En una tertulia sabatina en la que solemos discutir diversos temas se presento de pronto lo relativo a la percepción de la obra de arte.
Fue cuando una de los participantes trajo a colación algo que pudo leer hace un tiempo. Lo presento con una frase, -La obra de arte es siempre externa al espectador-.
Es sobre la forma en que se instalan aquellos objetos que ocupan las tradicionales magnitudes del espacio circunscrito que nos sirven para elucubrar sobre la determinación de voluntad en orden a un fin específico.
Se trata de ese sentido de simulacro que tradicionalmente dieron los artistas europeos en el curso de medio milenio a la representación de los objetos para la creación de la obra de arte mediante la utilización de la perspectiva.
A propósito de lo expuesto en aquella tertulia podríamos hablar de cuatro componentes que son imprescindibles para que podamos percibir la obra de arte. Nos referimos también a dos formas de percepción, la sensorial y la intelectiva.
Hay un principio universal que se refiere a la fuerza que transforma las cosas y que alude a la realidad objetiva cuando es material.
Así es la forma en que el hombre mide la separación de los acontecimientos como es el flujo sucesivo de las circunstancias.
Después, en la misma época en que se desarrollaba el movimiento Modernista en el arte fue descubierto por los físicos, el Espacio -Tiempo…
Como lo que es externo al espectador de la obra, porque hay dos modos que operan para el ejercicio de la percepción.
El intelectivo se refiere al estado del conocimiento no abstracto que permite la interpretación y asociación con los estímulos externos denominados realidad.
Todo esto es así si agregamos otro concepto como es la conciencia, la que requiere del uso de los sentidos como medio de conexión entre los estímulos externos y sus asociaciones como son los pensamientos.
Proceso que nos permite, a través de los sentidos percibir la información proveniente del entorno que llamamos realidad. La que se vuelve intangible cuando se trata de la obra de arte.
Es la conciencia que incorporemos a la obra asistida por los pensamientos que componen nuestra experiencia y nuestra imaginación. Es todo el proceso de la percepción de las obras que nos permite creer que es un estado en que se ha eliminado el presente.