Desde hace un tiempo sostengo la idea de que el PLD como partido cartel dejará de gobernar fruto de su propia autodestrucción: El PLD se destruye a sí mismo.
El fundamento de esta idea es la contradicción entre el concepto político que sustentó el momento fundacional y el proceso de desarrollo o institucionalización del PLD y los elementos que dan sostén a su posterior cartelización.
En su momento fundacional el entonces líder carismático único Juan Bosch enfatizó que para mantener la vigencia del partido no era tan importante respetar los estatutos, sino mantener la unidad o cohesión interna del partido, tal y como analizo en mi libro "Los partidos políticos en la República Dominicana: Actividad electoral y desarrollo organizativo" (1999).
Acontecimientos actuales denotan la pérdida de unidad que conduce a ese proceso de autodestrucción, fruto de la cartelización de la política por el PLD. Los amarres intrapartidistas y la colusión interpartidaria sustentada en la coima, la prevaricación, la destrucción de la oposición, el apoderamiento y abuso del erario público, el control de las instituciones y la impunidad le hicieron perder el ideal del momento fundacional y del paso del modelo fundacional a la institucionalización.
En el cartel todos los actores están en el mismo nivel, se perdió el linaje del liderazgo que mantenía una jerarquía y unas reglas claras que demarcaban los roles a jugar por cada uno de los actores en sus respectivas funciones. El liderazgo contingente de Leonel Fernández se consolidó en base a la cartelización, proceso que se afianzó con Danilo Medina.
Las reglas del juego político basadas en la disciplina y la unidad en el otrora marxista-leninista PLD fueron reemplazadas en el modelo cartel por el juego sucio y la traición en las encarnecidas disputas por el liderazgo entre Fernández y Medina que se coronaron con el efecto del caso Quirino en el desplazamiento de Fernández del control del partido por parte de Medina.
Entre los sublíderes, los escándalos de corrupción recientes que incluyen los sobornos de la Odebrecht, denotan esa confrontación y el interés de algunos de desligarse del cartel sin éxito alguno. Felucho Jiménez fue el primero en decantarse con imputaciones sobre el reinado de la corrupción en su partido mediante la sobre evaluación de obras y la exhibición desmesurada de enriquecimiento ilícito, ello sin posibilidades de éxito en términos de credibilidad ya que sobre él también pesan acusaciones de corrupción durante su cartera en el Ministerio de Turismo. Ahora Franklin Almeida declara que la entrevista de la periodista Alicia Ortega a Diandino Peña que detonó su destitución por el presidente Medina es un drama teatral contra Leonel Fernández que tiene por finalidad la reelección de Medina. Ello da cuenta de la confrontación en la cúpula del partido ante el desgaste del cartel pues, Almeyda carece de credibilidad ya que el derroche del erario público y el uso discrecional de cientos de millones de pesos caracterizaron su gestión en el Ministerio de Interior y Policía.
La internacionalización de los escándalos de corrupción aceleran la auto destrucción del partido cartel, coadyuvado por el rechazo generalizado de la sociedad a la corrupción y la impunidad a través de las acciones del Movimiento Verde y el reclamo de legisladores de la oposición de juicio a los corruptos.