He colocado inextenso este fragmento del citado texto, para señalar el uso arbitrario y racional de los signos de puntuación en el poeta, por parte del sujeto-autor. El uso del punto (final y seguido) no obliga al poeta a escribir con mayúsculas los sintagmas siguientes. El poeta tira por la borda esos preceptos y asume su criterio de rompimiento de la "norma oficial", para conquistar cadencia y ritmo dentro del discurso poético.

Solo un escritor con plena conciencia de su oficio y de los fines de su creación desde la palabra, se dispone a tal osadía sígnica. Es lo que pasa con el creador Odalís Pérez. Él busca su propio ordenamiento fónico y se revela contra sí mismo, como analista del discurso, para salvar al creador, al reinventor de cosmos que es el poeta.

Entrando a "Derivas y Esplendores" (Pp. 93-107). Aquí el lector se encuentra con cuatro poemas, de los cuales no me arriesgo a decir que son en prosa, porque el poema es uno, él y su universo fónico, su cosmos de palabras, su espacio-sentido, su ordenamiento caótico o su ilógica que es lo representa su intra-lógica estética.

La obra es la misma en su abordaje hacia el signo y la metáfora, por parte del sujeto-autor, en su aventura estética, y es cuando reaparece "(…) de nuevo el anus mundi en la línea de extensión excrementicia(…)" (ibid., p.95).

El texto, en su expansión de blanco y negro, recoge la voz del demiurgo y es entonces cuando brota la filosofía del poetizar hacia lo exotérico, sin dejar de apuntar hacia lo esotérico, entrando así al espacio del arcano, a la profecía del minotauro, convirtiendo su discursividad en decantadas parábolas:

"el todo absorbe la verdad. la lengua del camino saborea los huesos añejos/, heredados; no dice nadie lo que es puerta/,la ventana del espectro/. Allí/, en el laberinto/, alguien se acerca al minotauro y dice/ con empacho: hoy es el día/. la nave no ha partido/.el rey y la reina han muerto. todo se ha consumado: aleluya/,aleluya/. dios por fin ha muerto/. la clave es el retorno/. (…) (Pérez, O.G.,2015: p. 95).

El origen (El Génesis),
El hombre y su pecado original, la muerte del redentor (Dios) y su resurrección ("la clave es su retorno"), porque "después de la fundación del mundo: dios con la mano y el ojo de del dios/.hubo más secretos/,la mano del éter fabricó fuerzas divisorias y la boca de los ángeles escuchó y a la vez lanzó rayos/, truenos que conmovieron la piel del hombre/. por eso/, la tierra hoyada y recargada se fue desmoronando hasta convertirse en un puñado de cenizas/; el tiempo es un reloj/: el reloj es un símbolo del número/; la materia se ha convertido en siniestro soporte/, en peso de sombras y bestias ominosas/. (…) (ibid., p.97).

No ha dejado su poética del caos frente a la imagen, el poeta. Nada más ha cambiado el ambiente, pero el homus-canis sigue ahí atravesado por el aguijón de la metáfora del sujeto-autor. En esa travesía canina, perruna, el mundo del poeta queda develado como espacio-ritual de ladridos y desgarramientos oníricos, por lo cual pitonisa su emancipación terrenal.

Son los infinitos temas de la literatura universal los que surcan este texto: El hombre y sus laberintos, sus virtudes y su miseria humana, canina o
perruna. La vida, el sexo, el amor, el desamor y la muerte con sus cábalas y sus entuertos:

"(…)nadie como ese/cuerpo/, sin violín ni esfera/,ombligo verdinegro/,foete/lancinante/,látex/,vértigo y negrura de ese triángulo/ que atrae/.blando y peludo/,húmedo y viscoso/,semilloso/y culebrón/,báquico labio/;lengua plástica/,acuosa piedra/;dulce pico/,sudorosa bestia del origen/. voz en uso pálido/.después/,cuando amanece/,olor/a sueño por lo visto/.pesadilla cúbica/,mundo/: pavoroso espejo brujo/; ventisquero anuncia el ojo/en la mañana/,en la caída y el
espanto//. (…) (Pérez, O. G.,2015: Pp. 106-107).

Es que "Perro no come perro" es un solo poema en su totalidad configurativa. Es un texto-embrión, un texto-raíz que el sujeto-autor, en su rebasabilidad creativa o imaginaria, presenta al lector como una trampa pérfida y alevosa, donde signo, metáfora y enunciación poética se entrelazan, para hacernos cómplices de sus disidencias simbólicas, en su desmedido afán de burlarse del signo, en procura de alcanzar el destello seminal del poema y su polifonía.

En conclusión, "Perro no como perro", de Odalis Pérez, es, un texto raíz, un texto troncal, desde el cual se expande un discurso poético en disidencia frente a la lengua , me refiero a una poética confluyente y transformadora, de la cual se tiene que hablar y escribir más, a partir de ahora, en la literatura dominicana contemporánea.