Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez
Apertura
Hay narraciones que seducen al lector y lo inducen a hurgar sobre su discursividad y lo obligan a seguir una estrategia de lectura en forma de subidas y bajadas de andamios, para lograr encajar con el entramado novelesco de su estratagema narrativo.
Eso es lo que me ha sucedido con esta psico-novela titulada "Persistencia del ángel-Lugares comunes en la vida de Claudio Cruz", de César Augusto Zapata (Colección del Banco Central de la República Dominicana, Departamento Cultural. 142 p. Serie Arte y Literatura No. 83. Ilustración de la cubierta "Lluvia en el paraíso", del artista de Joaquín Rosario y fotografía de la ilustración de la cubierta, hecha por Eloy Pérez. Editada por la Subdirección de Impresos y Publicaciones del Banco Central de la República Dominicana, 2017).
Si buscamos el significado del concepto "estratagema", en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, veremos que significa "Ardid de guerra,engaño", y, en términos figurados, significa "astucia", engaño artificioso". Eso es lo que mejor puede ser usado para configurar la estrategia del sujeto-autor de esta novela, para envolver a lectores bisoño, porque el texto está estructurado con la marcada intención de dispersar al lector, por no decir, para burlarse del lector, porque, de entrada, se parte de las letras de una canción que marca el final del entramado novelesco, y, sin embargo, es, desde los once (11) versos de esa canción que se v delineando, configurando, paso a paso, cada uno de los quince (15) capítulos que estructural el corpus narrativo narrativo de esa novela.
Se asume, como estrategia o diseño argumentativo, la canción titulada ("Sombras", mejor conocida como  "Cuando tú te hayas ido", la cual está representada en un poema de la escritora colombiana María Luisa del Rosario Sansores Pren, (Mérida, Yucatán, 5/9/1889 y murió el 7/1/1972). Ese poema "Sombras", fue musicalizado por el músico colombiano Carlos Enrique Brito Benavides Nació en Uyumbicho, provincia del pichincha, el 12/11/1891 y murió el 2/2/1943). Esos son datos extraliterios que pueden esclarecer algunos miradas confusas, alrededor de esta novela o de este guión, el cual está delineado de manera alebosa, planificada, para ser escenificado, ya sea desde la dramaturgia, la radio-novela o desde el cine.
Un sórdido espacio vital, descarriado, desde la persistencia carnal y mundanal de un Ángel de las angustias, persigue y atrapa las quimeras sombrías de "Claudio Cruz", cincelado en la magia cabaretera de "Dora", el cuero sabio, tierno y sutil que asume la posición de personaje-central que, al final reduce la tragedia mortal de aquel "amado" o amante trágico, con frustrada visión de universitario enclaustrado en la ceguera de su alma.
Hay aquí un narrador-testigo que es parte de cuanto se mueve en cada esquina de la cuartería de las amarguras y los recelos de almas borrachas de angustias y de soledad.
Es una narración en vaivén, de presente inmediato,  a pasado y  tiempo en futuro, la que sirve de contextualización, para ubicar las acciones de cada uno de los personajes que representan el mundo-dilema que fluye en esta novela. De repente nos asalta el psicoanalista, el consultor conductual o el analista de situaciones somáticas o enfermizas, en medio de la ritualidad entre claro-oscuros de un sujeto que siente y vive a tientas, entre oscuros bultos o muros, su propio desvivir oloroso a navaja bien afilada o a burdel.
La vida del cuero, el entramado del "chulo" oculto en esta tragedia, es la excusa elegida de manera estratégica, para poner de relieve, una parte de aquellos males sociales y políticos que hoy subsumen a esta sociedad del "macho cabrío". Esta es la entrega de la palabra desnuda, dada en bandejas cubiertas de poéticas simbologías que, como lanzas metafóricas, se hunden en los rincones que ocultan la violencia sexual en la madriguera de nuestros contornos de miseria y asinamiento.
