La forma avasallante y el imponerse  a cualquier precio, hizo al danilismo, merecedor del mote de  OTAN, que en el lenguaje y pensamiento peledeísta significó: abusadores, mentirosos y manipuladores. En cada congreso del partido su meta fue controlarlo   todo y obligar a los humildes compañeros  buscar en su sobrilla la sombra y cobija de sus deseos de una función partidaria.

El local, no ya del partido, sino  del grupo, se constituyó en la Meca y Tótem, donde,  cual si fuera Liborio, había que ir a cumplir promesas de fidelidad al dueño y señor de las almas de los morados. Entre novenas, plenas y salves, había que declarar  al perínclito de Arroyo Cano, un Ser trascendente con más grandeza y honor que Juan Bosch. En el santuario erigido por  la OTAN, santuario éste de la Sarasota,  se devocionó  y entendió que cualquier gobierno de los ya pasados, incluyendo el de Juan Bosch, es poco o nada, frente al fenómeno político llamado Danilo Medina.

Tanto el plan del 16 como el del 27 de septiembre, corrieron con la suerte de la Torre de Babel: se derrumbaron  miserablemente. Uno y otro plan, “harían hablar el tiempo  de la ausencia misteriosa,  antes de  ser pasado”. Encadenaron para este propósito los danilistas  tres pasos, en el primero: afuerear a Leonel Fernández  de los esfuerzos de diálogos por solución pacífica y democrática en Venezuela, esfuerzos avalados por un organismo regional sujeto de derecho como la UNASUR, amparado en  el Derecho Internacional. El segundo paso, montar el primer espectáculo de oposición y gobierno venezolana  en la Cancillería.  Y, cuya intención operaba, bajo el supuesto de un probable éxito, que catapultaría al presidente Medina por encima de Leonel; para su desgracia,  no resultó. Y el tercer paso,  la aparición de  la OTAN con  los pasos anteriores como  éxitos y la moral alta en la reunión del Comité Político del PLD del sábado 16 de septiembre, y de esta manera descargar  los cañones aceitados y la pólvora caliente sobre Leonel, para pulverizarlo y desaparecerlo con un nocaut de la faz de la tierra  morada,  imponiendo de esta manera las primarias simultáneas y el padrón abierto.

La tragedia del 27 pasado de septiembre, es la más graciosa, y es graciosa, porque parece más un juego de niños, que un desparpajo de ignorantes irresponsables, y son irresponsables porque han hecho parecer el país como un reino de párvulos del Derecho Internacional. ¿A quién se le ocurre darle las gracias a alguien, atribuyéndole algo  que no es de su agrado y mucho menos de su deseo? El deseo de Donald Trump  no es que dialoguen, sino que desconozcan y condenen, razón por la que le dejaron fuera de los países invitados  a la cena con el presidente de los Estados Unidos de América, a cuya mesa sólo estaban invitados los que condenan a Venezuela. La otra barajita debajo de la manga, de la OTAN, para el 2 de octubre,  es la supuesta segunda ronda de diálogo pautada y fracasada el pasado 27, que una de las partes ya  ha calificado de show del gobierno, con el que se busca, a juicio de ellos,  una foto para el nuevo y  torpe Mediador de América Latina. La interferencia del gobierno dominicano, ha creado ruido a la ruta de solución que encaminaba  la comisión de UNASUR al conflicto en Venezuela.

Todo parece que   a la OTAN se le mojó la pólvora y se le enfriaron los cañones para el lunes 2 de octubre en la reunión del Comité Político, que tiene en agenda discutir como tema único las primarias internas simultáneas con padrón abierto de la Junta Central Electoral. La posición y todo lo que ha hecho el danilismo-OTAN es tratar de imponer este absurdo que contiene en sus entrañas el germen de destrucción del sistema de partidos. Si la Constitución de la República Dominicana,  los proyectos de ley, y de manera particular el que se está consensuando, predican la democracia interna y el derecho de membresía, reservando ambas fuentes de derecho a la autoridad de  los  organismo superiores de dirección, resulta un contrasentido reglamentar por ley, lo que se le  está reservado al ejercicio y obligación de autoridad de una Asamblea Partidaria.  Partido sin padrón interno de membrecía, carece de legitimidad y su existencia es irreal, porque no existe convención que les norme y razón que le regule.