En la mayoría de los Países de América Latina es muy persistente la exigencia ciudadana de hacer un esfuerzo por revisar a fondo nuestras Instituciones. En momentos de crisis financieras internacionales o ante el impacto de fenómenos incontrolables como el crimen organizado, los debates se hacen cada vez más recurrentes, muchas veces sin lógica, ni conocimiento, se piden cambios inmediatos y urgentes!

Un rasgo característico en este tipo de debates, es que siempre comienzan sometiendo a las Instituciones a una crisis de legitimidad. Es decir, aquello que debe ser fortalecido es golpeado sistemáticamente. Lo anterior, traslada un mal mensaje a la ciudadanía, algo que se está gestando y es necesario, inicia creando incertidumbre en la población.

Entonces viene el caos, la mediatización del interés por encima de lo Institucional. Sentencias como: "Esto no sirve, vamos a cerrarlo!;  Es un nido de ratas!;  No funciona por la política!; Todos/as son unos corruptos!". Expresiones mal "politizadas", que no construyen, ni proponen. Esto NO es bueno, las Instituciones no deben ser desacreditadas por el simple hecho de que en un momento dado no están dando respuesta o por el caso de que algún servidor/a público observe una conducta al margen de la Ley.

Quiérase o no, es en las Instituciones donde descansan nuestros sistemas nacionales y sólo sobre esta plataforma se puede construir algo cierto.

Ahora bien, las Instituciones que son conformadas por comunes y corrientes, no pueden estar condicionadas bajo el sentido del patrimonio, de lo "mío". Lo público es de todos, no está al servicio de un grupo o de una persona en particular. Si no nos quitamos esa visión de persona-Institución es difícil comenzar a transformar. Si como ciudadanos no podemos entender que es en las Instituciones democráticamente (perfectible) conformadas, desde donde se deben de traducir las aspiraciones legitimas de toda una sociedad.  Pues también comenzamos mal y de malas.

Es necesario el consenso y el disenso para avanzar, en esto debemos estar claros. Las reformas institucionales son para ir hacia adelante, no para retroceder. Las y los ciudadanos  debemos ser lo suficientemente responsables para proteger nuestras Instituciones y contribuir con su mejoramiento.

En la mayoría de los Países de la región, existen los instrumentos jurídicos para que los ejercicios de ciudadanía pueda ser una realidad. No existe una justificación válida para quedarse mirando los cambios desde lejos. Ya las redes sociales también permiten la participación en lo público desde una perspectiva diferente y provocadora.

Este es el contexto donde millones de Latinoamericanos/as vivimos la agenda pública, gozamos de nuestras libertades y trabajamos bajo un  "individualismo" que solo permite avanzar en lo personal, pensamos muy poco como grupo, por eso debemos pensar que las Instituciones también se comportan como nosotros.

En México, Octavio Paz escribía sobre la" cultura de lo individual", donde se piensa en beneficio del entorno primario, dejando a un lado las alianzas ciudadanas y la resolución de problemas de manera colectiva. Estos fenómenos, que también son característicos en algunos países de la región, influyen en el desenvolvimiento de las Instituciones, al final del camino el centro de todo es la persona como parte de una sociedad, por eso es necesario pensar más en las Instituciones

En el mundo real, sin teoría; solo el liderazgo, el talento, la voluntad, la movilización social y el momento político de cada País será lo que defina el rumbo de una reforma. Los grupos de interés, la sociedad civil y los medios de comunicación son un instrumento fundamental para activar los procesos y llevar los mensajes desde diferentes ángulos.

Las Instituciones necesitan de su sociedad, con su capacidad desarrollada para participar y poner en evidencia lo que está bien y lo que está mal. En cierta medida pensar en las Instituciones es pensar de manera colectiva, como un cuerpo.

No hay necesidad de desacreditar, ni de quitar legitimidad, es imperativo preservar y apoyar la Institucionalidad. Es un juego que es parte de la política y la democracia, que nos conviene, y en el cual seguro que ganamos todos.