¡ALELUYA! Por fin he encontrado un punto en el que estoy de acuerdo con Benjamín Netanyahu. ¡De verdad!
El lunes, la Knéset volvió a reunirse para su sesión de invierno después de unas largas (y benditas) vacaciones. En tales ocasiones, el presidente del estado y el primer ministro están invitados a hablar. Se supone que los discursos son festivos, llenos de tópicos piadosos. Entran por un oído y salen por el otro.
Pero no esta vez.
Sentado junto al presidente del parlamento, el Presidente de Israel, Reuven Rivlin, pronunció un discurso sin precedentes en todos los aspectos. Atacó a la coalición gubernamental dominada por el Likud y la acusó de socavar el estado de derecho, al Fiscal General y a la policía.
El Presidente no es izquierdista, en absoluto. Él pertenece a la derecha nacionalista. Su ideología es la de “la totalidad de Eretz-Israel”. Es un miembro del partido Likud.
Para entenderlo, uno tiene que remontarse a Vladimir Jabotinsky, quien en la década de 1920 fundó el Partido Revisionista, el padre de la derecha sionista. Jabotinsky nació y se crio en el Odessa zarista, pero estudió en Italia, cuando el Risorgimento aún estaba fresco en la mente de todos. Este movimiento era una mezcla inusual de nacionalismo extremo y liberalismo extremo, y Jabotinsky se llevó todo esto con él.
El retrato de Jabotinsky cuelga en todas las oficinas del Likud, pero sus enseñanzas han sido olvidadas desde hace mucho tiempo por la membresía del Likud, excepto por los veteranos como Rivlin, que tiene 78 años. Él nació al estallar la Segunda Guerra Mundial. Pertenece a un grupo especial de personas: descendientes de judíos de Europa del Este que vinieron a Palestina mucho antes de que naciera el movimiento sionista. Su padre era un experto en cultura árabe.
Rivlin es una de las personas más agradables que conozco. A todos les gusta. Todo el mundo, excepto Netanyahu, quien, con rara previsión, se opuso a su nominación.
NETANYAHU ESCUCHÓ el discurso de Rivlin con el rostro congelado. Luego se levantó para hacer su propio discurso, un discurso que se preparó mucho antes de la sesión, pero que sonó como si Rivlin lo hubiera escuchado antes de preparar su propio texto.
El Primer Ministro atacó al Tribunal Supremo, al Fiscal General, al Jefe de Policía, a los medios de comunicación y a la izquierda, como si todos estos se reunieran en secreto para preparar su caída. Fue algo bastante extraordinario, porque el fiscal general y el jefe de la policía son fruto de su propia elección personal.
Según él, todos estas personas estaban conspirando para derrocarlo en un complot antidemocrático, un golpe de Estado por parte de investigadores de la policía y fiscales criminales. Las frecuentes filtraciones de estas investigaciones, que han sido ampliamente publicadas en los medios de comunicación, fueron, según Netanyahu, parte de la trama.
Y, de hecho, el público ha sido bien informado acerca de las investigaciones, una de las cuales se refiere a los costosos regalos que le dieron los multimillonarios a Netanyahu, quien a su vez es bastante rico. Los regalos incluyen cigarros muy caros, y por lo tanto, esta investigación de soborno se llama el “caso del cigarro”.
El mismo y otros millonarios también le dieron regalos caros a Sarah, la muy impopular esposa de Netanyahu. Estos incluyen champán rosado, por lo que esta investigación se llama “el caso de champán rosado".
Pero estos son bagatelas en comparación con una nube negra que se acerca a Netanyahu y se llama el “caso submarinos”. Se trata de la adquisición de submarinos y buques de superficie de un astillero alemán. Dado que los productores de armamento alemanes son conocidos por pagar enormes sobornos a los jefes de los países atrasados, a nadie sorprendieron realmente los rumores de que se pagaron decenas de millones de euros a políticos, almirantes e intermediarios israelíes. Pero, ¿dónde se detuvieron los euros? ¿Antes de que llegaran a la cima?
LAS REACCIONES de Netanyahu dicen más que los rumores. Han reemplazado sus obsesiones sobre la bomba nuclear iraní, el terrible peligro de Hezbollah e incluso la traidora izquierda israelí. Parecen ser aquellas su preocupación principal.
Para neutralizar a la camarilla, Netanyahu y sus secuaces han encontrado una solución simple: adoptar la “ley francesa”. Este es ahora el principal esfuerzo del gobierno israelí y del partido Likud, en detrimento de todo lo demás. Dice simplemente que no se llevará a cabo ninguna investigación criminal o procesamiento contra un “primer ministro en funciones”.
