La  prestigiosa  casa de subastas Christie´s de Nueva York subastó obras de  artistas mundialmente famosos  para una donación millonaria al pueblo haitiano.

Fue el cineasta Ben Stiller quien convocó a un grupo de artistas para que realizaran sus obras con el fin de armar la subasta y recolectar el dinero.

El hecho nos invita a  reflexionar sobre  las coincidencias. Como es la composición racial del  país de origen de la artista cuya obra fue subastada en dos millones.

Nacida en Sudáfrica realizo sus estudios de arte  en Holanda. Originalmente la ciudad de más importancia  fue Ciudad  del Cabo.

Marlene Dumas  es la artista cuya obra fue subastada en la mayor puja.

La ayuda al pueblo haitiano del resultado de la subasta de obras fue de los 26 artistas más conocidos. Esto convierte la donación en un acto de  filantropía, porque en ello va el  amor a lo humano y todo lo que a la humanidad respecta.

Si nos preguntamos si es para eso que sirve el arte, tendríamos que respondernos que no. Que el aporte que dan los artistas a la humanidad se va más allá,  porque el arte sirve  para  otros fines.

La coincidencia que  vuelve eventual el hecho la percibimos al asomarnos a los  desmedidos sufrimientos que durante siglos ha padecido el hombre negro de uno  a otro continente.

Para ejemplo nos sirve  ese  fenómeno de segregación racial que se dio en Sudáfrica, en el propio "Continente Negro", implantado por ingleses y holandeses. Una actividad política  de origen económico  que en afrikaans significa  -separación-  Un sistema que  consistía  en la división de los diferentes grupos raciales para promover el "desarrollo".

Recientemente se publicó un escrito de Eduardo Galeano titulado Haití, país ocupado.

De aquel escrito de Galeano  debemos transcribir estas palabras.

"El cruce de la frontera entre la República Dominicana y Haití se llama El mal paso.

"Quizás el nombre es una señal de alarma: está usted entrando en el mundo negro, la magia negra, la brujería…

"El vudú, la religión que los esclavos trajeron de África y se nacionalizó en Haití, no merece llamarse religión. Desde el punto de
vista de los propietarios de la Civilización, el vudú es cosa de negros, ignorancia, atraso, pura superstición. La Iglesia Católica,
donde no faltan fieles capaces de vender uñas de los santos y plumas del arcángel Gabriel, logró que esta superstición fuera oficialmente prohibida…"

Mientras que a nosotros aquí, nos resulta como una forma de filantropía que invierte nuestra noción del mecenazgo.