Mariana es la Decana de Ciencias de la Salud de la PUCMM, y el otro día se levantó bien temprano con una tarea inminente en la cabeza, le encomendaron realizar a las ocho de la mañana, la invocación en el acto introductorio de los nuevos profesores de la universidad. Ella estaba orientada a reflexionar sobre las ideas fuerza de la Encíclica “Luz de la Fe” (Lumen Fedei), del Papa Francisco a los obispos, presbíteros y diáconos, también a las personas consagradas y a todos los fieles laicos. No obstante, en su consideración, el texto de Su Santidad, requería de una lectura muy acuciosa, para lo cual ya no tenía tiempo; la doctora Mariana Moreno García, exégeta en sus cosas, lo haría en otra ocasión.

Como alternativa, llamamos por teléfono a mi Madre Margot Gómez Valdez, que siempre se levanta a las cinco de la mañana a mojar las flores del jardín de nuestra casa de la avenida Francia, siendo consagrada lectora diaria de La Biblia. Le solicitamos que nos refiriera los versículos de los Evangelios que de acuerdo al programa de lecturas personales, correspondía para ese sábado 31 de Agosto. Sorpresa, maravilla y prodigio, concernía “la Parábola de los Talentos”, Mateo 25, 14-30. Un pasaje bíblico valioso para esa ocasión académica. Un momento de sobrada oportunidad y coyuntura propicia para entender como Jesús se sirvió de la palabra “Talento”, una moneda equivalente a 35 kilos de oro o de metales preciosos, para valorar las capacidades y habilidades que Dios distribuye a cada uno. Mariana Mercedes, hizo muy bien su labor inspiradora de profesores en el inicio del año académico en la PUCMM.

Para mi gestión de promoción estratégica y territorial de Santiago, ella me dejó inspirado para escribir sobre corderos, inteligencia e innovación. Hago hoy una antagonia de mi previa colaboración dedicada a miserables de voluntad y acción, que invaden hoy a Santiago y el país.

Plegarias por los corderos inteligentes e innovadores, nos llama a reflexionar sobre los grandes dilemas de las personas, que las tenemos por doquier, dotadas de talento para el bien. Los agraciados en su visión de largo aliento. Los que pueden ver más lejos, esos que generan nuevas y buenas ideas. Aquellos que para avanzar, se enfocan en las fortalezas y oportunidades de la sociedad y sus fuerzas productivas y culturales. Los que saben gestionar las amenazas y aprenden a superar las debilidades. Esos mismos que muchas veces, como humildes corderos y dóciles ovejas, caen en las emboscadas aviesas de fieras miserables. Los que son agredidos por lobos malignos, inquisidores y mediocres, llenos de infamia, egoísmo y tirria en contra de todo lo bueno que hacen sus prójimos.

Inteligencia es la virtud innata o adquirida de las y los “inteligentes” para adaptarse al ambiente y transformarlo. La capacidad de entender, asimilar, elaborar información y luego utilizarla para resolver problemas. Mientras los miserables y míseros crean problemas, los inteligentes e innovadores los resuelven. El diccionario de la Real Academia, define “inteligencia” como la “capacidad para entender o comprender” y la destreza para resolver problemas. La inteligencia está ligada a las buenas emociones y a funciones mentales de percepción, recepción y almacenamiento de información.

Innovación por su parte, es la creativa aplicación de la inteligencia en su dimensión de introducir nuevas ideas, aplicaciones y herramientas para producir proyectos, obras, bienes y servicios. En el sentido exacto y preciso del término, se dice que las ideas sólo pueden resultar en innovaciones, luego de que se implementan como nuevos productos, servicios o procedimientos; y que realmente encuentran una aplicación exitosa imponiéndose en la sociedad y el mercado. Se puede tener inteligencia, pero no contar con la posibilidad de desplegar y difundir la innovación.

Lo que sí sabemos es que los inteligentes e innovadores se concentran en remedios y curas para avanzar, pero los miserables se dirigen a enfermedades y patologías. Los primeros enfocan propuestas, alternativas y opciones; los míseros por su parte, en protestas, adversidades y conflictos. Las y los inteligentes piensan todo lo bueno que se puede obtener de un proceso, y de cómo hacer crecer sus talentos para saber hacer, saber estar y hacer saber de buenos proyectos, iniciativas y obras.

El buen pensamiento, la correcta palabra, la compasiva obra y la prudente omisión de los inteligentes e innovadores, se realiza con la humildad de los corderos y ovejas. A veces sin conocer los exactos movimientos de lobos que siempre acechan, los innovadores se mantienen mansos y guiados a las buenas ideas. Generan buenos humos o tienen “humus” como se decía en la antigüedad.  Sus ideas, percepciones, emociones y deseos evidencian equilibrios en su masa de agua interior se creía antes. Son humildes y como reza “El Corán”, quizás los humildes requieran de doble reconocimiento, pero la humildad es la base y el fundamento de todas virtudes, sin ella no hay alguna que lo sea.

La modestia y la discreción de los inteligentes y los innovadores, les mejoran sus demás virtudes y enriquecen su personalidad; los dota de la debida tranquilidad y sosiego de espíritu para pensar en positivo, para crear e innovar. Sin embargo, los pensamientos, palabras, obras y omisión de los miserables, lo conducen a malos actos, los llenan de ira, pecado y egoísmo por el éxito de su prójimo.

Por los corderos y ovejas inteligentes e innovadoras debemos suplicar, por ellos necesitamos invocar, rezar e implorar para que se concentren en lo positivo, para que mejoren a Santiago y lo transformen en una ciudad de inteligencia e innovación. Un territorio que exprese creativas formas de conocer (conocimiento), de comportarse (actitudes) y de actuar (praxis). Un municipio lleno de Talentos para “saber cosechar donde casi no se ha sembrado y recoger donde no se ha esparcido”.