Como cada semana del mes de marzo trataremos un tema concerniente a la mujer, visto desde diferentes ópticas, hoy es la continuidad del artículo sobre sanación de la mujer encorvada que iniciamos la semana pasada.

Estos pasos que aparecen en el texto lo he llamado la pedagogía de Jesús, pues muestran una enseñanza digna de ser integrada en la  vida actual. 

Esta enseñanza la centro en las acciones que aparecen  en  el relato:

1. Enseña,  2.Ve,  3. Llama, 4. Le habla, 5. Le Toca. 6. La empodera.

7. Celebra

1. La enseñanza (V.10). Es el  primer elemento pedagógico y  conlleva de unos gestos, acciones, interacciones y reacciones. No basta con emitir un discurso solamente. Es necesario mirar a los ojos, al cuerpo, a los gestos de la gente durante el proceso, contar con su  presente, referir a su pasado y mostrar el camino de su futuro.

2. Mirar es más que ver (V.12a). Es el segundo elemento,  cuando Jesús vio a la mujer no solo se quedó en lo externo, que es lo corresponde cuando se ve, más bien,  él pudo leer  todo su cuerpo, su postura y  su reacción interior, pues parece que Jesús estaba entrenado en mirar hacia dentro del ser humano, ya lo dice la  mujer samaritana (Jn 4, 29) “Me lo  dijo todo cuando me miró”, es decir,  la mira en las profundidades. Al mirar  se puede descubrir la necesidad más honda de la persona a quien se está mirando, y aunque el texto dice que la vio, el significado es que la miró. La mujer conecta con esa mirada y queda liberada, sanada.

3. La llamó (V.12b). Es el tercer elemento pedagógico, y aunque en el texto esta mujer es anónima,  se da  cuenta que la llamada fue para ella y no para otra persona. Parece que se produjo   un proceso de acompañamiento personalizado, con delicadeza, con atención y con mucho respeto,  de modo que esta mujer tuvo la confianza de saber que quien le llamaba no le iba a defraudar y por ello se desplazó hacia donde él estaba. Quizás despacio, tambaleando su cuerpo, con mucha dificultad. Sin embargo, Jesús le da su tiempo, la espera, va a su ritmo.

4. Le habló (V. 12c). Es el cuarto elemento,  es decir, se dirige a ella, entabla un diálogo personal con ella, obvia por ese momento  a todos los presentes sin importar rango ni condición y se centra sólo en la mujer. Él le da la importancia que ella se merece, la pone en un  lugar único, la saca del anonimato en el que se mantenía todo este tiempo y hace que  ocupe el centro, hace que se sienta persona, la incluye y le da participación.

5. Le tocó (V. 13). Es el quinto elemento,  la cercanía rompe todos los esquemas, Jesús toca a esta mujer, aunque  esto es doblemente sancionado pues la ley la veía impura, estaba enferma y era una mujer, sin embargo, El transgrede todas estas normas vacías, que matan al ser humano. El toque con respeto, la acogida, el abrazo, la empatía de ser con el otro,  con   la otra, el  acercarse a su lugar ya rompe y desata esclavitudes, dando paso a algo novedoso. 

6. La empoderó (V. 12b). Es el  sexto elemento pedagógico, es decir, le devuelve su dignidad de miembro de la comunidad, le devuelve la libertad. Cundo le dice: Mujer eres libre de tu enfermedad. Pero (V. 16), no basta que Jesús de los pasos él solo, es necesario que ella asuma su compromiso consigo misma y decida  tomar su vida en las manos  y empezar a caminar con el rostro en alto y el pecho erguido, sin temor, sin dolor, sin resignaciones, pues ya ha sido desatada, liberada, integrada. Solo si se asume este proceso la persona camina,  crece y vive. 

   Celebra la vida recobrada (V. 13b y 17b), Jesús propicia la sanación, la integración y la fiesta. Por eso, como elemento final, es de mucho valor que como mujeres  de hoy podamos  mirarnos  en este espejo, iniciando  nuestro  proyecto de vida que conecte con el propósito para el que hemos sido creadas.