Siempre me han cautivado las historias de desarrollo personal de quienes han
logrado marcar un hito en las diferentes áreas en que se han propuesto metas y sueños, gracias a su tenacidad, disciplina y visión de futuro.
Ellos y sus contribuciones en múltiples campos, nos han facilitado la vida con sus significativos aportes etc. Pero no cabe la menor duda que esas personas comprendieron que el proceso es mucho más apasionante que los resultados.
En las naciones desarrolladas se les inculca a los niños y niñas el valor del esfuerzo constante como la única manera de alcanzar el desarrollo personal.
En cambio, en América Latina -por ejemplo- aún estamos ensimismados con el final feliz de las telenovelas, en el que la muchacha pobre se casa con el galán, que luego descubre que fue beneficiada con una fortuna, se casa con el “prota” y estos son felices para siempre.
Esas historias no suceden en la vida real, aunque esos relatos se toman situaciones cotidianas para desarrollar los guiones.
Aún estamos ensimismados con el final feliz de las telenovelas, en el que la muchacha pobre se casa con el galán, que luego descubre que fue beneficiada con una fortuna, se casa con el “prota” y estos son felices para siempre.
La mentalidad tercermundista, que arrastramos por años, va de la mano con la crianza que muchos de nosotros recibió durante la niñez, seguidas de la poca o ninguna inversión de los gobiernos en aspectos tan fundamentales como lo es el crecimiento personal.
Los gobiernos son responsables de crear las infraestructuras educativas donde se les enseñe a los individuos su importancia.
Pero el desarrollo personal, inicia en el ámbito individual. Cuando perseveramos, abrimos un mundo de posibilidades e infinitos recursos para nosotros, nuestras familias y nuestra comunidades; que actúa como un motor a propulsión que motiva a cada individuo a ser una mejor versión de sí mismo, y a convertirse en un pilar de gestión personal y dispuesto a romper con todas las barreras.
En tanto que, aprender sin detenerse, es hacer énfasis en que todo es posible siempre y cuando no nos detengamos en las trivialidades del día, más si convencidos de que todo implica grandes dosis de esfuerzo. Insisto, que al final todos somos responsables de las buenas y malas decisiones que tomamos.
Cada persona que se esfuerza en cualquier área en la que haya decidido enfocarse, tendrá tarde o temprano la satisfacción del trabajo hecho. El desarrollar todas las habilidades y actitudes que poseemos, nos permitirá abrir la puerta a la obtención de los objetivos y te sorprenderá las grandes cosas que te sucederan.
Siempre y cuando decidimos enfocarnos en lo que realmente es importante. Reconoce que la vida misma, es un proceso inagotable de “ensayo y error” y que mientras estemos vivos, el proceso de aprendizaje es constante.
Organiza tus ideas y prioriza tus objetivos, ya que mientras más claros son tus ideales, más certero es el camino a recorrer. El desarrollo personal comienza desde el mismo momento en que nosotros tomamos el control del camino que los conduce a la autorrealización. Contribuyendo el mejorar la calidad de vida.
Persevere en todo lo que haces y no te detengas a mirar para los lados.