1. Cinco pintores distintos
Ignoro la razón por la cual elegí seis cuadros de cinco pintores tan diferentes y en especial los tres que presentamos hoy. Como dije en el artículo del pasado miércoles 11, ni me di cuenta que escribía esos poemas bajo la fuerte impresión de haber participado de las alucinantes obras de los dos siglos pasados: los realistas que comenzaban a distorsionar las figuras; los impresionistas, que recibieron en 1874 el nombre cuando Claude Monet (1840-1926) expuso su cuadro “Impresión sol naciente”, y en el periódico Le Echarivari (El Escandaloso o Alboratador) el crítico de planta, burlándose de ellos por el cuadro que reproducimos título su articulo: “Los impresionistas”, y de ese modo les dio el nombre; estaban además, los expresionistas alemanes y franceses, los cubistas, los futuristas, los surrealistas, los näifs, etc., como si fuesen sueños, en un ejercicio francamente surrealista, dejamos que la maquinilla, el artefacto que usaba en vez de la pluma, dejase fluir el impacto fascinante, hasta que al fin pude ver lo que había redactado. Sin duda alguna los culpables fueron esos colores, esos personajes de la vida y de la naturaleza, especialmente aquellos relojes tirados en una playa onírica; aquella vaca encima de un tejado y la lechera sin cabeza o aquel poeta soñando sobre una grama; y en estos, sobre todo la revolución de Van Gogh nunca reconocida en vida, y tan admirado después de su trágica muerte, que tanto debería inspirar a los artistas que realmente amaran su arte, ya que en definitiva, la gloria permanente no la dan los premios ni las alabanzas contemporáneas, sino algo que no se compra ni se vende: el hecho de trascender épocas y dejar una obra como la de este holandés universal, o esa aparente quietud en Gauguin o aquel reposo angélico de Rosseau.
De los otros, Dalí, es reconocido como surrealista; Chagall entre surrealista y cubista. A Van Gogh se le reconoce como expresionista, y, en cierta forma, a su antiguo amigo Gauguin también; Rosseau es diferente: lo han considerado näif, o ingenuo, anti-académico, o por lo menos, así quedó encasillado.
2. Trigal con Cuervos de Vincent Gogh
Cuervos volando sobre trigales
Quítame estas brumas, esconde esos oros
esas lunas que flotan como nubes
esos caminos como serpientes frescas
esas cabelleras del trigo casi panes
ese ondular de mares soleados
y esa fiesta de cuervos que corren a comerse
el corazón de las tormentas
cuánta semilla de lectura entre los surcos
cuánta terrible lumbre entre los surcos
qué herida para el sueño
qué segura gangrena de delirios
bórrame para siempre esta maravilla que enloquece.
3.- I a orana María de Paul Gauguin
Ia orana María
Entre esas islas con ángeles morenos
entre esa cosa encendida trópica
con ese niño moreno entre los hombros
y ese color ese color que trina
ese color que chilla como belleza herida
ay esas faldas con sueños de varones sedientes
esos pezones casi nieblas
y esas islas esas islas esas islas
levántalas déjame verlas otra vez antes de morir.
4.- La gitana dormida de Henri Rousseau
La gitana dormida
León de alfombras contra el desierto en pie
luna de boj entre estrellitas de laca
fondo río ¿el Nilo? montañas dunas
guitarra-jarra gitana de marras
negra en túnica arcoíris sueña el paisaje
hermoso león acariciable gitana muda
peregrina en callado lugar sin brisas
contra el cielo densamente azul
pesado y liviano como luna de vidrio asomada muda
a la paz de las arenas.
Es como un descanso plácido hacer a veces una pausa y asomarnos a las demás artes, a la pintura cuidando de no excederse el primer día, escuchando música de cámara o reviviendo las impresiones que produce la arquitectura. Todo eso es agradable y hermosa compañía para el hacer literatura. Máxime ahora tenemos museos enteros a nuestra disposición desde nuestras casas, para endulzar la cuarentena de la Pandemia “en la soledad monacal de vuestra alcoba” como dijera Charles Baudelaire (1821-1867) (en el artículo citado se fue un error en la muerte del poeta, como 1967) y tradujese Tulio Cestero (1877-1955).