Cuando se publique este artículo, la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo habrá celebrado un coloquio filosófico sobre el pensamiento del filósofo francés Paul Ricoeur, en la Librería Mamey de Santo Domingo.
Paul Ricoeur nació en Valence, Francia, el 27 de febrero de 1913. Al finalizar sus 93 años de vida –falleció en el año 2005- era ya un clásico de la filosofía francesa. Su propuesta filosófica se centra en el problema del “efecto distancia”, existente entre el autor y el lector de un texto.
Para Ricoeur “todo texto está fijado por la escritura”. Una vez producido, queda “desarraigado”, trasciende las intenciones del autor y cobra independencia, pasa a ser reelaborado por el lector. En este sentido, un texto produce una multiplicidad de interpretaciones que pueden hallarse en conflicto, como acontece con la lectura de los grandes clásicos de la historia del pensamiento.
No debe entenderse esta multiplicidad de interpretaciones como arbitraria. El texto mismo establece los límites o restricciones –podríamos decir que del mismo modo que la realidad natural establece los límites a la posibilidad de explicaciones científicas valederas-.
Ricoeur consideró que el propósito de la tarea interpretativa era la restauración del sentido. Afirmó que esta meta se encuentra subyacente a la crítica de los tres pensadores a quienes agrupó bajo el término de “maestros de la sospecha”: Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud. En los tres encontrarnos una crítica radical de la cultura y el propósito de mostrar la capacidad de autofabulación de la conciencia, explicitando los factores ocultos que operan en la sociedad: estructura económica, para Marx, voluntad de poder, para Nietzsche, e inconsciente para Freud.
En los tres autores, Ricoeur ve la acción negativa de la crítica, que abre paso a la reafirmación de un sentido relacionado con la superación de los mecanismos que enajenan al ser humano. En el fondo, esta es la función de la filosofía.