Primera estancia de PEDRO HENRIQUEZ UREÑA en Argentina (1924-1931)

Pedro arribó al puerto de Buenos Aires, Argentina, a fines del mes de junio de 1924. Allí lo esperaban  dos entrañables amigos argentinos: Rafael Alberto Arrieta, poeta y crítico literario, y Arnaldo Orfila Reynal, editor y académico. Su esposa y su primogénita Natacha, recién nacida, le acompañaban en esta su primera estancia en esa nación de la América del Sur, donde contó, para establecerse con su familia, con el apoyo de Arrieta.

Pedro, su esposa Isabel y su primogénita Natacha (Buenos Aires, 1924)

La razón fundamental de ese movimiento migratorio del ilustre humanista él mismo nos la dice: «la situación económica de México es muy mala; nadie tiene dinero; mis ahorros están metidos en tierras no acabadas de pagar, y éstas me representan, por ahora, deudas y no entradas».46

Arrieta describe de un modo casi dramático las estrechas condiciones económicas en las que Pedro llega a la Argentina:

Pedro había gastado en el largo y costoso viaje todo su dinero y se vio obligado a afrontar, durante los primeros meses, una situación penosa, sobre todo para su delicadeza moral. Deseaba instalarse en alguna pensión familiar, y la buscamos juntos. Se decidió por una situada en la calle Bernardo de Irigoyen, bastante próxima a la estación Constitución, y empezó a viajar diariamente; algunas veces  lo hacíamos en el mismo tren.47

Arnaldo Orfila Reynal, amigo de Pedro.

 

Rafael Alberto Arrieta, amigo de Pedro

Fue duro para él al principio, como casi siempre ocurre en todo proceso migratorio, especialmente cuando las finanzas no nos sonríen. Ya desde abril de 1924, por diligencias de Arrieta, Pedro había sido nombrado profesor del Colegio Nacional de La Plata. De Buenos Aires a La Plata viajaría diariamente en ferrocarril. También habrá de enseñar en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario de la capital argentina. Es en Argentina donde Pedro hace su mayor aporte intelectual a la cultura universal, porque precisamente esa era la dimensión de su enjundiosa, analítica y erudita obra: lo universal. Allí publicó, entre 1925 y 1931, los siguientes títulos:

  1. El supuesto andalucismo de América (1925)
  2. La utopía de América (1925)
  3. Apuntaciones sobre la novela en América (1927)
  4. El libro del idioma: lectura, gramática, composición, vocabulario (1927) 
  5. Seis ensayos en busca de nuestra expresión (1928)
  6. Notas sobre literatura inglesa (1928)
  7. Cien de las mejores poesías castellanas (1929)
  8. Guía para el uso del Libro del idioma (1930)
  9. El lenguaje (1930)
  10. Aspectos de la enseñanza literaria en la escuela común (1930)
Portada del libro Seis ensayos en busca de nuestra expresión (1928)

Oportuno es decir que en el año 2007, bajo el sello editorial del Centro Dominicano de Investigaciones Bibliográficas (CEDIBIL), fue publicada la primera edición dominicana de Seis ensayos en busca de nuestra expresión, obra en la que Henríquez Ureña explora la problemática de la identidad cultural de la América hispánica de un modo magistral. Es por lo que es considerado un texto fundamental en su producción intelectual. De ese libro transcribimos estas frases aforísticas:

  • Arte. […] el arte reducido a diversión, por mucho que sea diversión inteligente, pirotecnia del ingenio, acaba en hastío.48
  • Autor mediocre. […] en cualquier literatura, el autor mediocre, de ideas pobres, de cultura escasa, tiende a verboso […]; si abunda la palabrería es porque escasea la cultura, la disciplina.49
  • Milagro. […] ni los milagros vienen de la nada […].50
    Enrique Anderson Imbert, discípulo aventajado de Pedro

En la cronología de Pedro Henríquez Ureña establecida por los editores Ángel Rama y Rafael Gutiérrez Girardot, se informa que en 1928 Pedro «Es designado profesor suplente  de Literatura Europea en la Universidad Nacional de La Plata».51 Citando a Arrieta los cronologistas señalan: «Una resolución del Consejo Académico (de la Universidad de La Plata) dispuso que solo podrían ser profesores titulados los argentinos nativos  y los extranjeros naturalizados. Henríquez Ureña creyó que la ordenanza le estaba particularmente dirigida.52 Coincidencialmente esa resolución fue emitida al año siguiente de la designación de Pedro.

Como el tiempo, implacable, va poniendo las cosas en su lugar, ignorando todo esfuerzo humano que aspire a contradecirlo, los estudiosos de la vida de Henríquez Ureña, incluso su propia hija Sonia, coinciden en considerar que esa disposición, discriminatoria y mezquina, tenía como fin impedir que el erudito dominicano, que hacía sombra a muchos con su formación humanística, pudiera ser catedrático titular en las universidades argentinas. Es por lo que nunca pudo ser más que suplente de cátedras.

 

 

Sonia Henríquez-Ureña Lombardo y Miguel Collado (Santo Domingo, 2002).

Fue a propósito de ese trato discriminatorio recibido por Pedro en el mundo académico argentino que el célebre novelista argentino Ernesto Sábato confiesa: «Maravilloso hombre, que fue tratado tan mal en este país como si hubiera sido argentino».53 Sábato fue uno de sus discípulos aventajados en la secundaria, igual que el crítico e historiador literario Enrique Anderson Imbert.

Ernesto Sábato, discípulo aventajado de Pedro.

NOTAS:

46 Ver: Pedro Henríquez Ureña. La utopía de América (1989). P. 488.

47 Rafael Alberto Arrieta. «Pedro Henríquez Ureña, profesor en la Argentina», en Revista Iberoamericana. «Homenaje a Pedro Henríquez Ureña», XXI (41-42): enero-diciembre de 1956, pp. 85-97; por Pedro Luis Barcia, p. 109.

48 Ideario, p. 19.

49 Ibidem, p. 21.

50 Ibidem, p. 61.

51 Ver: Pedro Henríquez Ureña. La utopía de América (1989). P. 489.

52 Ibidem, p. 490.

53 Loc. cit.

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