente conocido lo que significa ser cadete y el duro camino para llegar a ser oficial; además de su excelente programa de estudios. Sin embargo una de las consideraciones más destacadas del plan actual de seguridad ciudadana es que disponiendo de un muy alto número de militares y policías– entendemos que superan los 50 mil- se presenten tantos casos de muertes evitables desde los motoristas con cifras alarmantes, hasta los atracos que se han hecho “normales” a la luz del sol.
Se trata sobre todo de lo más preciado y maravilloso, no importa desde que óptica religiosa o científica se enfoque: la vida.
Si desde la dirección y gestión de un Estado no es posible reducir tantas muertes evitables ¿para qué incurrir en tan grandes gastos en seguridad nacional?
Todos los militares y policías entre los cuales se produce un natural intercambio de atribuciones pues se forman muy bien para tales funciones, pueden rotar en servicios de 24 horas, es decir 8 horas por turno entre las cuales puede corresponder en algún momento y como algo normal entre guardias, el turno de noche. Los que se han formado en academias y los que no, entre los cuales hay muy buenos, entienden lo que decimos.
No es posible que después de las 6 p.m. no aparezca un AMET si realmente son verdaderos policías o militares. O es que quienes los dirigen no están conscientes de la complejidad de sus responsabilidades o tienen serios problemas gerenciales; lo cual es inadmisible en cualquiera de los casos.
No es posible que las noches sean tan lúgubres y que las ciudadanas- que inteligentemente no se les ve conducir de noche- o los ciudadanos, no sientan la más mínima protección cuanto por una u otra razón tienen que transitar a esas horas.
La PN, FFAA y AMET demandan en el sentido de lo comentado un radical cambio de enfoque.