La República Islámica de Irán, conocida anteriormente como Persia, es una de las naciones más importantes del Oriente Próximo y de Asia Central.

Su grandeza radica en su extensión territorial, su enorme población y, sobre todo, su riqueza económica gracias a ser una notada exportadora de petróleo y de gas natural.

Su historia está íntimamente ligada al desarrollo de la civilización humana.

Sin embargo, es aquí en donde las religiones fuera del islamismo están librando una gran batalla para sobrevivir.

El reverendo George O. Wood, superintendente general de las Asambleas de Dios de Estados Unidos y presidente de las Asambleas Mundiales de Dios Comunidad, que representan más de 63 millones de miembros, ha levantado su voz de protesta ante esta situación.

"La intensificación de los esfuerzos por parte del gobierno iraní, en concreto para acabar con las iglesias cristianas, tienen que cesar de inmediato", afirmó.

Se da cuenta de que los cristianos en Irán, en particular, los evangélicos, siguen siendo objeto de hostigamiento, detenciones, una estrecha vigilancia y el encarcelamiento.

A principio de este mes fueron cerradas las puertas de una congregación Asambleas de Dios en Janat-Abad, en Teherán.

Hay amenazas de confiscación del edificio.

Las medidas contra las religiones obligan a los líderes practicantes a tener que presentar el listado de la membresía de las congregaciones. Luego viene la persecución y el hostigamiento.

Desde principios de febrero, otras dos iglesias reconocidas legalmente en Teherán han sido ordenadas detener la celebración de servicios en idioma persa.

Es una situación bastante delicada y compleja debido a que se trata de un régimen cerrado y adverso por naturaleza a toda corriente fuera de su sistema político y religioso y que tiene, además, un control total de toda la estructura del Estado.