La Pensión Quimera está ubicada en el último piso en un edificio viejo en una calle vieja en un barrio viejo en una ciudad primada no tan vieja si recordamos Atenas. Doña Quimera es la dueña, trata de que los inquilinos paguen, tarea titánica entre artistas en olla.

Doña Quimera a veces bebe vino de uva de playa con algún inquilino valiente dispuesto a sacrificarse por varios meses de renta, mínimo tres. Se pone tan contenta que en lugar de cobrar canta La Lupe por los pasillos: "Teatro lo tuyo e puro teatro…"; durante esos días todos los pensionistas se materializan, la vida en la pensión es chercha con tertulias hasta el amanezca en la azotea.

Cuando pasa la hekatombe las puertas vuelven a trancarse. Nadie escucha el eco de los nudillos de la vieja sobre la madera. Todomundo apaga la lira, si tienen visita hablan por señas hasta que las piernas gambadas de Doña Quimera se alejan arrastrando las chancletas.

Un pintor paisajista, un escritor fabulista y un escultor ebanista conversan filosóficamente, bebiendo romo blanco en la habitación del pintor paisajista, después de haber leído a coro a Demócrito.

—Los Átomos están en el Ser y en el Nóser.
—Los Átomos son las semillas de cada cosa y de todo.
—Muchisísimos Átomos juntos pueden ser un tornado o un juego de comedor de seis sillas.

Atomicismo, abstracción híbrida que, inexorablemente, en un mundo sin moral termina con el dilema concreto "¿Quién se sacrifica a Doña Quimera?"; que decida la sibila encargada de Piedrapapelytijera.

Las artistas estaban de risitas con estos sacrificios machorros. Claro, los no artistas no necesitan sacrificarse porque sudan el lomo, trabajan, pagan, esos prácticos soñadores mantienen los servicios básicos de la pensión; mozalbetes universitarios oriundos del campo, se levantan temprano y se acuestan temprano, con prometidas y proyectos para Era que llaman "Futuro", alguno habrá la llama "Mañana". Pero los artistas no la llaman de ninguna manera. No importa que hace añales no escriben, no exponen, no actúan, no tallan, no publican, no pintan, no bailan, no barnizan, sí contemplan y sí beben, viven según el Añeme del Azar.

El escultor ebanista caminó lentamente por el laberinto de pasillos que lleva al fogón del regazo de Doña Quimera. Solo tiene que tocar quedo, ella sabrá. "Entre", abrirá la vieja en bata un chin la puerta, "pa que resoivamo ahoramimitico las deuda de los mese pendiente". Un legendario "EWWWWWW" recorrerá el cuerpo entero del héroe al escuchar este oráculo. Después a los pasillos llegará La Lupe. Alguna vez algún famélico se aferra al sabor del arroz con habichuela y pollo y fritos y aguacate, trata de alargar la hekatombe varios días, pero esa hazaña es bien rara, usualmente prefieren morirse de hambre.

El escultor ebanista tragó en seco, tocó la puerta con el ánimo de cualquier héroe, incluido Hércules, que debe luchar encuero con una contrincante con la cara de la gemela del Kraken, cuerpo de Whoppie Goldberg y más vieja que Fefita La Grande.

—UNMOMENTICO— bramó una voz masculina. "Tal vez se me adelantó uno, ay, ojalá", rogó el escultor ebanista a cualquier deidad pendenciera que no sea el depravado Eros (aka Cupido) ni mucho menos la recha Afrodita (aka Venus). Un jabao jorobao con afro, magno, mollerú, maltramao, torso velloso, antebrazos largotes, abrió la puerta de par en par. Se quedó mirándolo de arribabajo.

img_2305—¿Y y y y Doñaquí Mera?
—Tía Quimera notaquí dígame isofaito qué uté quiere conella yo soysu sobrino Miñolauro yo vine hoy de Saicedo yo toy encaigao de la pensión ahora yo soy abogado graduao de UTESA etensión Navarrete dígame isofaito su nombre y apellido pa isofaito yo bucai su aichivo.

De más está decir que además de no poder llevar a cabo el sacrificio aplacador de cobradera, el escultor ebanista salió de este heroísmo con deuda detallada, pagaré notarial firmado y ultimatum: "Si no me paga ante dei maite yo mimitico isofaito lo saco".

—Ay Talía.
—Ay Calíope.
—Ay Loto.

Pero, contrario al rumor propagado por ateos y monoteístas, Las Musas sí escuchan los ruegos de sus devotos aunque estos sean unos vagos. Miñolauro fue cobrando puerta por puerta, enfrentándose en ocaso melancólico muy lluvioso con heroína bailarina en panty quien ipso facto le descifró par de acertijos. Este es el arreglo ahora: Una hekatombe le toca a las artistas, otra a los artistas. La única diferencia es que en los pasillos de la pensión en lugar de Doña Quimera cantando La Lupe será Miñolauro cantando Braulio: "Fuenaquei etrecho lecho…"; olvidando en su lirismo que en el lenguaje existen palabras como "Pagaré", "Embargo", "Desalojo". De hecho, Miñolauro, además de aportar hielo y damajuana, toca la tumbadora en las tertulias hasta el amanezca en la azotea.