El Museo Memorial de la Resistencia  Dominicana, en su programa de actividades “Pieza del mes”, el pasado jueves 4  rindió un primer reconocimiento al grupo de luchadores de Santiago de los Caballeros, hoy reconocido como “Los Panfleteros de  Santiago”, en su mayoría,  jóvenes menores de 21 años.

Los actos referidos  se celebran en el vestíbulo  del Museo, donde se encuentra una pequeña vitrina, en la que  se coloca una pieza perteneciente a quien se rinden los honores  y estará expuesta durante todo el mes de septiembre, para los visitantes, además de la asistencia diaria de unos 400 estudiantes.

En esta oportunidad se conversaría sobre Manuel Armando Bueno Pérez, quien a sus 15 años sería el artesano de los volantes que circularon en Santiago y otras ciudades del Cibao.  Los impresos en cuestión, considerados   “panfletos” por los organismos represivos del régimen- dando origen a “Los Panfleteros”,-  exacerbaron al tirano e infamemente asesinados, sus cuerpos  jamás aparecieron. A esta acción abominable, sobrevivieron algunos panfleteros.

Junto a los hermanos María, Octavio (Tavo) y Eduardo Bueno Pérez,  el primo  Cristóbal Pérez Siragusa,  las esposas Mercedes María de Bueno, Dilenia de Pérez y la sobrina Erika Bueno, fraternalmente también asistieron mi hermana Elia Celeste y su esposo Felipe Guzmán;  Miguel Marín,  Noris González Mirabal, Rosilda Cruz Mirabal y Francisco González González, además de la grata compañía del  personal de la Institución.

En un ambiente armónico, Luisa de Peña, Directora, dio inicio al evento. A continuación de sus palabras, honrando y resaltando los valores de Manuel  y los demás compañeros planfleteros, invitó a los hermanos del homenajeado  a  descorrer la pequeña cortina que ocultaba la pieza del mes y permitirla a la vista de los presentes y futuras visitas.

Momento de gran emoción. Expectantes, retirado el lienzo,  pudimos ver páginas escritas por   Manuel;  fragmentos  de su libro “Cárcel y Guerra (De una cárcel de TRUJILLO a un comando de abril)  CUENTOS”.  En la obra,  narra con crudeza, su tránsito – y el de varios compañeros-, por la sala de torturas “La 40” y en el penal  “La Victoria”.  Relatos  producto de infaustas y terribles pesadillas, a veces escalofriantes, las que en repetidas ocasiones atragantan al lector.

Decapitada la dictadura, como dirigente de la ANES (Asociación Nacional de Estudiantes Secundarios)  Manuel organizó y dirigió acciones estudiantiles contra los restos de la misma.  Años posteriores, participó activamente en la contienda de Abril del 1965.

De  este imborrable episodio,  escribí “Manuel Armando, Panfletero y Constitucionalista”. Para matizar rasgos de su singular personalidad, copio dos comentarios firmados por  Rafael:

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Rafael                                                                                     “Enviado el 17 de Diciembre 2013  |  #180228

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Para los combatientes del comando Elías Bisonó, el compañero Manuel Bueno era un líder. Simpático, cortes, atento. Nunca abuso de su autoridad en el Comando y alcanzo muy pronto el respeto de los demás. Era el que hacia la lista para los servicios y nunca tuvo preferencia por nadie…a todos nos trato igual. Fue mi líder, a pesar de que en el Comando estaban personalidades como Rubén y Mairení Echavarría, Luis Gómez, un hermano de Asdrúbal Domínguez. Recuerdo que me comento su preocupación porque al comenzar la guerra él se llevo de la casa de su tío, que era militar activo, unas armas de fuego y decía como me le aparezco yo a mi tío. QUE VIVA MANUEL BUENO”.  Con esta hermosa expresión, Rafael concluye su testimonio. 

Cristóbal desconocía cuanto escribe Rafael y el comentario que nos hiciera así lo confirma: “Enterado de la prisión de Manuel, por una llamada de su hermana, mi tía Dorita,  mi padre, Juan Esteban Pérez Guillén, Teniente Coronel E. N. – quien gozaba de las simpatías del “Generalísimo”-, intercedió por la vida de su sobrino.  Puesto en libertad, y bajo su responsabilidad, Manuel sustrajo armas de fuego de la casa”.  Con ellas, en la zona constitucionalista, ¡defendería las libertades de la nación!

Muchos hombres nacen y mueren sin dejar huellas ni rastro alguno. Los hombres como Manuel, sereno en demasía,  aunque físicamente no se encuentre entre nosotros, viven en el dolor de la desnudez; en el llanto de la madre que mendiga el pan para sus hijos; en el anciano que arrastra sus piernas porque carece de sus medicamentos; y,  posiblemente, en la sonrisa del niño amamantado por el seno de su madre.

En fin, antes de partir, el 30 de abril del 2003, nos dejó sus ilusiones de una patria mejor, por la que tantas veces perdió su reposo y quebrantó sus sueños. Desde su pedestal, el Apóstol José Martí le saludaría: “cuando se muere,  en brazos de la patria agradecida, la muerte acaba, la prisión se rompe; ¡empieza, al fin, con el morir la vida!”