Laura Restrepo, una mujer de caminar lento como si con cada paso estuviera construyendo una historia, sin prisas, sin urgencias en sus gestos ni en el movimiento de su cuerpo nos cuenta con una mirada profunda y una sonrisa simple sobre Pecado, su última y controversial novela que ante la crítica profesional y la de los lectores ha sido catalogada como una colección de cuentos, relatos y crónicas.

El género novela supone un argumento en el cual los personajes, el ambiente y los escenarios utilizados tienen una continuidad. En cambio, Pecado son historias deshilvanadas que se unen exclusivamente bajo el concepto del pecado y la que Laura justifica con la explicación de que esa novela no es más que varias historias que comparten el argumento basado en un concepto y que los “personajes” principales son el bien y el mal quienes tienen sus propios problemas, conflictos y contrariedades.

Laura se autodefine como una mujer controladora quien siempre necesita tener un plan detallista, diseñado a conciencia y con una estructura perfecta. En su intervención en el Hay Festival de Cartagena de Indias, pude advertir en sus palabras la íntima relación que vive con los personajes con los cuales crea un vínculo tan intenso que muchas veces lo que ha escrito termina no correspondiendo con la personalidad o características que se había formado en el diseño original. En ese justo momento, dice ella, es que se da cuenta de que debe contextualizar al personaje para no perderlo.

La planificación al escribir una historia es fundamental ya que es lo que le aporta la estructura a la narración y la organiza hasta llegar al punto final, sea este triste, feliz o simplemente justo. Esto no debe confundirse con lo que manifiesta Laura sobre evitar las fórmulas ya que son demasiado evidentes en los textos cuando utilizas un estilo narrativo como si fuera un recetario, un patrón recortado a la medida, con pautas y modelos para armar como los juguetes para niños de la marca “Lego”.  Un texto literario debe tener profundidad, pensamiento e imaginación. La única fórmula para escribir es la lectura porque como dice Laura, “a escribir se aprende leyendo”.

Este pensamiento e imaginación se refleja en su “novela” Pecado donde la relación de los seres humanos con el bien y el mal le dan un significado a esos pecados que no son más que las mismas transgresiones que vivimos y a la que nos enfrentamos día a día, de las cuales los lectores no pueden abstraerse porque son justamente quienes le darán a cada una de esas historias sus propias interpretaciones y quienes pondrán el bien y el mal en el contexto de sus propias realidades.

“El jardín de las delicias”, la famosa pintura de Hieronymus Bosch (El Bosco) es el vínculo entre los textos. El tema de esa obra genial es la analogía y la desemejanza entre el bien y el mal, entre el paraíso y el infierno, entre la fascinación y el horror donde además ambas interpretaciones se conjugan.

Tanto los personajes de las historias de Pecado como los de la obra pictórica del Bosco son una mezcla de criaturas, animales, alimañas o bestias distintas y tan reales que conviven en nuestro medio, en nuestro ambiente de una manera perturbadora, rebelde, inquietante y lamentablemente verdadera.

Pecado es una obra ambigua, llena de mezclas, como un coctel de historias disímiles en la que de una manera magistral Laura Restrepo le crea un orden utilizando el primer texto para contextualizar la narración, en el segundo texto crea a Irina, un personaje secundario y a quien únicamente vuelve a mencionar en el último y corto texto con lo cual le coloca ese punto final tan difícil e importante en una novela. Esta fórmula, en mi opinión, la utiliza de manera estratégica para que se asuma como novela una colección de cuentos, relatos y crónicas periodísticas.

A pesar de la indeterminación del género literario de esta obra, las historias las cuenta con la sensibilidad y el carácter a los que Laura Restrepo nos tiene acostumbrados en sus obras, donde la realidad se mezcla con la ficción y la ficción se convierte en verdad para demostrarnos las debilidades de los seres humanos y la crudeza de algunos pecados.