En el caldo primordial que algunos llaman la Ciénega conocí una de las más bellas de nuestro leyendas urbanas:  la 15. Lo de leyenda es un asunto obviamente cuestionable pero definitivamente no verificado. Hacerla pública es más una súplica, un tratar de urgir contactos que nos develen la ubicación.

No señorito Peix, no es por su cumpleaños. Pero no está demás repetirle que es totalmente su culpa. Usted fue la razón del mito en cuestión. Vale la pena cosecharle un monumento (y sí aquí valorarán al menos algo de literatura serían dos) en son de agradecimiento.

Para los simples mortales la habitación 15 es sólo extracción de algún cuento olvidado ya. Pero en el lado más habitable del charco primordial la habitación 15 es un burdel encriptado y costoso. No hay permutaciones posibles para adivinar la naturaleza de los clientes.

Como dato curioso cabe destacar que el punto común de la literatura dominicana (al menos el de hace unas décadas) es el cabaret. Solo dios sabe que mente terriblemente iluminada unió esos dos hitos tan distantes como familiares y lo realmente sorprendente es el cómo llegó hasta los sectores más insalubres culturalmente hablando.

En cualquier caso seguimos buscando ese lugar sagrado cada sábado en la noche y no para habitar a sus inquilinas porque la poesía no da para pagar burdeles caros. A veces quiero pensar que el felino que es, fue y será la razón sin ecua non del parque duarte simplemente eligió marcharse a ese lugar que está más acorde con su ser mítico. Y allí nos encontraremos todos.