Sería importante, en este contexto, la lectura de un texto escrito, más bien de carácter divulgatorio y nocional titulado Breves nociones de filología (Ver, De mi patria, Publicaciones de la Secretaría de Estado de Educación, 1974, Vol. III, pp. 383-387) y donde encontramos las motivaciones que desde la concepción lingüística de Pedro Henríquez Ureña se ha desarrollado una visión diasincrónica a propósito de la clasificación científica de los idiomas del mundo, con base en las lenguas indoeuropeas, las lenguas romances y específicamente los orígenes culturales neolatinos.

Es en estos apuntes lingüístico-filológicos donde encontramos su marcado interés por la gramática histórica en la perspectiva romance y donde algunas referencias bibliográficas surgen como conocimiento de un ámbito diasincrónico, particularizando aportes de autores como F. Díez, Meyer-Lübke, G. Gröber, Millet, Brugman y Delbruck, J. Vendryes, E. Sapir, Herman Paul, A. H. Sayce, A. Dauzat y otros.

Las discusiones de problemas lingüísticos areales del español, sostenidos entre filólogos y lingüistas de territorios romances o neolatinos, hicieron posible el estudio crítico sobre El supuesto andalicismo de América (Vid; ref. en Cuadernos del Instituto de Filología, Buenos Aires, Vol. 1, No.2. pp. 117-122, y Sobre el problema del andalucismo dialectal de América, anejo 1, Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana del Instituto de Filología de Buenos Aires, 1931, pp. 121-136), donde en discusión con M. Leopold Wagner, Henríquez Ureña aclara algunos puntos sobre las tesis (vulgares) sobre El supuesto andalucismo en América y la teoría climatológica y El español de América y el latín vulgar.

Toda la discusión entre Henríquez Ureña y M. L. Wagner produce a su vez una reflexión en torno a zonas lingüístico-dialectales de América y España, pero a la vez lleva a estos dos estudiosos de  la Romania a precisar aspectos y formas explicativas hoy superadas en gran parte.  El hecho de que la lingüística hispánica y la lingüística romance justifiquen y particularicen sus objetos de estudio y se extienda la crítica lingüística en estos dos ámbitos de análisis, implica un desarrollo significativo que conlleva el aporte de materiales y sus usos científicos en los estudios especiales de hablas locales, idiolectos y dialectos dinámicos localizados en ciertos espacios del Caribe y América continental.

El problema de las hablas en la Romania acoge hoy la geografía de América, junto a fenómenos que afectan a pueblos románicos europeos.  Se evidencia en nuestros días el hecho de que el interculturalismo y el multiculturalismo desajustan en muchos casos lo idiomático y lo dialectal en zonas comerciales y de intercambio económico, académico, tecnológico y pedagógico, pide nuevas investigaciones, y una revisión de hipótesis y teorías en el marco de funcionamiento de principios, aspectos y análisis de textos en lenguas y hablas locales.

De 1940 hasta hoy, la problemática del español de América muestra fenómenos, empresas sociocomunicativas, pedagógicas, sociolingüísticas, geolingüísticas e interlingüísticas que constituyen propósitos de trabajo de la lingüística hispánica.  Cuando en 1940, Pedro Henríquez Ureña publica El español en Santo Domingo (Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, (1940), anejo V) y Para la historia de los indigenismos. Papa y batata.  El enigma del ajo.  Boniato. Caribe. Palabras Antillanas; Universidad de Buenos Aires; Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana; Anejo III), algunos lingüistas y filólogos  ya habían avanzado hipótesis, teorías y descripciones que aún hoy suponen una reflexión direccional sobre el idioma español y las hablas locales de América y el Caribe, en un contexto diasincrónico, dialectal e interlingüístico.

Sin embargo, y es atinado decirlo, algunas ideas y soluciones lingüístico-filológicas del maestro, resultan erráticas hoy, al tiempo que otras deben ser revisadas por ser superadas en la actualidad por las actuales ciencias del lenguaje.  A propósito de raza, cultura e idioma, las palabras que en nombre de la Universidad de la Plata pronunciara el 11 de octubre de 1933 con motivo del Día de la raza, titulada Raza y cultura hispánicas, merece ser estudiada con cuidado y prudencia a propósito de la Romania y el papel de España con respecto a América (Véase Obras Completas, Tomo VI, pp. 271-279), y donde la doxa intelectual de Pedro Henríquez Ureña obliga a una reflexión direccional y crítica a propósito de raza, cultura e idioma:

“Lo que une y unifica a esta raza, no real sino ideal, es la comunidad de cultura, determinada de modo principal por la comunidad del idioma.  Cada idioma lleva consigo su repertorio de tradiciones, de creencias, de actitudes ante la vida, que perduran sobreponiéndose a cambios, revoluciones y trastornos.  Así, el latín ha sido en Occidente el vehículo principal de la tradición romana: la tradición persiste, a través de todas las evoluciones, donde quiera que persistió el latín.  Deshecho el Imperio Romano, su idioma se partió en mil pedazos; pero en las lenguas de cultura que se construyeron sobre las ruinas del latín, dominando a la multitud circundante de dialectos rivales, sobrevive la tradición del Lacio, y esas lenguas la han difundido sobre territorios que Roma no sospechó. Pertenecemos al Imperio Romano, decía Sarmiento hablando de estos pueblos de América; pertenecemos a la Romania, a la familia latina, o, como dice la manoseada y discutida fórmula, a la raza latina: otra imagen de raza, no real sino ideal.” (Op. cit., p. 273).