Nos achacan a los chinos aquella frase: “Vale más una imagen que mil palabras…”Por ello comienzo estas Divagaciones con la foto satelital del fuego  (como lengua de llamaradas venidas del averno) que devora la cuenca del Amazonas. Tomada del siguiente enlace de Internet: https://www.metro.pr/pr/noticias/2019/08/21/impresionante-imagen-satelital-tras-devastadores-incendios-forestales-consumen-amazonas.html?fbclid=IwAR1F4RNf5mm-GY5NjSM_3sTr7z8yKx70mmJ9XGQDCGVcwxlCTYu6P91jS8A

Además, para  dramatizar el hecho, escribí en mi muro de Facebook la siguiente expresión de impotencia: «Réquiem por el Amazonas, último pulmón que le queda al planeta. En el juicio final nos lo tomarán en cuenta como culpa por la “angurria” con que le estamos maltratando. Señor, ¡ten piedad de nosotros!».

Y no estoy solo ya que recibí un llamado por Facebook de un sacerdote católico desde la selva amazónica pidiendo oraciones para pedirle a Dios… ¡lluvia! Para aplacar el fuego que va destruyendo aldeas, comunidades y asentamientos humanos y toda forma  de vida. Nos parece ingenuo, pero es la voz de la desesperación, que según la foto satelital que presento, es verdaderamente dantesca.

Yo presumía que la vorágine se inició en Bolivia y que por lo tanto se reprodujo en la selva cercana de Brasil. Pero, me vino a la memoria la visita que hace una década hice con mi esposa y una delegación de la Federación Dominicana de Comerciantes a Manaos, y constato que los fuegos alcanzan hasta esos paralelos, el corazón mismo del Amazonas.

Si nos hacemos culpables solidarios de esta catástrofes no debe ser para ocultar al culpable por omisión criminal de la magnitud que ha tomado el desastre: el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien no ha dispuesto acción alguna hasta luego de pasados 16 días del fuego, y se ha negado a la ayuda internacional. No podemos exculpar a los gobiernos de Bolivia y Paraguay por la misma omisión culposa, y a la conciencia planetaria que se esconde tras la impotencia para no reconocer la realidad “política” de los intereses capitalistas que están interesados en provocar este ecocidio para lucrarse de su explotación a costa de empeñar el futuro de la humanidad.

Para este drama político, recurro al articulista Felipe Betim, La Amazonia sin Ley de Bolsonaro, en El País, en el siguiente enlace: https://elpais.com/internacional/2019/08/24/america/1566677891_969276.html

Dice Betim: “El presidente ha flexibilizado los controles ambientales, como había prometido, y sopesa permitir la extracción minera en tierras indígenas. Mientras, varios miembros de su Gabinete, como el ministro de Exteriores, Ernesto Araujo, cuestionan el calentamiento global.” Y ante las denuncias de las ONG y ambientalistas, el excapitán y émulo de Trump, las acusa, a las ONG ambientalistas, de provocar los incendios para generar el escándalo.

Las principales instituciones del Ministerio del Medio Ambiente son el Ibama (Instituto Brasileño de Medio Ambiente y de Recursos Naturales Renovables), responsable de la fiscalización y preservación de áreas naturales, y el ICMBio (Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad), organismo responsable de la creación de áreas de conservación. Bolsonaro ha puesto en marcha una serie de cambios que restan competencias a esos organismos que, según denuncian ambientalistas y un inédito frente de ocho exministros, están desmantelando la política ambiental brasileña. "Siempre ha habido deforestación, pero ahora la promueve el ministro, que desmanteló la gobernanza ambiental", explica la excandidata Marina Silva.

Siendo República Dominicana una isla de una fragilidad medio ambiental, la tragedia de la Amazonía nos debe advertir el peligro de la explotación irracional de  la Gran Minería de nuestro suelo que nos llevará a ser un desierto en poco tiempo, como nuestros vecinos del oeste de la isla…