El espectáculo  fue presentado por el Ministerio de Cultura en la Plaza España  y culminó el  Festival Internacional Olivorio Mateo.

Pareció que las dos tarimas con que se formó el espectáculo se proyectaban a las dos vertientes desde donde se desplaza el presente.

Una de las tarimas estuvo  inmersa en el ruido estridente de las  potentes motocicletas,  y aglutinó como público a jóvenes que funden en un sentimiento el uso  tecnológico del instrumental electrónico y el idioma del poder.

En  otra tarima se presentó un conjunto de tres  formas que nos permiten vivir nuestro presente.

Sorprendente y exquisito lo expuesto por el grupo de jóvenes de Guachupita, que se presentan como los de la Escuela Libre Profesor  Juan Bosch.

Como cargando con la  sorna que se impone, los jóvenes de Guachupita  y el niño del frente parecían seguros de su rotundo éxito

Como cargando con la  sorna que se impone, los jóvenes de Guachupita  y el niño del frente parecían seguros de su rotundo éxito.

Lograron sonidos a golpes sobre objetos del desecho de la industria, convirtiéndolos en  finísimos instrumentos de percusión.

Del repiqueteo crearon ritmos que nos llevaron a nuestros orígenes por la senda evocada de las viejas comparsas de nuestro auténtico carnaval.

Todo un contraste con  la expresión de una intensión fantástica referida a la búsqueda de un origen africano que permanece en aquella nebulosa en la que nos ha hundido la necesidad “europeizante” del sector “blanquizante” de nuestra élite tradicional.

También nos recordaron el muestrario de instrumentos que, aunque  africanos, nos remiten a una zona del áfrica que el islam culturizó en la franja que delimitan el mediterráneo y el Sahara; con su producto musical instrumentalizado en objetos sofisticados, decorados finamente y  alejados del mundo neolítico que se congeló en el espacio de la esclavitud instalada en el Caribe.

Espectáculo maravilloso que nos da una buena muestra de nuestra confusión que también nos permite evocar los acontecimientos de Palma Sola. Como los  sociólogos que nos recuerdan que la identidad  es un fenómeno de la dialéctica entre el individuo y la sociedad.