"..Mi arquitectura es como un organismo vivo, es biológica…" Le Corbusier

Charles Édouard Jeanneret-Gris, conocido como Le Corbusier , nació en 1887 en La Chaux de Fonds, Suiza y murió en  1965 en Roquebrune Cap Martin, Francia. Fue sin dudas el principal exponente de la arquitectura moderna y junto a Frank Lloyd Wright, Walter Gropius y Ludwig Mies van der Rohe, uno de los más grandes arquitectos del siglo XX y de todos los tiempos.  En 1926, Le Corbusier presentó los cinco puntos para una nueva arquitectura que son:

1) Separación del edifico del plano horizontal mediante pilares.

2) La terraza-jardín (cubiertas planas ajardinadas).

3) La planta libre.

4) La ventana longitudinal.

5) La fachada libre independiente de la estructura.

Definir cada uno de estos puntos sería materia para varios artículos, por la importancia capital que han significado en la teoría y la práctica de la arquitectura, desde su publicación y hasta nuestros días. La validez o no de cada uno de ellos se relaciona directamente con las condicionantes climáticas y socio-culturales del lugar, las aspiraciones del promotor del proyecto, y la capacidad del arquitecto para proponer una solución de diseño a partir de estas variables.

De estos puntos presentados por el maestro, al día de hoy el de la terraza jardín renueva su vigencia desde el punto de vista bioclimático.  La cubierta ajardinada propuesta por Le Corbusier se plantea como una solución eficaz para evitar el sobrecalentamiento de  los techos planos. Este tipo de cubierta ecológica le proporciona a la cara del edificio más expuesta al sol, un escudo vegetal que   además es agradable a la vista y que en cierta medida restituye el terreno ocupado por la huella física del edificio proyectándolo hacia la última planta.

Si observamos muchas de nuestras ciudades y comparamos lo que vemos con lo que teníamos antes,  podemos notar como muchos de sus árboles han desaparecido, como la vegetación de sus barrios, integrada a la vida cotidiana de los vecinos, ha sido sustituida por hormigón y asfalto, dejando poco a poco fuera del escenario urbano aquellos pulmones verdes de los que antes disfrutábamos.

Plantear la cubierta ajardinada como un sustituto a los extintos espacios verdes de nuestras ciudades no es la intención de este artículo ni de quien lo escribe. Los espacios verdes urbanos deben ser recuperados (o planteados donde nunca han existido), para que jueguen su papel social y de descontaminación atmosférica. La que sí se puede plantear es una cubierta vegetal o ecológica, como aproximación razonable al camino de las soluciones complementarias.

Cubierta verde Ayuntamiento de Chicago, "La ciudad del viento"
Foto Fuente externa

Como solución técnica, la cubierta ecológica nos ofrece ventajas tales como; la reducción del salto térmico entre el exterior y el interior, es decir, que el calentamiento excesivo de la cubierta no se transmitiría a los espacios interiores al ser disipado por las plantas dispuestas en el techo; se obtendría un aislamiento acústico bastante mayor que con otro tipo de solución; si se selecciona la especie vegetal adecuada se puede implementar un sistema de captación pluvial que permita la reutilización del agua y/o el riego de las zonas ajardinadas del edificio con un consumo realmente mínimo; también se podría considerar la opción de crear un pequeño huerto urbano sin mayores pretensiones.

Un techo jardín bien diseñado, acorde a las características climáticas del lugar, no supondría ningún problema en caso de tormentas o huracanes (la selección de la especie de planta es fundamental tanto en su tamaño como por su manera de ser instalada), más bien podría ser una garantía de estanqueidad para la cubierta, asegurando su impermeabilización y alargando su vida útil.

Además de todo esto, las plantas  sirven de de captadoras de partículas de polución y hasta cierto punto de purificadoras del aire.

Lo cierto es, que como cualquier propuesta bioclimática, la cubierta ajardinada implica un sobrecoste en el total final de obra, pero éste gasto adicional no solo se convertirá más adelante en un valor añadido para el inmueble, sino que implicará un ahorro energético en el gasto de climatización por ser ésta una excelente solución térmica.

Estos pequeños jardines en altura, más allá de un guiño al medio ambiente, pueden llegar a ser

excelentes aliados para las ciudades en su camino hacia la recuperación de espacios verdes; además de ser alternativas para la reducción del consumo y el ahorro energético de los edificios.

Si el ser humano decide invertir en la preservación del medio natural, habrá dado un paso importante  para la preservación de su propia especie….