El gobierno de Cuba está inmerso en un proceso de reformas económicas que incluye la reapertura a la inversión extranjera. No es nada nuevo, como tampoco lo han sido los cierres de la válvula con compañías privadas igual número de veces. La inestabilidad de las relaciones de las empresas estatales cubanas con sus homólogas extranjeras ha sido hasta ahora su signo más característico.
Sin embargo, en este nuevo movimiento pendular de la política económica cubana -si es que se puede hablar en estos términos- hay un elemento nuevo, “la fiebre petrolera”, que está produciendo proyectos inéditos de gran envergadura que contemplan la prospección y explotación de los yacimientos en la zona del Golfo de México adjudicada a Cuba que contienen, según los expertos, entre 5 mil y 20 mil millones de barriles de crudo.
El traslado a la zona de una plataforma petrolera semisumergible, Scarabeo, propiedad de la empresa italiana Saipem, que parte este mes o en julio desde Singapur, y que será administrada Repsol YPF, la petrolera española es un paso fundamental. Este año, el objetivo es perforar al menos un pozo, y quizás cinco a unos 80 kilómetros de la costa de la península de La Florida.
Cuando Cuba abrió inicialmente sus áreas “offshore” del Golfo para la perforación hace cinco años, Repsol y otros operadores que tenían intereses en los bloques cubanos, entre estos Petronas de Malasia y Gazprom de Rusia, encontraron dificultades para comenzar sus programas de perforación porque el embargo de EE.UU. a Cuba define que las plataformas para de perforación en aguas cubanas solo pueden estar equipadas con no más del 10 por ciento de componentes estadounidenses.
El operador español ordenó entonces la Scarabeo 9, que está equipada para satisfacer las exigencias del embargo. El equipo de perforación se espera que sea utilizado para la perforación entre cinco y siete pozos exploratorios de las compañías que ya tienen convenios con Cuba en marcha.
El embargo significa igualmente que Repsol y otras empresas deben traer trabajadores para los programas previstos de exploración de Noruega, el Reino Unido y Canadá. Ni los trabajadores, ni por supuesto las empresas estadounidenses podrían participar en estas operaciones
No están claras las posibilidades de cooperación entre Cuba y Estados Unidos en caso de catástrofes. Un derrame es algo perfectamente posible, como demostró el desastre de la plataforma de British Petroleum el año pasado, y esta eventualidad ha aumentado la preocupación sobre lo que podría suceder si ocurriera un accidente similar en estas aguas. En primer lugar, estarían en grave peligro los cayos de La Florida y la costa este de EE.UU.
Ante una emergencia, o si fuera necesario traer un equipo, las compañías petroleras internacionales que operan en alta mar frente a las costas de Cuba no podrían recurrir a una empresa con sede en EE.UU. a corta distancia. EE.UU. tampoco tiene acuerdos para sucesos de esta naturaleza con Cuba, como lo hace con México, país con el cual realiza ejercicios preventivos conjuntos dos veces al año.
Los cubanos están apostando en grande por el petróleo. Funcionarios del gobierno y la prensa estatal cubana ya anuncian la formación de personal calificado para sumarlos gradualmente al proyecto. Una nota de los ministerios de Comercio Exterior, de Inversión Extranjera y de la Industria Básica anuncia un convenio con la Agencia Noruega de Cooperación en el cual se aclaran los “términos de referencia del proyecto de gestión de las actividades petroleras” para la formación de personal, administración de recursos, y el intercambio de tecnología para la exploración y producción de petróleo, principalmente en el mar.
Un vocero de la Oficina de Regulación Ambiental y Seguridad Nuclear de la isla aseguró que especialistas isleños reciben formación en técnicas de seguridad petrolera en el Reino Unido y en los propios EE.UU.
La Casa Blanca envió recientemente una delegación a España para analizar la situación con los principales responsables tanto empresariales como políticos. Ken Salazar, el secretario de Estado de Interior sostuvo una reunión en Madrid con el director general de Exploración y Producción de Repsol para desbloquear la situación de la petrolera con la Administración Obama y sus planes de perforar en Cuba. Son algunos movimientos a favor del proyecto.
Mientras tanto, los líderes políticos de La Florida, con el patrocinio de legisladores de ambos partidos se mueven ansiosos e instan al presidente Obama a que frene los planes petroleros de Cubas en el Golfo.
Una legislación, según sus gestores, ayudaría a proteger las aguas y costas de EEUU y evitará que el Gobierno cubano tenga la oportunidad de aprovecharse del dinero del petróleo “mientras continúa oprimiendo y abusando del pueblo cubano y socavando los intereses de seguridad de EEUU”.
Por otra parte, según un comentario del diario alemán Der Spiegel, las compañías petroleras estadounidenses temen “que los comunistas les roben su negocio”, cerca de las mismas aguas en las que el presidente Barack Obama canceló las perforaciones de su país a raíz del accidente de Macondo, muy próximo a donde Cuba se propone perforar con empresas europeas
Estamos ante las primeras escaramuzas de una batalla que se vislumbra larga y complicada en el terreno económico, legal y político, sobre todo en los Estados Unidos.