Muchas veces he escuchado la frase de “pídele perdón” dirigida a un niño luego de que, sin importar la edad, haya cometido una falta, ya sea que haya hecho sentir mal a otro niño o a un adulto, o que simplemente haya tenido algún comportamiento inapropiado. Cuando se le ordena a un niño que pida perdón, ¿sabe él realmente lo que significa?
Si el niño no ha alcanzado la etapa de madurez emocional necesaria junto con el desarrollo cognitivo correspondiente, no entenderá lo que es sentir remordimiento para entonces pedir perdón. Es decir, aún no está preparado para razonarlo. Lo mismo pasa cuando se le exige que junto con pedir perdón, dé un abrazo.
Cuando un adulto le impone al niño el pedir perdón por lo que sea que haya cometido, lo único que hace es complacer al adulto envuelto en la situación, pero esto no tiene ningún sentido o significado para los niños puesto que aún no han desarrollado la capacidad para entender lo que verdaderamente significa pedir perdón.
Lo anterior no significa que se pase por alto la falta cometida, pero para llamar su atención les sugiero usar frases que relacionen las emociones, pues desde muy chiquitos ellos van aprendiendo lo que es estar triste, enojado, feliz. Frases como: “mira qué triste está tu compañero de clases por lo que le hiciste”, “lo que le dijiste a María hizo que ella se enojara, ¿qué crees que podemos hacer para que se sienta mejor?”. Si el niño por iniciativa propia quiere darle un abrazo, entonces le da el abrazo. Darles ese tipo de participación, en vez de imponerles el "pídele perdón" les permitirá entender mejor la situación creada.