Recientemente en las redes sociales y en distintos medios de comunicación social se ha generado un debate alrededor de la discusión del código penal en el congreso y la posibilidad de reducción de las penas para las violaciones sexuales o sexo sin consentimiento realizadas por conyugues o parejas.
Uno de los principales escenarios desde donde las mujeres y adolescentes son víctimas de violencia física, verbal y sexual es en la relación de pareja, llegando en muchísimos casos a perder su vida. El 80% de las mujeres dominicanas que han sido victimas de violaciones sexuales ha sido de sus parejas (UNFPA 2019) (ENDESA 2013)
La presencia en las relaciones de pareja de practicas de violencia de todo tipo es cotidiana tanto en los estratos pobres como en estratos medios y altos. Esta realidad la cuentan mujeres entrevistadas en distintos estudios etnográficos y cualitativos desde diferentes provincias del país (Vargas/Editorial Española 2019) (INTEC 2014).
“Hace unos meses me iba a casar. Teníamos la fecha de boda, invitaciones distribuidas, lugar, todo organizado para la boda. Una semana antes de la fecha que se iba a realizar la boda mi novio me llama y me pide que nos juntemos con unos amigos para compartir. Fuimos a cenar y luego de la cena tres amigos de él se montan en el vehículo con nosotros para llevarme a mi casa. No me llevaron a mi casa. Uno de los amigos me tapo los ojos con una venda y me llevaron a un motel. En el motel los tres amigos y mi novio me violaron. Fue terrible para mí. Llegue a pensar en suicidarme. No me atreví a denunciarlo” (entrevista a joven de 25 años estratos medios)
El relato anterior es de una joven que entrevistamos dentro de un estudio sobre violencia de género en diferentes provincias (Vargas/Editorial Española 2019). En el relato se muestra el patrón recurrente del ejercicio de violencia sexual por novios, esposos y ex esposos que viven continuamente muchas mujeres y adolescentes en nuestro país y que muchas veces las familias no conocen la realidad vivida por las victimas que tienen miedo de denunciar. Se han producido intentos de suicidios y suicidios consumados de jóvenes que se ven en un callejón sin salida frente a las violaciones sexuales cometidas por una persona a quien ellas le han dado la confianza y todo su afecto, sus parejas.
Este patrón se refuerza desde la socialización de niños y adolescentes que aprenden a ser “machos” desde una masculinidad violenta que les motiva a entender que la pareja les pertenece y que no deben pedirle consentimiento para el sexo, porque “es mía”.
El cuerpo de las mujeres se convierte en un objeto sexual de la pareja quien dispone de ella sea castigándola con golpes, maltrato físico o sometiéndola a un acto sexual en forma obligatoria y violenta. Estos elementos aparecen legitimados y normalizados por muchos hombres como se muestra en el estudio “Masculinidades y Violencia de género” (Vargas/PROFAMILIA 2018).
La condena de estos actos que son un crimen contra las mujeres con un alto contenido delictivo independientemente de quien los cometa (pareja o no) es una necesidad y una urgencia en nuestra sociedad. Las adolescentes y mujeres desde distintos estratos sociales no pueden continuar viviendo los abusos sexuales y la violencia cometida por quienes ellas han aceptado como parejas sentimentales sin consecuencias para los agresores. La violencia sexual va de la mano con la violencia de género, debe haber condenas para las agresiones físicas, verbales y psicológicas, así como las de naturaleza sexual en todos los escenarios que se produzcan en la misma magnitud. Incluyendo matrimonio, noviazgo, o algún tipo de relación sentimental
Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY