Es una verdad mundialmente reconocida que el lenguaje que empleamos delata nuestra procedencia y nos puede marcar de por vida. Un giro idiomático, la entonación en una frase, el acento regional, y hasta una sola palabra en un momento o lugar crítico pueden desencadenar el prejuicio del orgullo heredado. El prejuicio lingüístico es tan extendido e intenso como los prejuicios por atributos físicos y étnicos, y de hecho todos se confunden en la aborrecible discriminación por estereotipos.
En ese contexto se produce la denuncia de Tiffany Martinez, estudiante de Suffolk University en Boston, relatando su experiencia al sentirse discriminada en el aula por su ascendencia dominicana, manifestada en su pelo crespo y su apellido hispano. Según Tiffany, a pesar de sus credenciales académicas desobresaliente estudiante de término de sociología, una profesora le hizo pasar un momento muy desagradable al entregarle un trabajo corregido y comentar en tono recriminatorio delante de sus condiscípulos que “ese lenguaje no es el tuyo”.
Aparentemente una palabra “erudita” detonó en la catedrática la manifestación de prejuicio lingüístico basado en la ascendencia hispana de la joven aspirante a una carrera académica, según relata Tiffany. En el escrito, la profesora subrayó la palabra “hence”, que equivale a “por consiguiente”, al entender que es una palabra muy sofisticada para la estudiante. ¿Duda la profesora de la eficacia de la institución educativa para formar jóvenes profesionales capaces de redactar ensayos académicos? ¿O es para la profesora inconcebible que una carajita del Bronx- y de origen hispano- se exprese al redactar un trabajo universitario en el lenguaje culto de la academia sin recurrir al “copy-paste”, quizás prejuzgando por su habla cotidiana, y por supuesto por su profusa greña y apellido plebeyo?
En el sur profundo de Estados Unidos peores manifestaciones de discriminación son frecuentes, pasando desapercibidas o siendo sofocadas las denuncias, a pesar de las leyes federales que prohíben la discriminación
Un estudiante de alcurnia, quizás de apellido “Martinson” en lugar de “Martinez”- rubio y ojos claros por demás- es evidente que recurre a google para buscar sinónimos de una palabra; pero la hija de inmigrantes y de primera generación universitaria hace la búsqueda para plagiar, parece ser el fundamento de la reacción sesgada de la catedrática. Por lo menos así fue interpretado el desagradable incidente por Tiffany, pues no es la primera vez que siente el desprecio de quienes ven en ella a una intrusa en la academia, y este incidente finalmente rebosó la copa de su paciencia.
Al relatar la experiencia en su blog personal, Tiffany atrajo miles de visitas y comentarios, un aumento exponencial sobre el puñado de lectores que suele tener. Pues muchos de los comentaristas reconocieron haber tenido similares experiencias de discriminación, manifestando empatía por la combativa estudiante y haciendo viral la difusión de su reflexión. Varios medios de alcance nacional recogieron sus comentarios en EEUU, propagándose luego la historia por todo el mundo. La universidad reaccionó inmediatamente al ser cuestionada al respecto, prometiendo primero una exhaustiva investigación del comentado incidente, y a los pocos días anunciando medidas correctivas y preventivas a nivel de toda la institución, reafirmando así su compromiso institucional por la educación inclusiva y el respeto a la diversidad.
La institución reconoce que aun en el siglo XXI, y a pesar de su política y los esfuerzos por eliminar el sesgo contra ciertos individuos y grupos de la sociedad, se producen incidentes de agresión discriminatoria. Estos estallidos son resultado del condicionamiento social en el hogar, en la escuela y en la comunidad durante generaciones que nos hace ver estereotipos en lugar de individuos. Estas pasiones heredadas requieren de constante vigilancia para que no se desborden, manifestándose agresivamente en sencillos actos de la vida cotidiana en muchos casos sin ninguna intención de ofender pero definitivamente ofensivos.
En todas las sociedades subsisten al menos remanentes de los ancestrales prejuicios que obnubilan el razonamiento en ciertas circunstancias, como parece ser este caso en el aula de una universidad privada en una capital del conocimiento y la cultura de tolerancia como es Boston. En el sur profundo de Estados Unidos peores manifestaciones de discriminación son frecuentes, pasando desapercibidas o siendo sofocadas las denuncias, a pesar de las leyes federales que prohíben la discriminación. Al menos Suffolk University no ha intentado negar que pueda haber brotes ocasionales de prejuicio manifiesto en su comunidad, pues sus directores saben que con su negación jamás habrá mejoría. La universidad prefiere redoblar esfuerzos para seguir combatiendo esta antiquísima tara social en su medio, antes que buscar excusas desmintiendo los hechos relatados por una estudiante que se siente afectada. Así se avanza en el camino hacia la eliminación de los prejuicios heredados que permean nuestra vida diaria en perjuicio de la paz y el progreso, quedando aun un largo trecho por andar, en algunas comunidades más que en otras porque se niega esa sombra del pasado que aun mancha nuestro presente.
A continuación una selección de los artículos respecto al caso de Tiffany Martinez:
http://almomento.net/acusan-de-plagio-a-universitaria-rd-por-usar-termino-por-lo-tanto/257628
http://esbarrio.com/news/tiffany-corin-martinez-suffolk-university/
https://vivatiffany.wordpress.com/2016/10/27/academia-love-me-back/
http://www.chronicle.com/article/Not-Your-Language-How-a/238239
http://www.pellinstitute.org/downloads/opportunity_matters-Articles_Martinez.pdf
http://thesuffolkjournal.com/21665/news/suffolk-student-accused-of-plagiarism-blog-post-goes-viral/
http://thesuffolkjournal.com/21692/news/in-the-spotlight-witnesses-speak-on-students-viral-blog/
https://www.facebook.com/suffolkuniversity/posts/10154060141072151