A primera vista, hay algo de sentido en esto. Nuestro primer ministro debe conducir los asuntos del estado, planear la próxima guerra (siempre hay una próxima guerra) y promover el crecimiento económico, todas las funciones que sufren cuando él está totalmente ocupado con docenas de casos criminales. Pero, pensándolo mejor, significa que un criminal puede servir en el más alto cargo y que el primer ministro, él y nadie más en el país, está exento de investigación.
Es cierto que, de acuerdo con esta ley, las investigaciones solo se posponen hasta que el primer ministro se convierta nuevamente en ciudadano normal. Pero Netanyahu está en su cuarto mandato de cuatro años, y todas las señales son que él tiene toda la intención de tener un quinto, un sexto y un séptimo, si Dios −que bendito sea− le prolonga su vida en consecuencia.
Ningún otro líder en el mundo democrático goza de tal privilegio, excepto uno. Se llama “ley francesa”, pero hay diferencias enormes. La ley francesa protege al Presidente del enjuiciamiento mientras está en el cargo, pero no al primer ministro. Además, y eso también es muy grande, los términos del cargo del presidente francés están limitados a dos, por lo que el aplazamiento no es demasiado largo.
EN ESTOS momentos, toda la maquinaria del gobierno se está movilizando para convertir esta abominación legal en ley.
Algunos de los socios de la coalición Likud se están resistiendo. Esta coalición consta de muchas partes, seis, si mi recuento es correcto, y si una de ellas se abstiene, pudiera haber problemas. En la actualidad, dos anunciaron que les están dejando las “manos libres” a sus miembros.
Indignado, el látigo principal de Netanyahu amenaza con deshacer el gobierno y declarar nuevas elecciones, una amenaza terrible para todos los socios de la coalición que pueden toparse con la perdición.
En el partido Likud en sí no hay una sola voz de disidencia, ni un solo rebelde valiente como los dos senadores republicanos que desafiaron al presidente Trump esta semana.
Pero el presidente Rivlin condenó la ley propuesta en los términos más enérgicos, y el Fiscal General la calificó de “absurda”.
ENTONCES, ¿dónde estoy de acuerdo con Netanyahu? En un punto: atacó a la izquierda por poseer una "fábrica de depresión", que crea un estado de ánimo agrio.
En hebreo tenemos un término para los alimentos ácidos, como los pepinos encurtidos. Se puede traducir libremente como "agrios". Netanyahu dijo que la izquierda está creando un "estado de ánimo agrio" público para derrocarlo.
Algunos lectores quizá recuerden que he acusado a la izquierda del mismo malestar, pero desde un ángulo diferente. Hay un estado de ánimo depresivo en amplias zonas del campo de la paz israelí, un estado de ánimo de desesperación, de hecho, un estado de ánimo agrio.
Este estado de ánimo lleva a la impresión de que no podemos hacer nada para salvar nuestro estado, que está siendo llevado al desastre por Netanyahu y sus secuaces. Un estado de ánimo bastante conveniente, ya que significa que no podemos hacer nada y no tenemos que arriesgar nada, porque la batalla está perdida de todos modos.
Algunos llegan a la conclusión de que la batalla se debe librar en otro lugar, muy lejos de nosotros, como la lucha internacional de los BDS por el boicot a todo lo israelí. En estos días, la batalla ha llegado a alturas absurdas, cuando un pueblo de los EE.UU. que fue gravemente golpeado por el huracán anunció que sus ciudadanos recibirán compensación solo si se comprometen a no boicotear a Israel. No hay duda: un país de absurdos ilimitados.
(Por cierto, el diario Haaretz reveló esta semana que nuestro gobierno ha contratado a un bufete internacional de abogados estadounidense para luchar contra el movimiento BDS.)
UN ESTADO de ánimo agrio no genera luchadores. Un estado de ánimo feliz sí crea luchadores. Cuando la situación es mala, cuando todo parece imposible, un grupo de guerreros felices puede cambiar el resultado de la batalla.
No hay razón para desesperarse. La historia no la hace Dios. Está hecha por nosotros.
Hablando del presidente francés, recordemos que Emmanuel Macron surgió de la nada, fundó un partido nuevo y en el primer intento obtuvo la mayoría absoluta. Si los franceses pueden, nosotros también podemos.
Desesperación, depresión, todos esos son lujos que no podemos permitirnos. Debemos regresar a la batalla con esperanza y confianza en nosotros mismos.
Como dijo el hombre: Sí, podemos.
Estemos de buen ánimo. Volvamos a la batalla con alegría.
El ya mencionado Jabotinsky escribió una novela histórica sobre el héroe bíblico Sansón. Justo antes de derrumbarse el templo filisteo, legó a su pueblo un testamento con tres mandatos: Elegir un rey, acopiar hierro y… ¡reír!