Sé que con lo que diré a continuación me llevarán a la hoguera, pero no puedo quedarme indiferente ante las acusaciones que se le han hecho a Plácido Domingo, a quien admiro grandemente.

Quiero decir, y es mi opinión, que este maravilloso tenor posee la sonrisa más hermosa que he visto. Ya es un hombre mayor y a pesar de los años posee ese sexapil que atrae a cualquier mujer. Imagínese usted como sería treinta años atrás, no creo que una fulana de tal tuviera que sentirse acosada y perseguida por él. Bastaba una sonrisa suya para que ésta se desabrochara la blusa o se levantara la falda.

¡Qué bonito! Después de tantos años es que se recuerda de que él la acosaba. Lo más hermoso ha sido ver cómo tantas personas serias que trabajaron con él han salido en su defensa, (solo tiene que buscar en los periódicos y en los noticiarios). Además,  en Europa le han dado un gran espaldarazo sin cancelarse ni uno de sus conciertos, contrario a Estados Unidos que solo se han dejado llevar del rumor de otras nueve mujeres que ni la cara han dado.

No estoy de acuerdo con el acoso. Cuando joven, fui víctima de acoso, pero enseguida me dirigí a la persona que me podía ayudar  y recibí la oportuna ayuda. Quizás esto no venga al caso, pero cuando uno no está de acuerdo, no hay fuerza que lo obligue a consentir algo que está convencido de que está mal.

Otro hecho que viene a mi mente es el caso de la menor abusada por dos oficiales, perdón, apareció un tercero.

Cual de los tres más sinvergüenza, porque todos tenían sus familias y sabían se trataba de una menor. Además, los guardias se creen dueños del pueblo al que le asignan y sobre todo, hacen alarde de sus conquistas. Pero yo me pregunto, dónde estaban los padres de esa niña que sabían a lo que se dedicaba,  que su precio era tan simple como una nevera, un televisor y una cama, por un lado, y por el otro unos muebles de caoba y otras cosas más, con tal de evitar el escándalo.

A los tres guardias hay que darle un escarmiento, se lo merecen. Pero no una prisión en sus cárceles, sino en prisiones comunes en donde van los delincuentes.  A esa  niña, ponerla  a limpiar pisos y barrer parques. Enseñarle que las cosas se consiguen estudiando y trabajando y que se olvide de las extensiones de pelo y de las uñas postizas, que es lo que está motivando a las jóvenes para prostituirse.