Nació en la ciudad de Santo Domingo, el 14 de enero de 1793, hijo de los señores Manuel González Regalado (quien fuera Escribano Real) y doña Juana Muñoz.

González Regalado fue muy aventajado en sus estudios.

Ocupó la cátedra de Latinidad desde 1813 hasta 1815 en su Palacio que sostenía el Arzobispo Pedro Valera y Jiménez. En 1815 al reabrirse la Universidad de Santo Tomás de Aquino, fue designado como profesor de Latinidad de Mayores y de Retórica.

En el año 1818 se graduó de Doctor en Derecho Canónico en la Universidad de Santo Domingo.

Desde septiembre de 1818 a agosto 1819 fue Conciliario de la Universidad de Santo Domingo. Obtiene en 1819 por oposición la cátedra de Prima de Derecho Canónico.

Fue ordenado Sacerdote en 1819 por el Arzobispo Valera y Jiménez, en la Catedral de Santo Domingo. Pronunció su primera misa, el 28 de enero de 1819 en la Iglesia Conventual de Santa Clara.

Sirvió interinamente en la Parroquia de El Seibo, en lugar del rector José Antonio de Lemos y León.

En agosto de 1820 fue nombrado Cura de la Parroquia San Felipe de Puerto Plata, la reedificó, amplió y ornamentó. Allí permaneció hasta el día de su muerte.

El doctor González Regalado quiso y amó a Puerto Plata, en razón de que duró 47 años regenteando la Iglesia San Felipe y ese amor llegó a ser tan profundo que no aceptó la designación hecha por el Gobierno Dominicano para desempeñar el Arzobispado. El Padre Rafael Conrado Castellanos ha dicho al respecto: “ En diciembre de 1858 fue designado por el Gobierno Dominicano para desempeñar el Arzobispado de Santo Domingo y fue presentado a su Santidad Pío IX con súplica para las Bulas de Consagración ; pero el Padre Regalado por amor a Puerto Plata, parroquia que no quería abandonar, se negó a ser jefe de la Iglesia en este Arzobispado. En su lugar fue promovido el presbítero Antonio Zerezano, natural de la Capital, que vivió ausente de la patria desde la invasión de Boyer, y que murió sin haberse consagrado”.

Fue miembro destacado de la masonería dominicana, a través de la Logia La Perfecta Unión, en 1842.

Luchó al lado de los trinitarios y formó una célula de apoyo a los mismos en la ciudad de Puerto Plata, por la causa de la Independencia.

Formó parte de la Comisión que en 1844 junto con el general Antonio López Villanueva, para conciliar en los delicados días de la insubordinación de Pedro Santana y de la proclamación de Duarte en el Cibao, para la Presidencia de la República.

En principio a apoyó la anexión del país a España, en el año 1861, proclamada por el general Pedro Santana, pero muy pronto se dio cuenta del error que había cometido.

Fue de los primeros puertoplateños que se pusieron del lado de los restauradores en Puerto Plata, por su posición vertical, sufrió persecución, cárcel y exilio.

Se distinguió en la literatura como orador sagrado. Tuvo aficiones poéticas, publicando algunas composiciones en los periódicos El Porvenir y El Eco del Pueblo.

Dejó inédito un valioso documento que fue publicado posteriormente por la Academia Dominicana de la Historia, en su revista Clío, número 100, intitulado: “Memoria a Plumilla de la Parroquia y Fuerte de San Felipe de Puerto Plata”.

Es digno que sus discursos y escritos sean publicados en libros, que se encuentran dispersos en los periódicos del Cibao.

El presbítero doctor Manuel González Regalado y Muñoz, murió en su amada ciudad de Puerto Plata, después de haber recibido los auxilios espirituales que le fueron administrados por el Pbro. Tomás Mena y Portes, el día 3 de febrero de 1967.

El Lic. Joaquín Balaguer, presiente de la República dispuso mediante el decreto número 2140 del año 1972 el traslado de sus restos en el Panteón Nacional. Los mismos no sean llevados allí.