El filólogo y semiotista ruso Iuri M. Lotman propició desde su estancia académica en Tartu-Estonia, un estudio científico, interdisciplinario y transdisciplinario del lenguaje, la cultura y la literatura a partir de un concepto crítico y productico denominado Semiosfera.  Concepto este que fundamentó a partir de la puesta en diálogo con las diferentes esferas del conocimiento. Como concepto crítico y piloto, la semiosfera se constituyó, sobre todo, como espacio de signos, culturas, geografías comunicativas y modelos complementarios de estudios significantes y productivos, reconocidos en la relación lenguaje-conocimiento-cultura y modelo-lenguaje-sujeto.

Las esferas de signos y culturas que Lotman estudió y reunió desde las famosas tesis de1966 como cuerpo de investigación, se han ido publicando en español gracias a la dedicación del conocido traductor, teórico, semiólogo y culturólogo cubano Desiderio Navarro quien junto a al  profesor español Manuel Cáceres, han contribuido al conocimiento y estudio de la obra de .  En español, sus traducciones del concepto semiosfera, aparecen mediante la siguiente referencia (Iuri M. Lotman: La semiosfera  (1), (Vol. I, 1996), La semiosfera, (Vol. II, 1998) y La Semiosfera (Vol. III, 2000), Ed. Cátedra, Madrid ,traducción de Desiderio Navarro.

El estudio de la semiosfera cobra valor en lo que se ha dado en llamar la culturología, esto es, el estudio crítico, científico y sistemático de la cultura entendida como sistema de sistemas de signos y productos culturales en diálogo y movimiento.

Este marco definicional y abarcante estimula el estudio o los estudios de todas las prácticas culturales (regionales, universales, globales o implosivas),  que surgen en una determinada geografía social, política, literaria, artística, lingüística y comunicativa, entre otras.

Aunque con un fundamento  y un conjunto crítico, intelectual y conceptual diferente y valiéndose de herramientas filológicas y críticas ajustadas al espacio de la América continental, Henríquez Ureña no conoció las formas ni los métodos semióticos, pues como investigador estudió las empresas culturales, educativas, institucionales, artísticas y lingüísticas desde otras perspectivas y desde otras miradas reflexivas, tal y como hemos puesto de relieve en nuestras contribuciones sobre su obra.

Sin embargo, desde la filología, la historia cultural y la investigación comparativa, PHU estudió y analizó los signos, imágenes, literaturas nacionales de América, Artes, lenguas, instituciones socioculturales, otras líneas y prácticas humanistas que incidieron en el contexto cultural que le tocó vivir.

Así pues, nuestro autor fue el primer estudioso dominicano que se valió de métodos, herramientas analíticas, formas de lectura y orientaciones científicas de una búsqueda culturológica propiamente dominicana.  Dicha búsqueda creó una orientación en  cuanto a los estudios culturales dominicanos desde1905 hasta su muerte en1946, tal y como se hace legible en dos obras antológicas dedicadas a su obra Dominicana.  Las dos selecciones de estudios y escritos dominicanos de PHU reúnen todo lo que escribió nuestro autor sobre la cultura, la historia y la sociedad dominicanas en períodos, fases y dominios diferentes.

La contribución culturológica a la que nos referimos la encontramos en PHU: De mi Patria, Publicaciones de la Secretaria de Educación. Biblioteca Pedro Henríquez Ureña, Vol. III, Santo Domingo, 1974. Selección, Juicios, Presentación y Notas de Jorge Tena Reyes, 416 págs. La segunda contribución publicada más tarde es PHU: Obra dominicana, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1988, 559 págs.

Ambas publicaciones presentan estudios fundadores de la culturología dominicana que podemos destacar en los temarios (en algunos casos coincidentes) de estas selecciones.  La visión que sembró nuestro autor en base a un discurso cultural e histórico-crítico, planteó posibilidades de estudio y vertientes de investigación que podemos destacar en textos como: El español en Santo Domingo, La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo, Vida intelectual en Santo Domingo (1910), Cultura antigua de Santo Domingo (La Española) (1910), La República Dominicana (1917), Literatura Dominicana (1917), La lengua en Santo Domingo (1919), Casa de apóstoles (1934), Sobre literatura colonial de América (1936).

Entre libros y ensayos críticos o prólogos e informes, PHU construyó con sobriedad y estímulo una culturología crítica dominicana cuyo fundamento y valor podemos encontrar en los núcleos y formas de un pensamiento forjado en base a visiones, datos, procesos de investigación y conocimiento de la República Dominicana, leída e interpretada como cuerpo geohistórico y sociohistórico y sociocultural.

La historia cultural dominicana que escribió y describió Henríquez Ureña comprende sus instituciones originarias, los signos, imágenes, movimientos políticos, culturales, sociales, geográficos, lingüísticos, literarios y sociohistóricos que construyeron la República Dominicana como país en el contexto caribeño y latinoamericano.  Concebida como patria, nación y espacio cultural por nuestros fundadores dominicanos, su independencia se produce como fuerza liberadora y juramento trinitario, esto es, como potencial identitario, expresivo y social independiente.

De esta suerte, la culturología crítica fundamentada por nuestro humanista se hace legible, definible y posible en textos como: La Emancipación y primer Período de vida independiente en la Isla de Santo Domingo (1940); La República Dominicana desde 1873 hasta nuestros días (1940); Literatura de Santo Domingo (1941); La antigua sociedad Patriarcal de las Antillas: Modalidades arcaicas de la vida en Santo Domingo durante el siglo XIX (1925), Héroes de sacrificio (1932), Dos momentos de la Historia cultural de Santo Domingo (1945).

Como podemos ver, se trata de una obra sustentada como cuerpo de investigación, lección, conjunción de argumentos y elementos interpretativos que definen un campo, o, el campo culturológico de la República Dominicana desde la crítica, la historia, la historiografía, la literatura, la lengua, las fundaciones culturales e institucionales, pero sobre todo, desde el conocimiento y acción de nuestra identidad como país y espacio de origen.

De ahí la importancia que reviste el estudio del corpus culturológico y crítico asumido por nuestro  autor a favor de una fundación cultural, lingüística, histórica, literaria y educativa.  En el centro de su culturología crítica encontramos, al sujeto, la historia, la institución social, la lengua, los bienes sociales, artísticos y culturales dominicanos.