Me he sentido inclinado a escribir estas líneas por las preocupaciones que me han generado las constantes motivaciones y/o presiones pidiendo la renuncia del presidente Medina, como si se tratara de la renuncia o sustitución de un funcionario cualquiera, que es separado de sus funciones cuando sea conveniente.
Es importante resaltar que en lo personal no tengo intereses en el Gobierno, mis ingresos no dependen del Gobierno, por lo que en teoría no debería importarme su interrupción abrupta. Sin embargo, mi experiencia, conocimientos y un poquito de raciocinio, me dicen claramente que a todos nos irá peor de suceder algo así.
Los mayorcitos tenemos la obligación de contar o recordar a las generaciones más jóvenes que no vivieron esa época, lo sucedido con la interrupción de la constitucionalidad de 1963 y la consecuente guerra de abril de 1965, cuando el pueblo aportó más de 5,000 muertos. Igualmente con las protestas de 1984, con más de 200 muertos, igualmente aportados por el pueblo, una semana sin trabajar, sin ingresos y los atrasos en todos los órdenes, hasta en los embarques de mercancías que luego provocó un desabastecimiento y mayor encarecimiento de muchos productos.
Estas protestas de abril de 1984 surgieron luego del Gobierno anunciar una serie de alzas que eran recomendadas por el FMI, incluyendo los precios de la gasolina con la intención de hacer ajustes a la economía. Recuerdo que todos tuvimos pérdidas.
Este tipo de protesta lo primero que hace es alejar el turismo, tanto de visitas como de inversiones. Provoca la detención del crecimiento y empobrece el sector en general, ya que es un sector muy vulnerable y los turistas van a lugares tranquilos donde no haya disturbios y/o problemas políticos que puedan degenerar en problemas mayores. Sufren los hoteles, líneas aéreas, tours-operadores. Al igual que para sectores que sirven a los hoteles, como es la agropecuaria que esos días no pueden entregar mercancías y no pueden hacer cobros.
Para el sector financiero también representa un problema. Después que inician estas propuestas populares los deudores se atrasan en el pago de sus cuotas, no se realizan depósitos porque no hay ventas, mientras que las instituciones deben seguir pagando salarios y otros gastos sin tener ingresos. Les representan pérdidas.
Igualmente sucede con el comercio en general que representa pérdidas. No pueden operar normalmente pero sus gastos siguen iguales, y a veces tienen gastos adicionales si en los disturbios sufren agresiones.
Lo mismo sucede con el sector informal y transporte, simplemente dejan de tener ingresos y deben endeudarse para cumplir con sus compromisos hogareños.
Para la economía en sentido general también es perjudicial. Siempre hay pérdidas de empleos directos e indirectos, obviamente aportados por el pueblo de menores ingresos, y por supuesto, se deja de pagar impuestos y otros servicios esos días,
Por lo general es un caos, todo se retrasa o se revierten las decisiones y/o procesos que ya habían iniciado. En otras palabras, todos perdemos.
Tenemos conocimiento del inicio de las protestas, y creemos que las tenemos controladas, pero realmente después que toman cuerpo y fuerza no se sabe cuánto tiempo durarán, ni la intensidad de las mismas. Por lo que para la economía del país estas actividades no son nada convenientes.
La decisión de presionar al gobierno por los niveles existentes de corrupción e impunidad pidiendo la renuncia del Presidente no se toma de la noche a la mañana, no es una improvisación o reacción del pueblo llano o clase media que se siente ¨ jarto ¨ de todo esto, se trata de una decisión organizada que procura cambios a como dé lugar.
Por lo tanto, y con la intención de que el pueblo no sufra, que no suframos todos, propongo a los organizadores de estas marchas y protestas cívicas, organizarse políticamente, presentar un aspirante a la presidencia y diseñar una campaña de educación y concienciación para el corto plazo e incidir en la toma de decisión actual, y en el mediano plazo para que la gente tenga otro concepto al momento de votar.
Les pido no incitar revueltas que provoquen la interrupción de la institucionalidad. Todos perdemos.