Murió Juana la loca (a) Chery, sin pena y gloria, a la edad de 104 años en la ciudad de Puerto Plata, el 6 de noviembre de 2014, a consecuencia de un infarto cardíaco fulminante. A su sepelio y enterramiento solo asistió el chofer de la ambulancia que la trasladó al cementerio de San Marcos, Puerto Plata para darle sepultura. Así mueren nuestros personajes folclóricos. Nada de extrañar. No hay una política de Estado, hacia los enfermos mentales.

Si le damos una hojeada a la historia dominicana, veremos que al sepelio del Fundador y Padre de nuestra República, Juan Pablo Duarte solamente asistieron  diez personas en Venezuela, en 1876; así mismo sucedió con el héroe, patriota y combatiente puertoplateño de las dos  intervenciones norteamericanas de 1916 y 1965, Gregorio Urbano Gilbert, en 1970; y, también, con el historiador, biógrafo y escritor puertoplateño Rufino Martínez, en 1975.

Ya no veremos a Chery pernoctando por las áreas de la Plaza Independencia, calle José del Carmen Ariza, Mercado Municipal, Sindicato de Estibadores Portuarios y Arrimos y antiguo edificio del Tribunal de Tierras de Puerto Plata, en donde vivía.

Juana Vargas del Rosario como era su verdadero nombre. Fue una mujer sumamente elegante  y con un atractivo cuerpo femenino. En sus primeros años de juventud atrajo a una gran cantidad de hombres por su belleza y exuberancia en su cuerpo y al vestir. Era bailarina  y ejerció la profesión más vieja de la humanidad como lo es la prostitución. Sacó pasaporte y viajó en varias ocasiones a Curazao para ir a ejercer la prostitución allí.

Nació en el sector La Rigola (hoy Eduardo Brito), Puerto Plata el 24 de junio de 1910, hija de los señores Pedro Vargas (a) pegolo, uno de los fundadores del Sindicato de Estibadores Portuarios y Arrimos de Puerto Plata y Alcalde Pedáneo de La Rigola y de doña Bernardina del Rosario, ama de casa. Además, procrearon los hijos: Balbina, Candita (vivió por muchos años en Santo Domingo y allí la visitaba Juana), Cecilio (fue boxeador), Hilda, Inés y Pedro (pegolito, era boxeador). Juana Vargas vivió en aquel sector por muchos años y no fue alfabetizada e igualmente sus hermanos, por los exiguos recursos económicos de sus padres.

Conoció a Vinicio Vargas y se  juntaron en pareja y tuvieron un hijo de nombre Vinicio (a) Vinicito, éste falleció a temprana edad. A partir de la separación de Juana Vargas y su pareja, ella se lanzó a las calles a ejercer la prostitución y llevó una vida totalmente desorganizada y cayó en la bebida alcohólica. A los años se convirtió en una enferma mental. Se ha dicho que le echaron “un mal”.

Sus familiares las abandonaron e ignoraron para siempre. A partir de ahí comenzó  su vía crucis de pasearse por las calles de la ciudad de Puerto Plata y dormir en cualquiera galería. Murió como vivió en el triste desamparo de la pobreza y fue sepultada como una mendiga.

A través de la historia siquiátrica, hemos tenido a muchas celebridades y genios de las letras, músicas, pinturas, etc., que al final de su vida se han convertido en enfermos mentales, como los siguientes: uno de los fundadores de La Trinitaria, Juan Isidro Pérez;  el barítono y cantante, Eduardo Brito; la poetisa, Altagracia Saviñón; la primera médica dominicana, Evangelina Rodríguez Perozo; el caricaturista, Benito Procopio Mendoza; el cuentista y escritor, Edgar Allan Poe; el héroe y patriota Restaurador, Domingo Guzmán; y, otros tantos…

En la historia de Puerto Plata han deambulado una gran cantidad de enfermos mentales. Algunos de éstos por su forma y manera de actuar se convirtieron en personajes folclóricos, como los siguientes: Siño Domingo, El viejo Caridad, Cosa Buena, Cosa Mala, Nano, Documento, Pirin, Sandino, Diloné, Ciro pera loca, Piringo, Tata la bica y su esposo Pililo, Maruca, César Wells, Anto Bojos, Danilo Mesa, Candela, Polo, Zoila, La Coronela, Narciso,  José Ponce, Soba la Guira, El Chulo, Rosa, Peligro, etc.

Chery, vivió de la caridad pública. Era una amante y protectora de los perros. Se le veía para arriba y abajo con dichos animales. Una gran fumadora de tabaco. En los últimos años de su vida macaba el tabaco con la boca. Se tomaba una cerveza Presidente, el día de su cumpleaños, el 24 de junio, día de su santo. Siempre mantuvo buen apetito para comer, hasta el día de su muerte. Le tenía mucho miedo al agua y terror para bañarse. Solamente se dejaba bañar de Natividad de Jesús Silverio (a)  La Peseta. Los portuarios le pagaban para que la bañe y le cambiará las ropas sucias por nuevas.

Entorno a ella se ha dicho que mantuvo varios romances con figuras puertoplateñas de las altas sociedad puertoplateña y un caso muy socorrido fue de Petán Trujillo Molina, cuando fue joven. Debemos decir, que éste personaje mantuvo negocios y venía de vez en cuando a Puerto Plata y llegó a tener una casa de veraniego en Long Beach, Puerto Plata. Allí se reunía con sus amigos a beber tragos y hacer orgías con mujeres. Dicha versión, puede que sea verdad, por la calaña y desbravada del personaje aludido.

Cuándo a Chery se le molestaba, voceaba a todo pulmón: Un ladrón que mató a Trujillo, refiriéndose al dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina. Juana, nunca asimiló en su enfermad mental que Trujillo Molina fuera ajusticiado el 30 de mayo de 1961 y siempre tuvo la esperanza que el dictador en uno de sus viajes a Puerto Plata le iba a regalar una casa en donde vivir dignamente.

Ha muerto Chery y su perra ha sido la única que la ha estado buscando por los sitios donde ella pernoctaba. Ya no estará en el pago del Sindicato de Estibadores Portuarios y Arrimos de Puerto Plata, buscando su veinte pesos (RD$20.00) por su “trabajo realizado” y mucho menos haciéndole compañía a los taxistas de la Plaza Independencia, de Puerto Plata.