Aquí la vida no se queda pintada alrededor de la "Bolita del mundo"  en "La Feria de los antiguos festines de "Chapita", no. Aquí queda registrado aquel mundo sigiloso y privado de seres "diferentes e iguales", como el crecimiento de "Dora" y "Lucinda" de "Cuerpos y gestos parecidos pero mundos internos disímiles". "Dora, en la medida en que su físico cambiaba al paso torrencial de las hormonas en su sangre, se hundía más en sí misma buscando algo que todavía no sabía nombrar, pero estaba segura de poder identificar en su momento". Lucinda se metía por las noches en los matorrales y un olor a sudor y deseo se esparcía junto al perfume de la pringamoza. Había descubierto temprano los placeres solitarios del cuerpo y se tocaba las entrepiernas hasta que la respiración se agitaba y decía cosas que ella misma no entendía. Terminaba húmeda y cansada, con los muslos enfurecidos como en los días que le tocaba limpiar toda la casa o le bajaba la menstruación" (p.29).
He aquí el desteñido universo de ironía de "La maipiola", "La Margarita", "Ella, que completó la secundaria en el barrio, guardaba una copia del "Kamasutra",versión de farmacia, que le ayudó a alcanzar su fama y prestigio" (p.36).
Desde algunas técnicas propias del quehacer cinético y del teatro, en esta novela queda patentizada la burda venta de sexo, "la trata de blanca" o el alquiler de mujeres", para la prostitución, van marcando el prontuario narrativo que en esta obra se resalta en un primer plano, para asumirse como una voz denunciante, no sólo desde el cabaret "El gato Azul", sino desde el alma misma de Lucinda, en su función de personaje-narrdor-omnisciente, procurando ordenar el relicario sin rumbo de su memoria, su otra historia de alma abusada, violada y vendida,  como otras más para el lupanar.
Estamos ante una psico-novela influida por una multiplicidad de recursos artístico-literarios que van desde el monólogo interno de algunos personajes, al uso de múltiples sujetos-narradores que, de manera concomitante, entran a formar parte de la estructura narrativa del contexto social y temporal novelado.
"Claudio Cruz" representa la simbología del sujeto ficcional que en la realidad tangible nos saluda, abrumado en su psicosis cotidiana, en su frustración enfermiza, para justificar su desgarramiento humano, su colapso colectivo, nuestra peste institucional, la infuncionalidad estatal de un sistema jurídico y de seguridad social incoherente, inservible y usado abiertamente, con la complicidad de aquellos sujetos que actúan de manera perversa, en esa, la otra novela ocular, donde tú y yo somos espectadores o bufones burlados por "pulpos", "abusadores" y "gigantes asiáticos", culpables de la tisis de Olga y del hipo mortal de tantos "Claudios Cruz" que hoy se desviven en nuestros llanos y en nuestras lomas.
El manejo de la descripción va situando cada detalle en su sitial determinado, allí los colores, las luces difusas del cabaret y hasta la voz anochecida de un Julio Jaramillo, asume su valor poético, su expresión estética deseada, la dimensión contextual que le sirve al narrador como ardid expresivo, pretendiendo llenar de pasión y suspenso, cada escena, cada cuadro actoral de los episodios y/o capítulos de esta producción novelesca, construida o escrita para adaptarse a la actuación que las circunstancias determinen, ya sea al cine, a la telenovela, a la radionovela o al teatro, con las características técnicas, ya fijadas por el sujeto-autor, quien, en cada capítulo, marcado por los once (11) versos de la canción "Sombras" o "Cuando tú te hayas ido", va prefijado los cuadrantes de su escenario y el perfil psíquico de sus personajes, para detallarnos aquellos "lugares comunes en la vida de un bohemio llamado "Claudio Cruz", sitios tan normales como una universidad, abandonada de sus sueños provincianos, para caer, quizás en el "peje que funa" o tirarse de bruces sobre las nalgas de una "Margarita" cualquiera, mientras de una vellonera brota el amargue de aquella canción que endulza las penas y los sinsabores de Olga, en su psicosis de puta ensimismada por la soledad de una cuartería de chulos, ebrios de nicotina, ginebra, "anís confite" y lujuriosa lascivia.
