(En memoria del Gabo, creador de otras “realidades”)
Estas peliculas, que hemos estado presenciando durante todos estos años y donde casi todo es mentira, nos han programado a aceptar, como única “realidad”, lo que nos presentan a diario por la prensa y por la televisión. Veamos algunos ejemplos:
Que a John Fitgerald Kennedy, el cuadragésimoquinto presidente estadounidense, lo asesinó un lunático, disparándole por la espalda. Que a su hermano, Robert F. Kennedy lo asesinó otro lunático, tambien por la espalda, disparándole a mansalva y a boca de jarro. Que a Martin Luther King lo asesinó otro lunático desde un edificio contiguo al hotel donde estaba alojado en Memphis,Tennessee. Que Osama Bin Laden fue el responsable de la demolición controlada de Las Torres Gemelas de New York y del edificio contiguo, conocido como el Building #7. Y que fue años después ultimado por un comando especial en Paquistán, sin dejar ningún rastro de nada y luego “enterrado” en el mar sin pruebas ni evidencias. Existen pruebas, sin embargo, de que Osama (¡suena casi como Obama!) murió de un coma nefrítico (había que dializarlo cada dos días), casi un año antes de la invasión a Irak, país que no tuvo nada que ver con el desmoronamiento controlado de las Torres Gemelas. Y los armamentos de destrucción masiva … ¿dónde están? Ahora “el problema” es Ucrania y la película apenas ha empezado. ¿No estaremos viendo la misma película otra vez? ¿La misma de Venezuela pero al revés?
El 25 de abril del 1965 yo vivía aqui en Washington, D.C., en la Hobart St., y recuerdo aquella peliculaza de Lyndon B. Johnson, donde se decía que el Che Guevara se encontraba en Dominicana subrepticiamente y que los constitucionalistas andaban por las calles con las cabezas de los militares de la FAD ensartadas en las puntas de sus bayonetas. Ese fue el pretexto (además del de preservar las vidas de los ciudadanos estadounidenses en suelo dominicano) para justificar la intervención de 40,000 marines, como antes (1916) habia sido la “incompetencia” de las aduanas dominicanas de no recaudar suficientes fondos para saldar la deuda que el país tenía con consorcios financieros estadounidenses. De ñapa, como a un caballo de troya camuflado, dejaron a Rafael Trujillo Molina, a quien prepararon y entrenaron con creces. “¡No queremos otra Cuba!” fue el lema del 65.
¿O es que ya nos hemos olvidado también de la película del Golfo de Tonkin en Vietnam? Tal como muchos años antes había sucedido en el puerto de La Habana con la detonación del Maine y así justificar la guerra contra España. Diferentes escenarios, diferentes protagonistas, pero la misma tramoya repetida ad nauseam. Por ejemplo, a la pelicula de la invasión a Irak, justificada como un “hecho” ante las Naciones Unidas, aduciendo que Sadat Hussein tenía armamentos de destrucción masiva, se le llamó “Operacion para la liberación de Irak” y allí han muerto más de 5,000 estadounidenses y aproximádamente 2 millones de iraquíes, incluyendo a los heridos. ¡Tremendas películas! Todas en nombre de la libertad. Nos hemos tragado todas estas películas como si fueran reales, sin apenas cuestionar su “irrealidad”.
Tampoco se nos ha ocurrido cuestionar el hecho de que, una semana antes del 11 de septiembre del 2001, las corporaciones Carlyle y la Carousel compraron precipitádamente, a través del Deutsche Bank, miles de acciones, conocidas como “Put Shares” (que dan la garantía de poderlas vender a un precio pre-fijado de antemano muy superior al precio de compra). Estas acciones correspondían precisamente a la American y a la United airlines, las dos aerolineas cuyos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas y el Pentágono el 11 de septiembre. Eso se conoce como “inside traiding” (transacciones subrepticias) consideradas ilícitas e ilegales (ver www.what really happened.com). Sin embargo, Larry Silverstein (conocido después del 9/11 como “Larry el dichoso”), compró Las Torres gemelas seis meses antes de ocurrir su demolición controlada (¿o es que pensamos que se incendiaron, tal como nos han hecho creer en la película?). Las compró por US $124 millones y las aseguró por US $8 billones, los cuales cobró tan pronto Las Torres se desmoronaron. Y lo curioso del caso es que contrató, para la seguridad electrónica de las Torres, a la Securacom Corporation, hoy dia conocida como la Stratasec ( ¡hasta el nombre le cambiaron!). Pero resulta y viene a ser que unos de los dueños de esa corporación era Marvin Bush y su primo Wirt Walker III (hermano y primo del entonces presidente George W. Bush). ¡Pura “coincidencia”! Como también fue el hecho de que esta misma corporación era la encargada de la seguridad del Dulles International Airport, de donde salió el otro avión que se estrelló contra el Pentágono, además de la seguridad de la United Airlines. La Suracom Corporation había estado ligada a la familia Bush desde antes de la Primera Guerra del Golfo Pérsico, a través de Mishal Yoursef Saud al Sabh, miembro de la familia real y también miembro directivo de la Kuwait-American Corporation. ¡Casi nada, monada! ¿Queremos mejor realismo mágico que ese?
En otras palabras, que no fue a Caperucita a quien el Lobo Feroz se engulló, ni tampoco fue a la abuelita; fue todo lo contrario. Fue Caperucita la que terminó zampándose a todo el mundo. De lo contrario, hemos estado mirando otra película.
No es solamente en Macondo donde pululan las mariposas amarillas y la gente vuela por los áires imitándolas. ¿Capisce?