En entregas anteriores, hemos abordado el tema de la competitividad y productividad, factores sin los que sería difícil, promover y expandir las exportaciones del país e impulsar la propia industria nacional para el abastecimiento de los requerimientos del país.
Es imposible promover las exportaciones, hasta tanto no se eliminen las terribles distorsiones existentes en Republica Dominicana, ya que estas van en detrimento de la productividad y eficiencia, lo que al final repercute sobre la competitividad, tan necesaria en las actividades de exportación, cuando se está compitiendo con países tradicionalmente exportadores, que han sabido llegar a sus posiciones actuales, en base a establecer estructuras y sistemas integrados que producen crecimiento y competitividad.
Algunos aspectos importantes que han determinado, el pobre desempeño de la actividad exportadora en la Republica Dominicana, si lugar a dudas lo constituyen: las grandes trabas burocráticas, la falta de igualdad en cuanto al trato estatal al exportador dominicano, en contraposición con el exportador extranjero, sobre todo de las zonas francas, la irracional aplicación de las leyes actuales que supuestamente persiguen la promoción de las exportaciones.
De igual modo, el poco entendimiento del estado en reconocer el aporte potencial a la economía del país, que pudiesen hacer empresas con vocación de exportación, que no necesariamente requieran estar ubicadas en las llamadas zonas francas. Pero haciendo la salvedad de que estas empresas gozarán de los mismos beneficios que disfrutan las de las zonas francas.
Así mismo la falta de un organismo que realmente promueva las exportaciones, a través del apoyo técnico, orientación y acompañamiento en la ejecución de proyectos que han sido estudiados y con recomendaciones favorables, y que solo requieren de la búsqueda de potenciales inversionistas, que en la actualidad no pueden tomar decisiones favorables por las altas tasas impositivas y de mas irracionales a las fabricaciones locales con vocación de exportación.
El caso de las medicinas es particularmente fabuloso, si cabe decir. La medicina importada está exenta de impuestos, sin embargo, la medicina fabricada en el país fuera de las zonas francas, esta repleta de impuestos por todo lado.
Se sabe que llegan al país, de origen importado, muchos medicamentos genéricos, que pueden importarse a menores precios que los elaborados localmente y entendemos que entre las razones del porqué esto es posible, es por el hecho indicado, la protección que tienen los medicamentos importado los cuales entran al país totalmente exento de impuestos.
Mientras tanto, el productor nacional de medicamentos, debe pagar impuestos sobre los componentes del medicamento, como son, los envases plásticos y de cartón, los insertos de papel y los aglutinantes y/o edulcorantes que en ciertos medicamentos se utilizan y esto es inverosímil, pero obedece a una de las tantas distorsiones de nuestro régimen tributario, veamos:
La ley 11-92, Código Tributario de la República Dominicana, establece en su artículo 343, numeral 15), “sobre bienes producidos en el país”, que las medicinas para uso humano y animal, están exentas del pago del ITBIS y en el articulo 344, numeral 3), sobre “bienes importados”, se establece que las medicinas para uso humano y animal, están exentas del pago del ITBIS.
A primera vista, parecería que esto es un tratamiento justo, sin embargo, en la práctica tiene como resultado el que indicamos mas arriba, ya que los fabricantes locales de los empaques primarios y secundarios, y terciarios, deben pagar el ITBIS sobre la materia prima que utilizan para la confección de los mismos, el cual pasan al fabricante del medicamento, como un costo oculto. Así mismo otros fabricantes locales de componentes diversos de los medicamentos.
Este concepto, fue altamente discutido, en los años 80 y siempre abogamos por el hecho de que la medicina, era un producto compuesto por el propio medicamento y los envases, ya que es imposible concebir un medicamento, por ejemplo, que se compre, solo el líquido o el polvo, si no es en un envase para garantizar la calidad del mismo. De manera administrativa, una de las administraciones que pasó por la DGII, exoneró de manera administrativa, por varios años, por lo menos las materias primas para la fabricación de los envases, pero luego, como es normal en nuestros países, se volvieron a cobrar los impuestos a las mismas.
Esta distorsión resulta en una competencia desleal, auspiciada por las leyes impositivas del país, exonerando totalmente la medicina importada y gravando al productor local de medicamentos.
Como dice el viejo adagio, las pequeñas cosas, muchas veces son las que producen las grandes diferencias y es por eso que pensamos que independientemente de los planes y estrategias a mediano y largo plazo que se lleven a cabo en el país, podríamos ir arreglando primeramente estas pequeñas cosas que definitivamente representan grandes obstáculos para promover, no solo las exportaciones, sino, además, sustituir importaciones de productos que cuando usted los encuentra en el mercado, le es difícil pensar que son productos importados. Si analiza e investiga las razones, al final encontrará que el factor principal de que estos productos entren al mercado local, es precio.
Mientras no se analicen profundamente, las distorsiones de carácter, algunas impositivas y otras que dan al traste con la productividad del fabricante, estaremos viendo en el mercado y hoy mas que nunca, en este mundo globalizado, productos importados que pueden ser elaborados en el país, a mejores precios y con la misma o mayor calidad que los importados.