Por considerar encomiable lo que ha estado aconteciendo en nuestro entorno caribeño, con respecto a los planes que se han venido desarrollando en lo que se ha denominado turismo cultural, entre los que se destacan los programas de rescate y puesta en valor de sus respectivas riquezas patrimoniales, hemos creído oportuno, traer, nuevamente, a la consideración de la opinión pública nacional, algunos párrafos del capítulo “Los Monumentos en Función de Turismo”, correspondiente a las Normas de Quito (1967).
1. “Los valores propiamente culturales no se desnaturalizan ni comprometen al vincularse con los intereses turísticos y, lejos de ello, la mayor atracción que conquistan los monumentos y la afluencia creciente de admiradores foráneos contribuyen a afirmar la conciencia de su importancia y significación nacionales….Europa debe al turismo, directa o indirectamente, la salvaguarda de una gran parte de su patrimonio cultural, condenado a su completa e irremediable destrucción”….
2. “Si los bienes del patrimonio cultural juegan tan importante papel en la promoción del turismo, es lógico que las inversiones que se requieren para su debida restauración y habilitación dentro de su marco técnico especializado, deben hacerse simultáneamente a las que reclama el equipamiento turístico y, más propiamente, integrar ambas a un solo plan económico de desarrollo regional”.
3. “La Conferencia de Viajes y Turismo Internacional (Roma,1963), no solamente recomendó que se diera una alta prioridad a las inversiones en turismo dentro de los planes nacionales, sino que hizo resaltar que desde el punto de vista turístico, el patrimonio cultural, histórico y natural de las naciones, constituyen un valor sustancialmente importante….A la vez, la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas (1964), recomendó a las agencias y organizaciones de financiamiento, tanto gubernamentales como privadas, ofrecer asistencia, en la forma más apropiada, para obras de conservación, restauración y utilización, ventajosa de sitios arqueológicos, históricos y de belleza natural (Resolución Anexo A, IV.24)”…..
4. “…La afluencia turística que determina la apropiada revalorización de un monumento, o conjunto de estos, asegura la rápida recuperación del capital invertido a esos fines. La actividad turística que se origina como consecuencia de su adecuada presentación, y que de abandonarse determinaría su extinción, conllevaría una profunda transformación económica de la región en la que se hayan enclavados”……………
Y así continúa el capítulo Los Monumentos en Función de Turismo de las NORMAS DE QUITO, el que fuera redactado meses después de la reunión de Punta del Este, y de la creación de la Oficina de Patrimonio Cultural en nuestro país (1967). De casi nada le han servido estas disposiciones a los dominicanos, que divididos, como siempre, han preferido no ponerlas en práctica, y dejar casi abandonado su patrimonio, entre el que se destaca la Ciudad Colonial, en vez de ponerse de acuerdo y entrarle a dos manos, como lo han hecho los puertorriqueños, colombianos, cubanos y otros, de la histórica región a la que pertenecemos.
Como se verá, las fechas de todos estos tratados, convenios o reuniones internacionales, corresponden a épocas que datan de los años sesenta. Pero no por ello están obsoletas, ni pasadas de moda, ni de tiempo. Lo que verdaderamente preocupa es que haya transcurrido tanto tiempo, y muchos de los valores que atesoramos hayan desaparecido, o estén en franco proceso de desaparición. Del mismo modo que nos hemos concentrado en desarrollar el turismo de sol y playa, hasta el punto de no querer entender que existen otras complementaciones, con otros valores, del mismo modo que lo han sabido hacer los de nuestra competencia.