El país se ha fijado una serie de metas: construir proyectos que mejoren la calidad de vida de sus habitantes, centrales hidroeléctricas y termoeléctricas para aumentar su matriz energética, incrementar la seguridad ciudadana, reducir la delincuencia y la violencia, tener mejores sistemas de salud y educación, transporte público de pasajeros y de carga eficientes, infraestructuras suficientes para el desarrollo de los polos turísticos y una mayor productividad de las organizaciones públicas y privadas. 

Para alcanzar dichas metas las políticas públicas deben partir de nuestra visión de largo plazo: “República Dominicana es un país próspero, donde las personas viven dignamente, apegadas a valores éticos y en el marco de una democracia participativa que garantiza el Estado social y democrático de derecho y promueve la equidad, la igualdad de oportunidades, la justicia social que gestiona y aprovecha sus recursos para desarrollarse de forma innovadora, sostenible y territorialmente equilibrada e integrada y se inserta competitivamente en la economía global” (Art. 5 Estrategia Nacional de Desarrollo 2030).

Pero las metas y las políticas públicas no determinan la estructura social. Esta responde a patrones relativamente estables y perdurables que organizan las relaciones sociales y mantienen el armazón básico de lo que llamamos “sociedad”. La estructura de la sociedad limita la libertad de actuar y al mismo tiempo permite coordinar nuestras acciones con las de otros para lograr metas individuales y colectivas.

En Navidad reflexionemos sobre lo que queremos construir como sociedad. Pensémoslo desde la unión familiar, nuestras comunidades y los valores determinados por nuestra visión, de sociedad incluyente, con oportunidades de desarrollo para todos, orden jurídico estable y un gobierno capaz brindar servicios públicos de calidad. En suma, una sociedad orientada a metas concretas.

Esta sociedad que describo es multicultural, abierta, multirracial y con mecanismos de participación ciudadana. Esa dimensión social refleja todas las características y peculiaridades de una civilización mucho más avanzada y pacífica que proporcione un estilo de vida sano y de sólida espiritualidad, un Estado transparente y eficiente, en el que todos podamos desarrollar nuestras mayores potencialidades. Queremos una sociedad sana, saludable, educada, segura, de oportunidades y con vida y vivienda dignas donde exista el matrimonio de los ideales de libertad, igualdad y solidaridad.