En esta novela, las descripciones hablan, los colores saltan y se convierten en enunciaciones denunciante, multívocas o plurisemánticas, en medio del ambiente de angustias y recelos que envuelve los rincones de "El Gato Azul", mientras "la vellonera brillaba en la penumbra y entre canciones hacías girar un tambor repletos de discos y el pick UPS llevaba el cuarenticinco de acetato hasta un plato vertical y era temprano en El Gato Azul" (p.35).
Resalto "El Gato Azul", no como un simple lugar de entrepiernas, vientres, cliptoris,  fingimientos de polvos de gallos,  refajos y cuererías, sino porque ese lugar es un personaje medular, céntrico, en esta novela. Ahí surge y se desenreda la madeja social y política que se proyecta en esta obra, desde una narratividad intensa, armónica en sus pliegues explicativos, porque es el espacio-mercado de la trata de gente, de la venta de almas inocentes, derruidas por la pobreza, como la de "Dora" y su familia, más allá de Puerto Plata, en un país cualquiera de este Caribe, convertido en el patio bananero del mercado neoliberal. No hay otra manera de decirlo, es así, y así lo sitúa el sujeto-autor en el encuadre argumental de su novela.
Hay aquí una mirada cinética que orienta al lector a seguir una forma de lectura, otra manera de interpelar al texto, desde un novedoso abordaje estético sobre la lengua.
En el capítulo Cinco (5) de esta novela,  titulado "Y en la penumbra vaga", podemos leer lo siguiente:
"Zoom Out desde el ojo izquierdo de Claudio. Plano general. Otra vez la habitación sola y desordenada. Claudio regresa de su letargo y camina con torpeza hacia el interruptor. Apagón general. Rozando la mano por la pared trata de encender la luz. Pero a cada intento el cuarto se hace más oscuro. Luego, tropezando vuelve al sofá. Una negrura lo acompaña en todos sus movimientos. Monólogo con música de fondo: "Si todo lo que pienso fuera cierto no estaría tan oscuro. Las presencias iluminan" (p.55).
De los tantos sujetos narradores que intervienen en la novela, hay uno que, de manera certera, nos encamina a describir esta obra como un producto artístico-literario propio para un "teatro de la lascivia" (p.67). Con más razón ahora que el nuevo "chulo", "Cadena", se encamó con la matrona o "maipiola" "Margarita", quienes moría por la ausencia cada vez más prolongada de Edgardo". Y  que "Cadena consoló a puño y pene"). (p.68).
La trama novelesca, en esta obra, se nos presenta simulando aquello que pretendimos ser y que nunca fuimos. Y que, a pesar de la persistencia de algún ángel, nos convierte en actores de una obra teatral cotidiana, vital, donde, por más que finjas o simules, eres el protagonista de tus actos, eres el guionista de tu destino, y, al final, eres el otro que siempre quisiste ser, desde el desnudo escenario de nuestra existencia, sin arrepentimientos y sin caretas, desde este bolero de los ensueños, porque:
"Cuando tú te hayas ido/
Me envolverán las sombras/
Cuando tú te hayas ido/
Con mi dolor a solas/
Evocar este idilio en mis azules horas/
Cuando tú te hayas ido/
Me envolverán las Sombras/
En la penumbra vaga de mi pequeña alcoba/
Donde una tibia tarde te acariciaba toda /
Te buscarán mis brazos/te llenará mi boca/
Y aspirar en el aire aquel olor a rosas//(p.123).
Esta es la estrategia alevosa, la trampa  argumentativa que se oculta en el discurso narrativo de este guión abierto, para una proyección cinética de nuestras falencias humanas, desde una propuesta estética, vital para esta novela de la lascivia.