Alicia tiene 17 años y vive en Villa Juana. Asiste a un liceo de la zona y le va bien en sus clases. Su mamá, quien es soltera y empleada de una bomba de gasolina, siempre le ha inculcado el valor de sus estudios, para que “llegue lejos en la vida y no sea como ella”. Aunque Alicia quisiera ser Youtuber, sabe bien que debe ir a la universidad. Es por esto que ahora, mientras cursa su último curso de la secundaria, enfoca su tiempo en dos cosas. La primera es estudiar para las pruebas nacionales, las cuáles van a medir y a certificar el aprendizaje que ha obtenido durante la secundaria, además de que la aprobación de las mismas es un requisito para acceder a la universidad. Y la segunda, es buscar opciones de universidades para estudiar, así como carreras que cumplan tanto con sus aspiraciones como con sus expectativas.
Sus planes iban bien hasta que llegó el “coronaviru”. De repente, todo ha sido diferente, como ha sido vertiginosamente cubierto (a veces bien y a veces mal a través de fake news) por los medios de información nacionales e internacionales. Alicia ya no tenía su rutina establecida. No podía concentrarse para estudiar. Por su casa, cada vez más eran las personas en estado de pánico. Su propia madre, había sido víctima, no porque se enfermó, sino porque la suspendieron indefinidamente del trabajo. Es decir, el único y escaso ingreso mensual de la casa, ahora era inexistente. El enfoque de Alicia ya no era el mismo. Ahora más que en pensar en aprobar las pruebas nacionales o buscar información para la universidad, buscaba estrategias para salir de esta situación. No se sentía en condiciones ni físicas, ni mentales, ni emocionales, ni económicas para tomar ninguna decisión educativa.
Sería bueno que aquellos estudiantes que van a entrar a la universidad, puedan ver esto como algo que es momentáneo y a pesar de no contar con todas las respuestas, traten de no aplazar sus decisiones educativas y planes académicos
Es por esto que cuando vió que las pruebas nacionales fueron pospuestas para septiembre 2020, se alegró un poco. Además, en términos más técnicos desde la medición y la psicometría, se establece que el desempeño en la prueba puede estar afectado por amenazas a la validez interna de la prueba, por las condiciones externas ya conocidas. Es decir, las condiciones actuales de aplicar (nerviosismo, estrés, pánico, etc) sesgan los resultados obtenidos. Esto le daría un poco más de tiempo para adaptarse y quizás, continuar con sus planes académicos o tal vez postergar la decisión de estudiar. Debido a todo, aunque se abruma, piensa que quizás deba estudiar una carrera no tradicional tal como Programación, o quizás algo más técnico-profesional, y que sea en un instituto como el ITLA, INFOTEP, ITSC, entre otros.
Lo descrito arriba es una de las situaciones que puede presentar alguno de los actuales 112,691(aproximadamente) estudiantes matriculados en 4to de Bachillerato. Especialmente aquellos cuya vulnerabilidad económica y social es mayor, usualmente asistiendo a centros públicos de nivel socioeconómico bajo. Diversos investigadores han empezado la discusión, de que probablemente los estudiantes de menor nivel socioeconómico, sean los que lamentablemente, tengan más probabilidad de posponer la decisión de continuar con sus estudios. Lo cual bajo las situaciones actuales, puede ser entendible. Sin embargo, a veces, el hecho de posponer la decisión hace que sea cada vez más difícil alcanzar la meta académica. Y más aún cuando son motivos extrínsecos que afectan la voluntad interna de continuar con los planes académicos.
Como ya han investigado algunos journals de educación internacionales, esta crisis COVID-19 ha llegado a cambiar los paradigmas tradicionales de la educación. Quizás a un sistema más holístico. Eso lo sabemos y ojalá sea obvio para muchas personas. Sin embargo, ver la moneda desde una sola cara, o conocer solo un lado de la historia, es un gran peligro, como establece la fascinante escritora nigeriana, Chimamanda Ngozie Adichie. Debemos ver ambas caras de la moneda. Y así como la crisis/pandemia covid-19 ha traído a la luz realidades que se escondían detrás de números crudos, nuevos paradigmas de pensamiento, y también nuevas oportunidades para priorizar las políticas educativas, también ha traído retos que necesitarán ser abordados de manera multi-dimensional. Nadie planificó esto. Sería bueno que aquellos estudiantes que van a entrar a la universidad, puedan ver esto como algo que es momentáneo y a pesar de no contar con todas las respuestas, traten de no aplazar sus decisiones educativas y planes académicos. Simultáneamente, que el sistema de Educación – que naturalmente, enfrenta muchos retos desde antes de esta crisis – haga de esta transición hacia la educación superior, una que tenga la menor cantidad de quiebres estructurales posibles, especialmente para no complicar demasiado los planes académicos de aquellos más vulnerables, que usualmente son los que más necesitan la educación para romper con brechas intergeneracionales de pobreza.
Referencias utilizadas
- Estudiantes matriculados en 4to medio: se utiliza como proxy estudiantes que tomaron pruebas nacionales 2019 según MINERD (aquí: https://bit.ly/3bULhiR)
- Sobre postergación decisiones educativas: https://bit.ly/2TscFhD
- Peligro de ver una sola cara, charla (TED Talk) de Chimamanda Ngozie Adichie: https://bit.ly/3g8hDKi
- Amenazas a la validez de las pruebas: Hogan 2004, introducción a las pruebas psicológicas.