El 15 de febrero de 1923 y poco antes de la desocupación militar de la República Dominicana llevada a cabo en 1924, Pedro Henríquez Ureña publicó en el Heraldo de la raza de México un escrito titulado “Libertad de los pueblos pequeños y el Senado Norteamericano. (Memorándum sobre Santo Domingo”). Dicho escrito se reproduce en el conocido libro de Alfredo A. Roggiano Pedro Henríquez Ureña en los Estados Unidos, publicado en 1961. (Ver referencia en Pedro Henríquez Ureña: Obra Dominicana, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1988, pp. 435-438).
Más tarde, en 1928, Melvin M. Knight publica en New York su libro-resumen conocido como The American in Santo Domingo (“Los americanos en Santo Domingo”), libro traducido y editado en 1939 por Departamento de Publicaciones de la Universidad de Santo Domingo. La obra en cuestión fue publicada más tarde por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos con una Advertencia… del Rector de la Universidad de Santo Domingo, Julio Ortega Frier.
El Memorándum sobre Santo Domingo y el informe Los americanos en Santo Domingo se escribieron sobre bases que deben ser analizadas en sus respectivos contextos ideológicos, políticos y culturales.
Por razones económicas y políticas el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica ocupó militarmente la República Dominicana en 1916, desocupándola “oficialmente” en 1924, casi un año después de que Pedro Henríquez Ureña escribiera sobre el Memorándum en cuestión.
El contexto en que se produce la primera ocupación militar del país ha generado toda una contribución bibliográfica imparable en la República Dominicana. El rechazo a la misma constituye un expediente de resistencia legible en una contribución narrativa, testimonial y política, donde los signos e imágenes tanto culturales como económicas, han motivado y representado todo un cuerpo de crítica y denuncia en textos líricos, épicos, políticos e informativos.
En efecto, los condicionantes, pretextos, operantes económicos y políticos de la primera Ocupación Militar Norteamericana al país, son expuestos y narrados con detalles exhaustivos por Max Henríquez Ureña en un primer momento en su escrito titulado Los Estados Unidos y la República Dominicana, publicado en 1919 y más tarde en Madrid en 1929. Con toda su documentación complementaria el libro aparece publicado en 1977 por la Editora de Santo Domingo-Sociedad Dominicana de Bibliófilos, con el título Los yanquis en Santo Domingo.
Toda la afrenta y humillación que vivió, padeció el país y el suprimido gobierno del Dr. Francisco Henríquez y Carvajal ha sido analizada por Pedro y Max Henríquez Ureña desde una perspectiva histórica y crítica basada en los elementos, imágenes y signos históricos de la formación económico-social y política de comienzos de siglo XX.
Así pues, en Libertad de los pueblos pequeños y el Senado norteamericano, Pedro Henríquez Ureña describe, de entrada, lo que era y es la República Dominicana:
“La República Dominicana está situada en una isla, parte de la cual está ocupada por la República de Haití. Tal vecindad ha sido fuente de muchas desventajas. Desde luego, la mayor de ellas es quizás la tendencia, frecuente en países extraños, a imaginar que las dos naciones son similares… Pero el hecho es que Santo Domingo es enteramente diferente en raza (y mucho), en lenguaje (allí se habla el más puro español del Nuevo Mundo y existe una literatura local de más de cuatro siglos), en costumbres y tradiciones. Su parentesco real es con Cuba y Puerto Rico, y también con Venezuela.” (Op. cit. p.435)
Aclara PHU, en esa misma línea histórico-exegética que:
“Siempre se ha sentido allí la necesidad, especialmente por las clases educadas, de mantener en el país la esperanza de desarrollar una vida civilizada propia, por la conservación de su identidad hispanoamericana, contra la cultura impuesta por cualquier poder extranjero. Por más de cien años, la escasa y antes pacífica población del país ha estado resistiendo invasiones o anexiones por todos lados: Francia, España y aun Haití” (Ibídem.)
Según destaca PHU desde este argumento histórico:
“Aun el proyecto de anexión a los Estados Unidos en 1871 tuvo que ser la causa de levantamientos militares. Esta necesidad de defensa explica muy bien los hábitos belicosos adquiridos por los habitantes y las continuas revoluciones.”(Ibídem.Loc.cit.)
