La era del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que cumplirá 16 años el 16 de agosto de 2020, se inició en el año 2004 cuando su presidente, Leonel Fernández, conquistó por segunda vez el cargo de Presidente de la República.

Sin embargo, esta organización inició su proceso de consolidación en el poder en el año 2006, cuando en las elecciones de medio termino se apoderó del Poder Legislativo y se colocó a un paso de lograr el control hegemónico del Estado dominicano.

En ese orden, en el año 2011, el PLD se apoderó del Poder Judicial, sin ninguna resistencia de la oposición y la sociedad civil, después de haber hecho en el 2010 una Reforma Constitucional que le permitió conformar una Suprema Corte de Justicia a la medida de sus intereses.

Como si el control de los tres poderes clásicos no fuera suficiente, el presidente de turno, Leonel Fernández, creó el Tribunal Constitucional y designó a sus integrantes del mismo modo que a los de la Suprema Corte.

Desde el 2011 el PLD se transformó en un partido hegemónico que rompió el equilibrio de los poderes, al convertir en sus siervos a los poderes y extrapoderes del Estado.

Como consecuencia del perverso daño que le causa a la democracia la falta de la alternancia, la institucionalidad de nuestra democracia se ha deteriorado profundamente, por causa de una grave falta de independencia del Poder Judicial que ha incrementado la corrupción y la impunidad, así como por el sometimiento del Poder Legislativo a la voluntad del Poder Ejecutivo, lo que ha contribuido con el desenfrenado endeudamiento público, en perjuicio del interés nacional.

Sin lugar a dudas, como consecuencia del control absoluto que de los poderes del Estado tiene el gobierno, los pesos y los contrapesos se encuentran anulados en nuestra defectuosa democracia, por lo que su capacidad de acción no tiene limite alguno.

A propósito del equilibrio de poderes, de conformidad con el criterio externado por Richard Bellamy en su obra Constitucionalismo político: “Los constitucionalistas legales han concebido la división de los poderes en términos negativos y como una manera de limitar la capacidad de acción del gobierno… Por el contrario, mientras los republicanos reconocen que la restricción del poder de cualquier agente individual cumple su función a la hora de evitar el poder arbitrario, también resaltan el papel positivo que tiene la separación de poderes a la hora de garantizar que quienes toman decisiones escuchan a la otra parte, y más en particular a sus representados, los ciudadanos”.

El gobernante autoritario que imponía sus decisiones con extrema crueldad y arbitrariedad ha cambiado su forma de actuar. Ahora lleva debajo del brazo la Constitución Política, en nombre de la cual gobierna a su antojo e impone su voluntad con más efectividad que las más sangrientas e intolerantes de las dictaduras.

Violar la Carta Sustantiva, la cual adapta a su conveniencia, es propia del gobernante del autoritarismo constitucional. Este lobo disfrazado de oveja llega al poder y casi siempre logra retenerlo en las urnas, mediante la manipulación de los electores y la compra del voto, con los recursos públicos, hasta que el pueblo despierta y lo expulsa del poder.