Desde el 1993 hasta el 2001, Bill Clinton llegó a ser el presidente número cuarenta y dos de los Estados Unidos.
Ya fuera del poder, el señor Clinton se ha dedicado a dar importantes conferencias y orientaciones en universidades, escenarios políticos, económicos, sociales y de diversas índoles.
Todavía mantiene fresco el influyente encanto de orador y buen expositor.
No hace mucho, el Sindicato de Trabajadores de Autos (conocido por sus siglas en inglés como UAW) le invitó para que diera una conferencia a una parte de sus miembros.
Esta organización cuenta con unos 390 mil activistas y con más de medio millón de miembros retirados.
En esa oportunidad, el ex presidente de Estados Unidos se sintió altamente satisfecho al ver cómo la economía de su nación volvía a levantarse después de haber atravesado por un periódico sumamente difícil.
Y prueba de esto era que, precisamente, la industria automovilística empezaba a incorporar a sus plantas nuevas plazas de trabajos para miles de padres estadounidenses.
Con relación a la salud económica, Clinton dijo que hay tres elementos que deben ser tomados en cuenta en una nación cualquiera del mundo. A saber:
1. Tener un sector privado fuerte. Para él un Estado no debe ser ni competidor ni estorbo para el desarrollo de la clase empresarial. Lo único que debe es vigilar porque todo esté dentro de lo justo.
2. Un presupuesto bien balanceado. Esto implica, también, tener los gastos dentro de lo que realmente se ha estipulado. No se puede gastar más de lo que se tiene, pues claramente conduce a déficits que, luego, trastornarán todo el tinglado económico.
3. Lograr en un cierto nivel de crecimiento.
Son estos elementos, según su criterio, los que garantizan el desarrollo sano de un país.