Hijo de los señores José Lucas de la Concha Negrete y Francisca de Borja López; nació en la ciudad de Santo Domingo, el 20 de noviembre de 1819. Su nombre completo era Jacinto José Rafael de la Concha López.
Fue él uno de los nueve fundadores de la Sociedad Secreta La Trinitaria, el 16 de julio de 1838, en Santo Domingo, siendo su líder Juan Pablo Duarte.
Su mantuvo en permanente contacto con los demás miembros de La Trinitaria. Su firma aparece en el Acta de Independencia, del 16 de enero de 1844.
Perteneció en calidad de miembro al ejército.
Ayudó a fundar la Sociedad Patriótica Amigos del país.
Estuvo en la Puerta del Conde, la noche de la proclamación de la República, el 27 de febrero de 1844. Alcanzó el rango de general.
En el Gobierno de Manuel Jimenes, en 1848 ocupó el cargo de Ministro de Hacienda y Comercio.
Contrajo matrimonio con Hilaria Bobea Castro (hija de Francisco Bobea y Francisca Castro) en Santo Domingo, el 1 de abril de 1848 y procrearon dos hijas: María Luisa y María del Rosario Antonia de Castro Bobea.
Participó en la batalla de Las Carreras.
No compartió la política del general Pedro Santana y fue deportado al extranjero en dos ocasiones diferentes. Vino al país, después de la amnistía dada por el Presidente Manuel Regla Mota, siendo designado en el cargo de Comandante de Armas de Baní.
Jacinto de la Concha fue hecho preso por órdenes del Gobierno Revolucionario en 1857 y llevado a Santiago en tal calidad.
A partir de ahí compartió la política y fue amigo incondicional de Santana. Apoyó sin reserva la Anexión de 1861. En Santiago y Puerto Plata estuvo a las órdenes de las tropas españolas.
También se alió a Buenaventura Báez y en uno de sus gobiernos ocupó la Presidencia del Senado Consultor. A la caída de éste se retiró a la vida privada.
Jacinto de la Concha renunció a los principios trinitarios y se confabuló con los dictadores Santana y Báez. Apoyó la nefasta Anexión de 1861, patrocinada por su amigo Santana.
No merece estar en el Panteón Nacional, pues claudicó y en los últimos años de su vida estuvo del lado más negativo de la política criolla.
El general Jacinto de la Concha, murió en Santo Domingo, el 29 de marzo de 1886.
Mediante el decreto número 2140, del año 1972 se dispuso el traslado de sus restos en el Panteón Nacional, pero éstos no han sido llevados allí.