Nuestro autor explica los tratados o convenios firmados por el gobierno de los Estados Unidos y la República Dominicana para el pago o arreglo de la deuda pública del país:
“En 1907 se firmó un Tratado o Convenio entre el gobierno de los Estados Unidos y el de la República Dominicana para el arreglo de la deuda pública de ésta. De acuerdo con este convenio, empleados americanos vigilan la recaudación de ingresos en las aduanas de Santo Domingo, y cada vez más toman la suma necesaria para el pago de intereses y para disminuir el fondo de la deuda extranjera constituida ahora por un empréstito obtenido para el arreglo del Convenio (1908). Desde 1907, la recaudación de esa suma no ha sufrido interrupción. Además el Artículo 111 del Convenio, estipula que la deuda pública de Santo Domingo “No se aumentaría, salvo por previo acuerdo entre el Gobierno Dominicano y los Estados Unidos.” (Ibídem.)
De esta suerte, y todo a propósito de los acuerdos y tratados:
“El Gobierno Dominicano interpreta tal artículo comprendiendo solamente deudas contraídas por empréstitos, no deudas adquiridas por déficit en el presupuesto nacional; el gobierno norteamericano lo interpreta, al menos desde la separación de Mr. Bryan, abarcando toda especie de deudas.” (Ibídem. pp. 435-436)
Nuestro autor se refiere a la Proclama del establecimiento de un gobierno militar en Santo Domingo, el 29 de noviembre de 1916, por mandato del Presidente de los Estados Unidos, Honorable Woodrow Wilson, donde se afirma que:
“…Ahora, por tanto, yo, H. S. Knapp, Capitán de la Marina de los Estados Unidos de América, y las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América situadas en los varios puntos dentro de la República Dominicana, actuando bajo la autoridad y por orden del gobierno de los Estados Unidos de América:
“Declaro y proclamo a todos los que les interese, que la República Dominicana queda por la presente puesta en un estado de ocupación militar por las Fuerzas bajo mi mando, y queda sometida al Gobierno Militar y al Ejercicio de la Ley Militar, aplicable a tal ocupación.” (Citado por Max Henríquez Ureña en Los yanquis en Santo Domingo, (Op. cit. p. 6)
Según Pedro Henríquez Ureña:
“Entre 1907 y 1911 ninguna dificultad surgió respecto a la interpretación del Convenio. Entre 1912 y 1914 hubo disturbios en el país que aumentaron los gastos del gobierno, y, en consecuencia, la deuda interna, no por empréstitos extranjeros sino por préstamos interiores y por déficit. En 1915, el gobierno Americano propuso al Presidente Jimenes un plan de vigilancia americana…” (Ibídem.)
¿Qué incluía o imponía el llamado Plan de vigilancia? PHU lo describe de la siguiente manera:
“1ºLa vigilancia de las recaudaciones de todos los ingresos por empleados americanos, es decir, la extensión del control americano a los ingresos interiores, como ya estaban las aduanas bajo la vigilancia norteamericana (habiéndose empleado con respecto a tales oficinas aduaneras la famosa expresión de Mr. Bryan “los Demócratas dignos de ayuda”); 2º La supresión del ejército, que debería ser suplantado por una policía a las órdenes de los empleados americanos. Más tarde, la administración propuso también el “control” norteamericano de todos los medios de comunicación: ferrocarriles, telégrafos, teléfonos, estaciones inalámbricas.” (Ibídem.)
La respuesta la explica el mismo PHU presentando el rechazo del Presidente Jimenes:
“…quien rehusó aceptar este plan, puesto que no puede aceptarse conforme a la constitución dominicana. Además todas las vigilancias oficiales debían ser pagadas con salarios exorbitantes, como es costumbre, en comparación con las finanzas del país, y la experiencia no ha demostrado que los empleados extranjeros sean necesariamente más honrados ni más eficaces que los nativos.” (Ibíd.Loc.cit.)
El documento publicado por PHU, expone y explica razones políticas, diplomáticas e interestatales sobre la base de un argumento atendible en base a las relaciones existentes en el plano de interpretación de los Convenios, tratados o trazados financieros que regulan la vida pública de los países y estados nacionales legalmente reconocidos en el contexto político iberoamericano. La transgresión del mismo tendrá las implicaciones que estudiaremos más adelante, a propósito de la autodeterminación de los pueblos.