Recientemente se han producido distintos hechos de violencia en las escuelas que han llamado la atención de la opinión pública.

Uno se pregunta si son solo hechos aislados, o es parte de la cotidianidad en centros educativos públicos y privados.

Las declaraciones de dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores y de otros docentes, directivos de centros y de distritos muestran un abordaje de la problemática de la violencia desde “la normalidad”

La violencia en los centros educativos es cotidiana, violencia verbal, bullying-acoso y violencia física están presentes en las relaciones entre estudiantes-estudiantes, docentes-estudiantes, padres/madres-estudiantes y equipo directivo-estudiantes.

El hecho de que la violencia desde sus distintas manifestaciones sea parte de la cotidianidad no debe normalizarse, sino que por el contrario debe servir para tomar medidas e intervenir para erradicarla.

¿Por qué la violencia en la escuela?

Distintos estudios cualitativos y cuantitativos sobre violencia en la escuela realizados en el país, establecen una diversidad de factores que influyen en que se produzca violencia en la escuela. Algunos de ellos son los siguientes (Vargas-Plan 2010)

1-Escuela reproduce el círculo de violencia existente en las familias, comunidades, barrios y sociedad.

2-La presencia de una normalización de la burla-acoso o bullying como un simple “relajo” o diversión. Las burlas, humillaciones y acosos no son reconocidas por docentes, directores/as de centros, padres/madres como violencia, sino como simple “diversión”. Ver a estudiantes burlarse y humillar a otros/as pasa desapercibido por los actores educativos. Una diversión en la que algunos gozan haciendo sufrir a otros. Esta relación desigual y discriminatoria es una de las manifestaciones más invisibles de la violencia.

3-Intolerancia a la diversidad. Las principales víctimas de violencia verbal y de bullying-acoso son los/las estudiantes que responden a patrones de diversidad: sexual, étnica, discapacidad, apariencia física y/o estrato social. Esta población diversa tiende a ser burlada, discriminada y maltratada verbal y físicamente por otros/as estudiantes en los centros educativos.

4-Estigmatización de las adolescentes embarazadas y/o activas sexualmente. Las estudiantes que se embarazan y/o se “conoce públicamente” en el centro que son activas sexualmente son víctimas de acoso-bullying y discriminación. Estas situaciones de violencia son generadas muchas veces por el personal docente y directivo de los centros que las aíslan, excluyen o simplemente expulsan en forma “sutil”.

5-Represión y control del cuerpo y la apariencia física de la población estudiantil por docentes y directivos/as de centros. La ropa, accesorios, peinado, zapatos y adornos son supervisados estrictamente a la manera militar y represiva por el personal docente y directivo de los centros educativos violándose las libertades y derechos de esta población.

6-Ausencia de formas pacíficas y alternativas de resolución de conflictos. Entre estudiantes los conflictos se resuelven con violencia verbal y/o física. Igualmente directivos/as de centros y docentes los resuelven de esta forma. Si el estudiante pelea o presenta problemas de conducta se le expulsa. La expulsión es una reproducción del círculo de violencia porque es antagónico con la naturaleza pedagógica y transformadora que debe ser la escuela como espacio educativo.

Se necesitan cambios en las prácticas y ejercicio de violencia que existe en nuestros centros educativos públicos y privados. Estos cambios suponen procesos formativos de todos los actores educativos: equipo directivo y docente de los centros, estudiantado y familias.

La escuela puede ser un espacio de cultura de paz, alegría, diálogo y relaciones horizontales siempre y cuando exista voluntad en todos los actores involucrados en el sistema educativo de priorizar la creación de este clima de paz con los cambios que esto supone. En medio de violencia, exclusión, discriminación y ejercicio autoritario la calidad del proceso educativo es débil y deficiente.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY