Hoy quiero escribir sobre el Peña Gómez humano, solidario, valeroso, fogoso, tolerante, perdonador, desprendido, comprensivo, inteligente, previsor, humilde, poeta, escritor, declamador, amigo leal, fiel compañero, honesto, responsable,luchador incansable, líder trascendente, ético; y otras tantas cualidades que colgaban de su alma sensible como bellas prendas de su carácter que le brindaban la magia dehacer que todo en su entorno se iluminara.
Pero al citar de forma descriptiva todas esas hermosas cualidades que le adornaban como un serprivilegiadopor Dios, me encontré con que estaba tratando de pedirle prestado a la alquimia de las palabras, significados que aún no alcanzan a definir con precisión la dimensión histórica de su figura.
Los que como yo tuvimos el honor de ser sus discípulos políticos, sus amigos, sus seguidores fieles hasta las últimas consecuencias, así como los que tuvimosel privilegio de ser partícipes de sus batallas políticas, debemos sentir el compromiso de mantener viva su memoria histórica, para espantar así los fantasmas de las insensateces políticas que amenazan con extinguirsu más grande obra, elPARTIDO REVOLUCIONARIO DOMINICANO, ¡EL PARTIDO DEL PUEBLO Y DE LA LIBERTAD!
Peña Gómez humano, solidario, valeroso, fogoso, tolerante, perdonador, desprendido, comprensivo, inteligente, previsor, humilde, poeta, escritor, declamador, amigo leal, fiel compañero, honesto, responsable,luchador incansable
Hoy, donde manos malvadas conspiran en la sombra contra la existencia de esta histórica fuerza política, no podemos permitir que periman los sagrados principios que por décadas guiaron su fecunda existencia. Hoy, donde la Patria amada está siendo amenazada con la instauración de la dictadura del partido único, es obvio que hay una contradicción inaceptable que se contrapone con el espíritu de lo que es la democracia, idea política por la que tanto luchó el Dr. José Francisco Peña Gómez.
Es del José Francisco Peña Gómez, del líder político anti-reeleccionista por convicción, de quien quiero hablaren estos momentos donde la alternabilidad democrática del país está siendo amenazada con ser sustituida, al mejor estilo del viejo PRI mexicano, por una corporación morada, corrupta e inmoral, que desde su origen en Villa Juana y San Juan de la Maguana, pretenden seguir repartiéndose de forma impuneaún los despojos que quedandel país.
Es del Peña Gómez que cada día se levanta de su tumba para habitar en la eternidad y desde allí con su “JachoPrendío” iluminar el camino de los desheredados de la fortuna, del que quiero hablar en este día. Quiero recordar, no alPeña Gómez que está hoy físicamente ausente porque su titánica lucha por las masas empobrecidas se lo llevó a destiempo del mundo de los vivos, sino al Peña Gómez inmortal y eterno; quiero hablardel líder de ébano que vivirá presente en cada dominicana y dominicano que levanta la bandera de la decencia, de la moral, de la honradez yde la honestidad.
Quiero referirme a un hombre que se niega a descansar tranquilo en el sueño profundo de la eternidad, hasta tanto la Patria objeto de sus sueños y desvelos esté libre de las ambiciones de los malos dominicanos, que tanto ayer como hoy, han causado pena y dolor a la mayoría de la gente que constituye la Nación Dominicana.
Estoy convencido que las cenizas amadas del Dr. Peña Gómez no descansarán tranquilas hasta tanto el PRD de sus amores esté en plenas condiciones de honrar su memoria, de rescatar los principios que le dieron origen aquel díafeliz del año 1939, en la comunidad del Cano, en la Habana de José Martí y de Máximo Gómez. Estoy convencido que el Dr. Peña Gómez solo podrá descansar tranquilo cuandoel PRD recupere su unidad perdida y la disciplina vuelva a ser su norma.
Hoy, quiero hablar del Peña Gómez que no ha muerto, del que solo retornó al polvo de la tierra para abonarla con su ejemplo, con su entrega por la Patria, con su fe en un mejor porvenir para todos los dominicanos y con su inmensa capacidad para el sacrificio.
Quiero rememorar hoy al Peña Gómez que arriesgó su vida enfrentandoa partir del año 1961 a los remanentes del Trujillato, y que tiempo después se proyectó como líder nacionalcuando el 25 de septiembre de 1963, en heroica valentía anti golpista llamó al pueblo a las calles para defender la constitucionalidad interrumpida,durante el primerensayo de gobierno democrático del Partido Revolucionario Dominicano encabezado por el Profesor Juan Bosh.
Hoy quiero hablar de Peña Gómez, en momentos en que el partido que ayudó a reorganizar con su esfuerzo denodado, luce lastimado por su división interna. Quiero hablar de Peña Gómez, en momentos en que elPRD necesita abrevar en la fuente cristalina de su primigenia ideología, para así poder recomponer sus fuerzas y volver a ser una opción de poder en la República Dominicana. Su actual Presidenteha manifestado su disposición al diálogo sincero, no lo rechacemos, y demos la bienvenida a esta oportunidad para la reunificación de toda la familia perredeísta.
Pero esto último no podrá ser posible, si sus herederos políticos no nos atrevemos a abandonar la insensatez de las pasiones, la irreflexión, las intrigas y los sectarismos excluyentes.
Creo sinceramente que todavía el PRD no ha cumplido su misión histórica, y que por tanto merece ser revitalizado con la vuelta a sus filas de todos aquellos que en él nos formamos, de aquellos que bebimos en sus hermosas fuentes de concepciones doctrinarias.
Hoy, mi alma entristecida se eleva a lo más alto del firmamento para entrar en contacto con la razón pura, y siento la necesidad de expresar a todo pulmón que ha llegado el momento de reflexionar, el momento de rendir tributo a aquel hombre de verbo encendido, que con sus discursos levantaba a las masas con el frenesí desbordante, cual río crecido.
Después de tres lustros de su desaparición física, el pensamiento del Dr. Peña Gómez tiene hoy más vigencia que nunca. Es por eso, que aunque muchos han querido sepultarlo bajola fría montaña del olvido, en mi memoria su figura se agiganta y me lleva a convocar a todos los peñagomistas y perredeistas de adentro y de afuera a contraer el compromiso de que trabajemos con denuedo hasta que veamos por fin su pensamiento resarcido.