El Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (CRD), por medio de su dirección ejecutiva y sus diversos órganos, ha venido observando, que en ocasión del proceso de regularización de los ciudadanos extranjeros, que se viene llevando a cabo, que pese al gobierno dominicano estar entregando miles de carnets de residencia y de ciudadanía, a las personas beneficiadas no se les está exigiendo conocer la historia dominicana y el enorme sacrificio para crear nuestra República, junto a requerirles bajo juramento el estricto respeto a nuestros valores patrios y el amor que deben tener por nuestra bandera.
En virtud de tan preocupante problemática que nos corresponde subsanar, en sus constantes estudios y monitoreos de la realidad política y social del país, ha encontrado que se hace urgente, que las nuevas generaciones con el apoyo de las viejas generaciones, motoricen un liderazgo carismático y la solidez de mayores niveles de conciencia en la población nacional, para con ello, lograr una ruta correcta que permita consolidar la estima que requerimos con relación a los símbolos patrios, para orientar en una sola dirección el sentimiento nacional, hacia el logro de mejores metas y objetivos que favorezcan nuestro desarrollo y reivindiquen al Estado Dominicano.
Al respecto, asume como alternativa principal, la unidad y cohesión de todos los componentes de la sociedad dominicana, en torno a nuestra bandera y nuestro himno, como también, los símbolos patrios y los ineludibles deberes que se contraen con la patria a que se pertenece, por representar uno de los impulsos de mayor aceleración, para que nuestra nación, camine hacia sus grandes metas, dentro de los requerimientos que hace la conquista firme de la democracia, la seguridad y el bienestar.
Apuesta por la implementación de esta forma de proceder, para proveernos de los soportes que ameritamos, para dejar en el pasado negativo, el incorrecto proceder en una gran proporción de la población, que ha contribuido a diluir el amor hacia la bandera y los valores que sustentan nuestra república, generando un perjudicial daño que debemos reparar, reeducándonos y cambiando nuestra percepción en torno a los mismos, sobretodo, para darle la dimensión que amerita, la indispensable reverencia que debemos tener con nuestra bandera, en toda ocasión y especialmente cuando es enhestada orgullosamente todos los días.
En estos objetivos, es su parecer, que cada día cuando veamos subir la bandera a las ocho de la mañana, en escuelas, recintos militares y otras instituciones, debemos contemplarla como el símbolo más alto de nuestra unidad e identidad, haciendo parte fundamental de las emociones y sentimientos particulares y colectivos, una innegociable amor e identificación con nuestra nación, para así solidificarla, y a su vez, protegernos de los métodos irracionales que actualmente emplean las grandes potencias y sus órganos mundiales, destinados al dominio, control y manipulación de las naciones en vía de desarrollo como la nuestra.
Visualiza, que se tratan de medidas y acciones que debemos ejecutar con prontitud y en su mayor plenitud, en virtud de que con el fenómeno conocido como globalización que ha dado surgimiento al mundo globalizante de hoy en día, junto a las ventajas que podemos sacar de él, también, debemos protegernos dentro del mismo, ya que, las naciones más poderosas del mundo, con el objetivo de imponer sus intereses, procuran derribar las fronteras nacionales de los países mas débiles con la eliminación de los símbolos que protegían las mismas, entre ellos, sus banderas y sus himnos.
Expone, que la paradoja de lo expuesto, es que mientras las grandes potencias y los demás países desarrollados del mundo, se han protegido fuertemente, apertrechándose en fronteras más seguras y sofisticadas, sin embargo, en una forma, que rompe con la armonía de la convivencia humana y entre las naciones, tratan por todos los medios, de derribar las fronteras de los países más débiles entre los que se encuentra lógicamente el nuestro.
Para el Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (CRD), la realidad en la que vivimos y que estamos obligados a enfrentar, impone nuevos retos, tanto para quienes tienen la sagrada misión de dirigir los estamentos del Estado, como para nuestras familias y todas nuestras instituciones, a fin de tomar un sendero, en que no solamente fortalezcamos nuestros símbolos y deberes patrios, sino también, para hacer de los mismos, guías esenciales de nuestro presente y porvenir, con relación a las demás naciones del mundo.