PICADA

En materia de la lengua nunca se termina de aprender, de investigar y de descubrir. Los hablantes de los propios dialectos en muchas ocasiones no se percatan de que algunas de las voces que utilizan a diario forman parte de su idioma nacional.

La voz del título en el habla dominicana tiene significados propios del país. En algunas ocasiones los nacionales pasan por alto una de esas significaciones porque están muy inmersos en su habla nacional. Lo que les sucede es que “el bosque les impide ver el árbol”.

La palabra “picada” en República Dominicana está emparentada con “picadera”, y aquella no aparece documentada en los diccionarios del habla general.

La picadera sí está documentada en todos los diccionarios dominicanos, es el ‘aperitivo, refrigerio’. La picada por su parte tiene relación con el verbo picar en tanto comer cosa ligera.

“Dar una picada larga, sustanciosa, de largo metraje”, etcétera, se usan para sazonar el modo de expresarse

La picada olvidada es un sustantivo de género femenino que designa la acción de picar cuando esta se refiere a ingerir la ligera refracción, ya sea cuando se toman bebidas alcohólicas o simplemente para engañar, entretener, distraer el estómago, o abrir el apetito.

No es raro oír que una persona diga que va a dar una picada antes de salir de la casa, antes de tomar tragos o con cualquier otro motivo. Es tan real la picada dominicana que algunos le añaden un adjetivo para realzar el valor, sustancia o cantidad de la picada. “Dar una picada larga, sustanciosa, de largo metraje”, etcétera, se usan para sazonar el modo de expresarse. “La picada que se metió fue de hombre”, es otra manera corriente de comunicar la idea de la cantidad ingerida durante la picada.

Esta “picada” dominicana merece que se le haga espacio en los diccionarios del habla dominicana. Como dicen en dominicano “hay que sacarle lo suyo aparte”.

TIEMPO REAL

“. . .G. anunció el desarrollo de lentes de contacto inteligentes para diabéticos, capaces de medir EN TIEMPO REAL los niveles de glucosa en las lágrimas”.

Muchos hispanohablantes utilizan esta expresión del título de un modo que no se corresponde con su significado exacto. La Fundación del Español Urgente al tratar este punto aclara que con la expresión del título “se alude a un sistema que es capaz de responder y procesar la información al ritmo en que esta entra o se introduce”.

El tiempo que se toma el proceso de la información dependerá de la capacidad del equipo así como de cuán complicada sea la información que se introduce.

El error de los hablantes consiste en emplear la expresión en tanto sinónima -sobre todo- de “al instante”. Otras personas usan la expresión en lugar y función de “en directo”. Ha de tenerse en cuenta que no es equivalente de las dos últimas.

El error de los hablantes consiste en emplear la expresión en tanto sinónima -sobre todo- de “al instante

La locución adverbial “al instante” significa ‘al punto, sin dilación’. La locución adjetiva “en directo” se refiere a los programas de radio y televisión y sirve para expresar ‘que se emite a la vez que se realiza’.  Las definiciones se han tomado del Diccionario de la lengua española (2014) de la Real Academia.

“En directo” trae a la mente del hablante la simultaneidad que se alcanza con las transmisiones televisivas y radiales. “Al instante despierta en el hablante la noción de inmediatamente, al momento, enseguida.

El Diccionario de uso del español actual (2011), de Clave trae “tiempo real” y lo define: ‘En Informática, operación que ha sido ordenada desde una terminal y que se realiza rápidamente’. Cuando se habla del uso de las computadoras es cuando con mayor frecuencia se utiliza la expresión sometida a estudio por la gran velocidad con que se procesan las informaciones a través de los ordenadores.

Hay que observar cautela en la forma en que se usa la expresión estudiada para no expandir peligrosamente su campo de acción e invadir ámbitos que no le corresponden.

MONTE – BOSQUE

“. . .dotado de grandes extensiones de bosque, se produce inevitablemente una cierta tensión entre la industria de la tala de S. y la conservación de los MONTES”.

En la lengua hay usos que no pueden violentarse. Los más estables de entre estos son los que la costumbre propicia y mantiene, contribuyendo así a hacer de ellos una tradición.

Para los fines de este estudio el bosque es una extensión de terreno poblado sobre todo de árboles. El monte, por su parte, es una elevación del terreno sin cultivar, con árboles, arbustos y hierbas.

En trece países de Hispanoamérica se usa la palabra monte para referirse a la maleza, mala hierba. En República Dominicana se utiliza “monte” para mentar el terreno situado fuera de la ciudad o del poblado.

“Ir al monte”, locución verbal que da a entender “defecar”.  Otra locución verbal, “tener el monte en la cabeza”, que trasmite la idea de que la persona a quien se aplica exhibe cultura campesina y comportamiento rústico

De modo general en la lengua cuando se trata de proteger la vegetación se habla o escribe acerca de la “protección de los bosques”, en el sentido de proteger predominantemente los árboles.

Es posible que en algún país de habla hispana en lugar de proteger las extensiones de terreno pobladas sobre todo de árboles, prefieran conservar las elevaciones no cultivadas. Más que una realidad de política forestal, se trata de pura semántica, otorgándole preferencia a un vocablo sobre otro por costumbre local o nacional.

En muchos casos las dos voces del título pueden emplearse de manera indistinta. Eso no significa que en otros casos para ser más precisos se favorezca una más que otra.

En República Dominicana la palabra monte ha originado varias locuciones, de entre ellas se mencionarán las que parecen más conocidas o usadas. La locución verbal “coger el monte”, que es escaparse, escabullirse. También significa incomodarse, enfadarse. “Ir al monte”, locución verbal que da a entender “defecar”.  Otra locución verbal, “tener el monte en la cabeza”, que trasmite la idea de que la persona a quien se aplica exhibe cultura campesina y comportamiento rústico. Para documentar estas unidades fraseológicas se recurrió al Diccionario del español dominicano (2013). Puede anunciarse ya que el año próximo, 2016, la Academia Dominicana de la Lengua publicará un diccionario fraseológico del español dominicano.