El próximo 31 de enero se cumplirán 55 años de la lectura al final de la misa dominical tempranera en la catedral y en más de 600 templos católicos de la “Carta Pastoral Colectiva del Episcopado de la República Dominicana en ocasión de la fiesta de Nuestra Señora de La Altagracia”, cuyo texto condenatorio de los encarcelamientos, torturas y otras prácticas políticas tiránicas trujillistas significó de parte de la Iglesia Católica una ruptura política, aunque informal, provocadoramente crítica.
Esa valiente y retadora carta pastoral, que le dio fuerza y protección política y moral a los antitrujillistas, desató de repente los nudos gordianos que unían atávicamente a la Iglesia Católica y a la tiranía de Trujillo Molina quien tan temprano como 1932 le había otorgado personería jurídica.
“Circunstancias delicadas (…) vinieron a poner una sombra de tristeza” en las festividades del 21 de enero de 1960, Día de la Altagracia. (…) “no podemos permanecer insensibles ante la honda pena que aflige a buen número de hogares dominicanos. Por ello expresamos nuestra paternal simpatía, nuestro profundo pesar y nuestro común sentimiento de dolor ya que es una obra de misericordia consolar al triste haciendo propia la frase del apóstol San Pablo: “Llorar con los que lloran”.
Hoy sabemos que la famosa pastoral la redactó el 24 de enero el obispo Juan Félix Pepén, de la provincia La Altagracia; corregida, aprobada y fechada lunes 25 por los obispos de la Conferencia del Episcopado
Y ciertamente en esos momentos centenares de jóvenes y no jóvenes eran reducidos a prisión para que hicieran compañía a otros sometidos a bestiales torturas en cárceles del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) por pertenecer a movimientos clandestinos contrarios a la tiranía de 32 años.
He ahí que los obispos proclamaran que “la raíz y fundamento de todos los derechos está en la dignidad inviolable de la persona humana. Cada ser humano aun antes de su nacimiento ostenta un cúmulo de derechos anteriores y superiores a los de cualquier Estado. Son derechos intangibles que ni siquiera la suma de todas las potestades humanas puede impedir su libre ejercicio, disminuir o restringir el campo de su actuación”.
Luego citaron palabras del papa Pio X11 en torno a la libertad de las personas. (…) “millones de seres humanos continúan viviendo bajo la opresión y la tiranía. No hay nada seguro para ellos ni para el hogar, ni los bienes ni la libertad, ni el honor”. Luego preguntó a quién le pertenece el derecho a la vida y se respondió que sólo a Dios, “autor de la vida”.
Los obispos le pidieron esa vez a la Virgen de la Altagracia la unión de todos los dominicanos “especialmente en estos momentos de congoja y de incertidumbre”, y su protección “para que conceda sus abundantes dones y consuelos a los que especialmente se hallen en más grave peligro o en más grave dificultad, acongojados por las tribulaciones de la vida”.
Hoy sabemos que la famosa pastoral la redactó el 24 de enero el obispo Juan Félix Pepén, de la provincia La Altagracia; corregida, aprobada y fechada lunes 25 por los obispos de la Conferencia del Episcopado. Fue leída al final de la misa del domingo 31 de enero en todos los templos católicos del país.
Los funcionarios trujillistas Joaquín Balaguer y don Cucho Álvarez Pina testimoniaron en vida que aquel pronunciamiento desusado sorprendió al tirano Trujillo, quien al principio dijo que había que cogerlo con calma porque no se debía de pelear con los curas. Sin embargo, a la luz de nuestra investigación para escribir el libro Radio Caribe en la Era de Trujillo es muy probable que el tirano Trujillo tuviera información precisa sobre la pastoral desde lunes 25 en horas de la tarde.
Gracias a la gentileza del doctor Jaime Paulino obtuvimos y reprodujimos en esa obra el original del cable conteniendo la carta pastoral transmitido por All American Cable a la UPI la tarde del 25 de enero. La carta pastoral fue llevada por Luis Miura Senion, hijo de don Luis Miura Baralt, representante de la UPI en el país, y de seguro los empleados confidentes del SIM en una oficina tan sensible lo informaron a sus superiores.
Valga aclarar que aunque la central de la agencia UPI en Nueva York habría recibido la pastoral el 25 estaba en la obligación de esperar para su publicación su lectura pública pautada para el domingo 31, práctica muy común en el periodismo libre de entonces que se denominaba “embargo”. Por ejemplo, los discursos presidenciales norteamericanos llegaban a las redacciones hasta un día antes de ser pronunciados pero con el “embargo” de no publicarlos antes de que hablara el presidente. En el caso de la carta pastoral posiblemente el “embargo” le fuera informado por alguna vía encubierta a la UPI por el obispo norteamericano asignado a San Juan de la Maguana, Thomas R. Reilly –esa vez firmó R. Reilly y no O Reilly como le conocemos-. Nuestra apreciación es a resultas de que este obispo estaba estrechamente vinculado con los diplomáticos de Estados Unidos que permanecieron en el país luego de la ruptura de relaciones y cierre de la Embajada de los Estados Unidos.