No hubiera imaginado que una figura tan inusualmente liberal como Pepe Mujica iba a tener un recibimiento tan eufórico y multitudinario en este país aparentemente tan conservador, tan puritano, tan creyente. Este país que luce estar en las antípodas de Uruguay, el país más desarrollado, más liberal y más laico de América Latina.

No esperaba que lo vitorearan como a un Che Guevara resurrecto, a este hombre que se declara abiertamente ateo, que convivió sin casarse durante años con la senadora Lucía Topolansky, su compañera en la guerrilla tupamara. A este político pobre y zarrapastroso que despenalizó el aborto, la marihuana y el matrimonio igualitario en su país.

Las multitudes desbordadas lo siguieron a todas partes y hasta se amotinaron cuando por falta de espacio no pudieron entrar en el auditorio de la UNPHU a escucharlo. Su presencia en las redes fue igualmente entusiasta y hasta los medios de comunicación corporativos se disputaron las entrevistas con él. Todo lo cual resulta bastante asombroso en un país donde el Congreso mantiene la penalización del aborto terapéutico, donde se siguen haciendo redadas policiales contra los gays en el Parque Duarte, donde todavía se cae preso por un cigarrillo de marihuana.

En este país donde asumirse ateo es casi tan arriesgado como asumirse gay o lesbiana, donde el closet que esconde a los no creyentes es tan concurrido como el que oculta a homosexuales

Pero lo que más me impresionó fue escuchar a Mujica decir una y otra vez que él no cree en dioses, que es ATEO. Lo dijo abiertamente, sin merodeos ni excusas, en este país donde los líderes políticos, las élites sociales y los pseudo-intelectuales rompen los records de fariseísmo. En este país donde asumirse ateo es casi tan arriesgado como asumirse gay o lesbiana, donde el closet que esconde a los no creyentes es tan concurrido como el que oculta a homosexuales.

Para mi sorpresa, el público que abarrotó el auditorio de la UNPHU aplaudió su declaración de ateísmo –con menos entusiasmo que cuando condenó la corrupción, pero lo aplaudió. Algunos quizás aturdidos por la sorpresa de escuchar a una persona tan respetada y admirada asumir sin ambages una identidad tan satanizada. ¿Cuántos de los que estaban en el auditorio habían escuchado alguna vez a alguien declararse ateo de manera pública? Más aún, ¿cuántos de ellos mismos son ateos closeteados?

Uno de los grandes mitos en que se sostienen el poder y la influencia de las iglesias es la idea de que sin religión no puede haber moral, que los no creyentes son personas sin principios ni escrúpulos, capaces de cualquier vileza porque no hay nada que refrene sus peores instintos. Esta es una mentira que no pasa la más mínima prueba de la racionalidad objetiva, por supuesto, pero que sigue siendo ampliamente aceptada, aún por gente con altos niveles educativos, en este país donde los dictadores son devotos de la Virgen de la Altagracia y los corruptos no se pierden un Te Deum en la Catedral.

¿Cómo reconciliar entonces la figura de Pepe Mujica, ese compendio de virtudes ciudadanas, epítome de la honestidad y la decencia, con el mito del ateo sin moral ni principios? ¿Quién en este país se va a atrever a cuestionar su trayectoria personal o política, sus principios éticos, su innegable sabiduría y bondad? ¿Acaso el Cardenal, ese paradigma de humildad y amor al prójimo? ¿Acaso los obispos que protegieron a los violadores de niños mientras se declaraban defensores a ultranza de la familia? ¿Acaso los congresistas, ministros y jueces que hacen alarde de sus elevados principios morales desvalijando el patrimonio público, protegiendo a funcionarios corruptos y obligando a las mujeres a llevar a término embarazos producto de violación sexual? (1)

Las élites que gobiernan nuestras instituciones políticas, nuestra sociedad civil, nuestros emporios mediáticos quizás no se han percatado –o quizás no quieren percatarse- de los grandes cambios que han tenido lugar en el campo religioso dominicano en las últimas décadas. La Iglesia católica sigue haciendo lo posible por mantener la ficción de que somos un pueblo abrumadoramente católico, llegando a presionar exitosamente al gobierno para que sacara la afiliación religiosa de la boleta censal del 2010, no fuera a ser cosa que las estadísticas oficiales revelaran lo que las investigaciones sociales vienen mostrando desde hace años: que el porcentaje de la ciudadanía que se identifica como católica ha caído estrepitosamente, no sólo ante el empuje de los evangélicos sino cada vez más por el aumento en el número de personas sin afiliación religiosa.

Si todavía en el 2000 la Encuesta Gallup-Rumbo encontraba que un 75% de dominicanos se identificaban como católicos, una década más tarde (2010) Barómetro de las Américas situaba ese porcentaje en 60%, bajando a 52% en el 2014, mientras el porcentaje de evangélicos se mantenía en aproximadamente 25% en ambas mediciones (2). Pero la cifra más impactante es el porcentaje de no afiliados (personas que no se identifican con ninguna religión), que según Barómetro casi se duplicó entre el 2006 y el 2014, pasando del 13% al 22%.

Las implicaciones de estos cambios todavía no se registran en la vida política dominicana, cuyos protagonistas siguen postrados ante las demandas de los líderes religiosos. Donde sí se evidenciaron estos cambios fue en el auditorio de la UNPHU, donde centenares de jóvenes ovacionaron incansablemente a Pepe Mujica, el ateo “bueno”, cuya sola existencia desenmascara las hipocresías de las iglesias y las mentiras con que éstas satanizan a los no creyentes.

NOTAS

(1) En un ejemplo de hipocresía sin límites, el Congreso dominicano aprovechó la ocasión de su visita para hacerle un homenaje a Pepe Mujica “por su labor como humanista y luchador por los derechos humanos”. En esta actividad, los mismos humanistas que mantienen la penalización del aborto terapéutico y se niegan a reconocer la igualdad de derechos de las personas LGBT, le entregaron a Mujica un pergamino con una resolución congresional que destaca “sus cualidades morales y humanas”. Ver “Senado reconoce a ex presidente José  Mujica”, El Nacional, 10 de octubre 2016. http://elnacional.com.do/senado-reconoce-a-ex-presidente-jose-mujica/

(2) Los datos de afiliación religiosa aportados por Barómetro de las Américas a partir del 2006 aparecen en la tabla a continuación. Cabe destacar que los datos de la ENDESA 2013 sugieren que la tendencia señalada se acentuará en los próximos años, al mostrar cifras de no afiliación considerablemente más altas en su muestra de personas entre 15-49 años, es decir, una muestra más joven que la de Barómetro, que incluye a toda la población mayor de 18 años.

Afiliación religiosa de la población 2006-2014, en porcentajes

Denominación 2006     2008   2010   2012   2014
Católica 66.8 67.6 60.4 56.4 51.7
Protestante/Evangélica 19.6 21.9 24.6 24.0 26.2
Ninguna 13.0 10.2 14.5 19.2 22.1

Fuentes: Rosario Espinal. 2013. Género y Cultura Política. Colectiva Mujer y Salud, Santo Domingo; y

base de datos de Barómetro 2014.