Entre el amplio elenco de temas que han sido abordados en torno a la COVID-19, uno de ellos es el que, quizá, sea el de mayor debate al momento de dar con la cura de esta enfermedad, pero es también el que menos ha resonado. El tratamiento contra esta enfermedad será susceptible de protección por derechos de patente antes de su comercialización, lo que está a opción del creador. Esto regularmente acarrea un procedimiento legal arduo, costoso y largo. Ese último concepto, el tiempo, es el que más inquieta a la población mundial.

Al respecto, el director general de la OMS declaró el 11 de febrero de este año que la primera vacuna contra la enfermedad podría estar lista en 18 meses aproximadamente. En cuanto al proceso de obtención de la patente, podría tardar hasta 5 años, más o menos.

Sin dudas, ante esta situación de emergencia mundial es recomendable y necesario reducir al mínimo posible los tiempos de respuesta por parte de las instituciones nacionales e internacionales encargadas del proceso de registro de patente. Ahora bien, superada la etapa del registro internacional de la patente, solo el creador tiene el monopolio de la producción y comercialización del producto.

Existen las figuras de la licencia voluntaria, otorgada por el titular de la patente; y la patente pendiente, propia de algunas jurisdicciones y que comprende una solicitud de registro sin respuesta definitiva. En caso de negativa del titular de la patente, contamos con la licencia obligatoria. El literal b del artículo 31 del Acuerdo sobre los ADPIC prevé el escenario ante el cual es posible el uso de la patente sin la autorización del titular de los derechos en los casos de emergencia nacional o en otras circunstancias de extrema urgencia, como el actual.

Como medida adicional al proceso de obtención expedita de patentes y el otorgamiento de licencias obligatorias, se han presentado iniciativas refrescantes. El 24 de marzo de 2020, el presidente de Costa Rica y su ministro de salud enviaron una carta al director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la que proponen facilitar el acceso y uso de la propiedad intelectual de tecnologías para detectar, prevenir, controlar y tratar la pandemia de la COVID-19 a través de la creación de un depósito o banco de información con acceso libre o licenciamiento en condiciones razonables y en términos asequibles a pruebas de diagnóstico, dispositivos, medicamentos o vacunas, en todos los países miembros de la OMS. Se planteó “desarrollar un memorando de entendimiento conciso con la intención de invitar a instituciones sin fines de lucro, industria y otros actores relevantes de los Estados Miembros de la OMS a firmar dicho memorando y habilitar estos mecanismos para el intercambio y uso de información. La respuesta del director de la OMS fue favorable. Así lo afirmó ante una conferencia de prensa el 6 de abril de 2020. A la fecha, tanto la OMS como el gobierno de Costa Rica se encuentran trabajando en la propuesta en conjunto con la Medicines Patent Pool (MPP). Esta última es una es una organización de salud pública respaldada por las Naciones Unidas que tiene por finalidad permitir el acceso a determinados medicamentos y facilitar su desarrollo.

Resta indicar que los titulares deben recibir las correspondientes remuneraciones, pues no se trata de una expropiación de derechos.

Es imprescindible, pues, una participación diligente y dinámica de cada Estados y las organizaciones internacionales a nivel mundial para evitar la ralentización de los procesos concernientes a la protección de derechos los productos médicos esenciales para contrarrestar los efectos de esta enfermedad. Definitivamente, el tema de los tiempos cobra prioridad.

En conclusión, las patentes de las nuevas tecnologías en materia de salud, manejados de manera regular, sin las atenciones correspondientes y una actividad diligente de parte de los líderes mundiales, podrían resultar ser más perjudiciales que la propia enfermedad. Bien conducidos, en atención a la calamidad generada por la enfermedad, serán un remedio y nos permitirán resurgir.