Nació en el año 1816, en Madrid, España. Hijo de los señores José María Salcedo y Luisa Ramírez y Marichal (ambos naturales de Santo Domingo).

Cuando apenas era un niño, sus padres se trasladan junto con su hijo, estableciéndose en la ciudad de Puerto Plata, allí se desarrolló y adquirió una formación mínima en el aspecto educativo. En aquella ciudad se dedicó José Antonio Salcedo, mejor conocido como Pepillo, a los negocios de corte y exportación de madera.

Hugo Eduardo Polanco Brito, nos lo describió así: “Era un hombre blanco, ojos azules, culto, distinguido y generoso, aunque a veces violento”.

Vivió en Puerto Plata, Guayubín, Santiago, Montecristi, Dajabón, etc.

Contrajo matrimonio con Agueda Rodríguez, en 1841 y tuvieron varios hijos.

Pepillo Salcedo, se integró a la lucha por la Independencia de la República en 1844, destacándose en las batallas de Beller y Sabana Larga. Obtuvo el grado de Teniente Coronel por los servicios prestados en las campañas de 1855 y 1856.

El 15 de agosto de 1857 fue designado Comandante de Armas de Santiago.

No firmó el acta y cuando se le inquirió que firmara respondió: “No puedo aceptar, puesto que soy soldado de la Independencia”

Pepillo Salcedo puso a disposición  de la Guerra Restauradora su talento y ayudó económicamente a la misma.

Cumplió fielmente todas las actividades que le fueron encomendadas en dicha Guerra.

En la Guerra de la Restauración de 1863, fue una de las figuras más destacada en aquella epopeya gloriosa del pueblo dominicano.

Por sus posiciones políticas sufrió persecución, cárcel y exilio.

Ocupó la presidencia de la República, desde el 14 de septiembre de 1863 hasta el 10 de octubre de 1864. Su gabinete lo conformó así: Comisión de Interior y Policía, Genaro Perpignán ; Comisión de Relaciones Exteriores, Ulises Francisco Espaillat ; Comisión de Hacienda y Comercio, Pablo Pujol ; Comisión de Guerra y Marina, Pedro Francisco Bonó.

En el Gobierno de Pepillo Salcedo, fue vicepresidente de la República, Benigno Filomeno de Rojas.

Gregorio Luperón describió así a Salcedo: “Hombre vivo, audaz, valiente y exaltado, y hasta temible…”.

José Antonio Salcedo Ramírez, murió fusilado en Maimón, Puerto Plata, el 5 de noviembre de 1864.

Su fusilamiento se debió a pasiones políticas de sectores del mismo Gobierno Restaurador. Se ha acusado del mismo a Gaspar Polanco Borbón, ejecutada dicha orden por el Teniente Agustín Peña Masagó.

Por sus méritos acumulados fue exaltado en el Panteón Nacional, en 1987, sus restos reposaban en la Capilla de los Inmortales de la Catedral de Santiago.